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Las previsiones apuntan a una recuperación global del 6%
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Ángel Blanco

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Las previsiones apuntan a una recuperación global del 6%

Estados Unidos, lidera la positiva evolución del 2021, con un Europa que, aun con dudas, confía en la fortaleza de la reactivación del sector servicios durante el verano

Foto: Bolsa de Madrid. (EFE)
Bolsa de Madrid. (EFE)

El primer verano posvacunación está aquí, los niveles de población vacunada empiezan a ser altos y la incidencia hospitalaria se ha reducido significativamente, siendo variables fundamentales a la hora de adoptar medidas de restricción. La nueva normalidad se espera con impaciencia y mucha más información de la que teníamos en un verano de 2020 que se caracterizó por la necesidad de recuperar la libertad perdida sin ser conscientes de las posibles consecuencias. La inercia es una importante fuerza, la consistencia en nuestras costumbres es una clara muestra de ello, pero el tiempo que ha pasado desde el inicio de la pandemia, unido a los avances médicos conseguidos, ha permitido flexibilizar nuestras costumbres admitiendo nuevos usos, lo que favorecerá también el fin del covid como pandemia aprendiendo a convivir con él y sus variantes como con otra enfermedad.

Es un verano de expectativas tanto en lo social como en lo económico, y, tristemente, el gran riesgo en estos momentos está en la posible frustración por incumplimiento de lo previsto. En lo social, y correlacionándolo con la economía, la propia exceptiva de mejora favorece la mejora, al facilitar la velocidad del dinero, ya sea a través del gasto, principalmente el consumo, o a través la inversión. Pero dudas respecto a estas positivas exceptivas ya sea por la causa que sea (empleo, falta de visibilidad, retrasos en los procesos de inversión etc.), pueden llevar a que el círculo virtuoso tienda a romperse. Centrándonos en los mercados, debemos ser conscientes de lo que ya se ha descontado, con el objetivo de limitar los riesgos a los que nos puede llevar un exceso de complacencia. Las expectativas son altas y, ahora, hay que cumplirlas.

Foto: El secretario general de la OCDE, Angel Gurría. (EFE)

Por ejemplo, desde el lado de crecimiento, las previsiones apuntan a un incremento del 6,1% a nivel global durante el 2021, lo que supone que la recuperación siga en tendencia ascendente frente a la estimada a principios de año. El potencial riesgo está en que los modelos de probabilidad de recesión se sitúan en tan solo un 2,5%, cerca de los niveles más bajos desde 1994. Estados Unidos, lidera la positiva evolución del 2021, con un Europa que, aun con dudas, confía en la fortaleza de la reactivación del sector servicios durante el verano. Las expectativas del BCE apuntan a crecimientos del 4,6% para 2021, 4,7% en el 2022 y 2,1% en 2023. En EEUU La Fed habla ya del 7% durante el 2021.

Riesgos ligados a la inflación

Los resultados empresariales siguen sorprendiendo al alza, y en las próximas semanas debería confirmarse la excelente evolución del primer semestre, si bien debiendo ser especialmente prudentes con las guías que den las empresas, no solo de las referentes a la evolución del crecimiento en los próximos trimestres, sino también de las expectativas de llevar adelante sus planes de inversión. Debemos estar muy pendientes del momento en el que las sorpresas dejen de determinar mejoras en los precios de los activos, hay que tener en cuenta que los niveles de optimismo están en niveles históricos muy elevados.

Aparte del riesgo de contar ya con estimaciones altas, hay riesgos ligados concretamente a inflación, salida prematura de estímulos, lentitud en la implementación de las medidas fiscales o, riesgos en los tipos de interés del mercado, que en algún momento pueden incrementar el diferencial con los tipos oficiales. Respecto a la inflación, las estimaciones de los principales Bancos Centrales siguen apuntando a un repunte temporal, no mostrando aun preocupación ante un posible componente estructural. Esta visión les permite seguir manteniendo los planes de estímulo siendo especialmente cautelosos a la hora de hablar de la retirada de los mismos. En EEUU, donde el repunte de inflación es claramente superior, se habla de poder llegar a un repunte del 3.4%, pero, aunque hay miembros de la FED que piensan en una posible subida el próximo año, el caso base apunta a dos subidas en el 2023. Recordemos la flexibilidad que supone tener en cuenta el entorno y el componente temporal a la hora de subir, o no subir los tipos, cuando la inflación se acerca a los objetivos del 2%.

La lentitud en la implementación de las medidas fiscales si es un riesgo

La salida prematura de estímulos estaría ligada a un repunte de inflación aun mayor al previsto hasta ahora, y no parece que en ese sentido debamos estar especialmente preocupados. Los estímulos han sido claves para mantener la confianza y, sinceramente, el riesgo puede estar más en la retirada tardía que en una salida temprana. Si el mercado, ligándolo al riesgo de tipos cotizados frente a oficiales, tiene dudas sobre la estabilidad de los programas, la subida de spreads sería inmediata, afectando a la valoración del conjunto de los activos. Por último, la lentitud en la implementación de las medidas fiscales si es un riesgo para el conjunto. Los planes están aprobados, la implementación no está siendo rápida y en muchos casos aún no se ha decidido la forma. Se necesita acelerar procesos, la situación estructural es compleja y hay que fomentar los cambios para que tenga efectos estructurales.

Hay que tener cuidado con el momento en el que nos encontramos, sin duda hay positivos, pero no olvidemos lo descontado, Un ejemplo muy claro lo podemos ver a través del análisis del Skew para el principal índice americano (diferencial de volatilidad entre las opciones fuera de dinero y en dinero), que se encuentra en niveles del famoso marzo del 2020. Expectativas de beneficios y crecimiento en máximos, Skew en máximos y un verano ilíquido por medio debería hacer que, como inversores, nos fuéramos a máximos de cautela.

El primer verano posvacunación está aquí, los niveles de población vacunada empiezan a ser altos y la incidencia hospitalaria se ha reducido significativamente, siendo variables fundamentales a la hora de adoptar medidas de restricción. La nueva normalidad se espera con impaciencia y mucha más información de la que teníamos en un verano de 2020 que se caracterizó por la necesidad de recuperar la libertad perdida sin ser conscientes de las posibles consecuencias. La inercia es una importante fuerza, la consistencia en nuestras costumbres es una clara muestra de ello, pero el tiempo que ha pasado desde el inicio de la pandemia, unido a los avances médicos conseguidos, ha permitido flexibilizar nuestras costumbres admitiendo nuevos usos, lo que favorecerá también el fin del covid como pandemia aprendiendo a convivir con él y sus variantes como con otra enfermedad.

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