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Digitalización: adaptación y aceptación
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Ángel Blanco

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Digitalización: adaptación y aceptación

Nos reinventamos sobre aquello que nos permitía realizarlo y estamos ya en una nueva etapa en la que no es necesario reinventarse, si no entender los cambios, y en algunos casos, facilitarlos

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Que la digitalización es un proceso imparable y que ha sido clave en la aceleración de cambios económicos y sociales durante este último año y medio, es un hecho cierto, no hay ninguna duda al respecto. Este cambio no hubiera sido posible si las bases de la digitalización, mayores de las que preveíamos, no hubieran estado desarrolladas y, a pequeña escala, implementadas con anterioridad, pero nunca se habría producido una aceleración tan significativa si las necesidades sociales, derivadas de la pandemia, no hubieran sido tan acuciantes. Muchos de los procesos ya existían, cierto, pero su utilización era muy limitada y su velocidad reducida, al mantenerse los usos sociales y empresariales tradicionales. La implementación se habría producido a medio plazo, nunca en un espacio de tiempo tan reducido. Los grandes cambios suelen venir acompañados de un importante evento social que los acelera.

Nos reinventamos sobre aquello que nos permitía realizarlo y estamos ya en una nueva etapa en la que no es necesario reinventarse, sino entender los cambios, y en algunos casos, facilitarlos. Entramos en la fase de comprender que nuestro día a día ha cambiado y, acostumbrados a estos nuevos usos en determinadas actividades de nuestra vida cotidiana, comenzamos a exigirlo al resto, pero con unos estándares de calidad y funcionalidad semejantes. Reitero, la digitalización y los cambios económicos y sociales que ya han ocurrido o están en proceso, implican que exijamos la misma experiencia y servicio al resto de nuestras actividades, siendo necesario adaptarse en toda aquella actividad e industria que quiera seguir siendo competitiva.

Nos estamos acostumbrando a la integración y uso de la tecnología en nuestra vida, debiendo destacar que no es además el uso de una tecnología en concreto, sino a la utilización del conjunto de ellas de forma cotidiana. Afecta ya al conjunto de nuestras actividades y decisiones, y a pesar de ello, estamos en los primeros pasos. Estamos aún en fase de convivencia con la economía tradicional, y utilizando primeras generaciones de lo que será. Es imposible saber realmente cómo evolucionará y cuáles serán los usos líderes en los próximos años. Conocemos las tendencias y los pasos iniciales, queda mucho por hacer, conocer y desarrollar, también por reestructurar y/o desaparecer.

Foto: La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen. (EFE) Opinión

La digitalización implica también cambios en multitud de áreas al permitir, tanto directa como indirectamente, procesos disruptivos de desintermediación. De nuevo se rompen estructuras consolidadas sobre una base firme, que es la que ahora se pone en duda. Un ejemplo claro es el sector financiero, en el que la desintermediación es una realidad.

La financiación a empresas es un caso claro. La llegada a través de vehículos rápidos y flexibles, aprovechando la capacidad de análisis ante una optimizada utilización de datos y nuevas fórmulas de utilización de colaterales, es una tendencia que se va a consolidar. En la utilización diaria de nuestras cuentas, el acceso a servicios será creciente: el uso de nuevas tarjetas, plataformas, agregadores, con una mayor sensibilidad a precios por comparación, acceso a mercados a través de una misma app y todo un mundo de aplicaciones en desarrollo, determina nuevos modos y medios. Servicio y experiencia de cliente fuera de los canales tradicionales con mayor capacidad de análisis de oferta comparativa y flexibilidad a moverse frente a lo no competitivo. Recordemos que, dentro de la agenda España Digital 2025, se busca la transformación y desarrollo, a través de políticas fiscales con ayudas directas e indirectas, la digitalización de las Pymes, 5G, ciberseguridad o formación en estas áreas.

Desde el lado empresarial la digitalización está siendo muy rápido, así como el cambio de actividad o reestructuración de negocios

Desde el lado empresarial la digitalización está siendo muy rápido, así como el cambio de actividad o reestructuración de negocios. En este sentido la clave empieza en el desarrollo de los propios procesos operativos (logística, contabilidad, finanzas etc.), y continúa en los procesos de comercialización buscando adaptarse y optimizar en un nuevo entorno.

Podemos hablar de teletrabajo, productividad, cambios inmobiliarios asociados. También de sectores como la restauración o el turismo, del crecimiento del consumo de contendidos y los movimientos en el mismo con cambios de liderazgo a favor de las series televisivas. Los temas son muchos y son apasionantes, pero lo realmente importante es destacar que es un cambio económico y social, no adaptarse no es una opción, no potenciarlo, tampoco.

Que la digitalización es un proceso imparable y que ha sido clave en la aceleración de cambios económicos y sociales durante este último año y medio, es un hecho cierto, no hay ninguna duda al respecto. Este cambio no hubiera sido posible si las bases de la digitalización, mayores de las que preveíamos, no hubieran estado desarrolladas y, a pequeña escala, implementadas con anterioridad, pero nunca se habría producido una aceleración tan significativa si las necesidades sociales, derivadas de la pandemia, no hubieran sido tan acuciantes. Muchos de los procesos ya existían, cierto, pero su utilización era muy limitada y su velocidad reducida, al mantenerse los usos sociales y empresariales tradicionales. La implementación se habría producido a medio plazo, nunca en un espacio de tiempo tan reducido. Los grandes cambios suelen venir acompañados de un importante evento social que los acelera.

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