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Bancos Centrales, desaceleración y la necesidad de un marco legal estable
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Ángel Blanco

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Bancos Centrales, desaceleración y la necesidad de un marco legal estable

Quiero destacar hoy la necesidad de equilibrar políticas sociales y de crecimiento dentro siempre de un marco regulatorio estable sin el cual, ninguno de los dos objetivos, altamente correlacionados, es posible

Foto: La bolsa española. (EFE)
La bolsa española. (EFE)

El mercado financiero sigue soportado en el apoyo continuo de los Bancos Centrales a Gobiernos y empresas, al asegurarles el acceso a liquidez a bajos tipos de interés, favoreciendo la creación de un “puente temporal” en entornos económicos complejos como el vivido a raíz del COVD19. La norma de tipos intervenidos que favorecen, no solo el coste de la deuda, sino también la obtención de la misma, se basa en la confianza en su continúa actuación, determinando un equilibrio imperfecto, pero equilibrio, que hasta ahora ha sido suficiente si bien, empieza a verse presionado por factores como la inflación, y su potencial influencia en tipos y diferenciales de crédito, o desaceleración, que conlleva dudas sobre el riesgo individual de cada país o compañía.

El exceso de liquidez homogeneiza. Las diferencias de riesgo se tienden a diluir por la supuesta seguridad de obtener recursos financieros baratos, determinando una valoración de activos mucho más basada en el soporte de liquidez que en la realidad individual. El diferencial que se mantiene normalmente es residual y, en muchos casos, no explica la expectativa a largo plazo al considerar que la liquidez es, al menos durante un periodo de tiempo, ilimitada. Sin duda estas premisas siguen siendo válidas en un mercado que tiende a descontar un corto plazo cuya influencia es, por ahora, muy superior a los escenarios de medio y largo.

En este sentido, a lo largo del 2021, por la necesidad de plantearse el proceso de salida sin afectar a la estabilidad y teniendo que hacer frente a repuntes de inflación, hemos visto como los Bancos Centrales siguen elaborando nuevas medidas que apoyen el equilibrio mientras anuncian planes controlados de salida. El mensaje es claro, seguimos aquí y somos flexibles. El último ejemplo se ha producido esta misma semana con el anuncio, por parte del Banco Central Europeo, de un posible nuevo programa de recompra de bonos que entre en funcionamiento en el momento en el que las compras de emergencia lleguen a su fin.

La idea que subyace es reemplazar la herramienta creada para la crisis por un nuevo programa complementario al QE operativo

La idea que subyace es reemplazar la herramienta creada para la crisis por un nuevo programa complementario al QE operativo ya existente (20 mil millones de euros mensuales). Lo dicho, se reducirá el plan de emergencia, pero se crea un vehículo para actuar si fuera necesario. Es más, se crea una nueva “política” basada en la expectativa que de hecho ya funciona, al limitar el riesgo de poder plantearse que ocurriría si no existiera.

Sin duda, uno de los riesgos más importantes con los que nos encontramos actualmente en el mercado, es el momento de desaceleración frente a lo esperado en el que nos encontramos desde antes del verano. Los datos reales vienen a la baja y, por ende, también las perspectivas anuales, pudiendo influir, siempre que no sea una situación meramente coyuntural, en las expectativas futuras. Los datos apuntan a una desaceleración significativa no ya durante el tercer trimestre, sino también a lo largo del último, determinando un rebalanceo de previsiones de cara al próximo ejercicio.

En principio los problemas viene ligados a la falta de suministro, lo cual podría ser puntal, pero también permiten apreciar la necesidad de una reorganización y, seguramente, la necesidad de un proceso de desglobalización ligada a la estructuración de planes de contingencia. La nueva economía necesita una mayor estructura. El cambio de modelo se ha acelerado y los recursos para llevarlo a cabo no se han desarrollado en igual proporción.

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La inversión en industrias tradicionales que den soporte a estas nuevas áreas, así como la rápida digitalización de procesos, son fundamentales para poder aprovechar y consolidar el potencial crecimiento, siendo también la llave para que el cambio de modelo, con la salida de lo obsoleto, pueda llevarse a cabo

En Europa, por ejemplo, la demanda de productos manufacturados en Alemania se ve afectada por la escasez de materiales y los largos plazos de entrega. La recuperación del país está perdiendo impulso y podría hacerlo aún más en los próximos meses del 2021. Los pedidos de fábrica se han desplomado un -7.7% en el mes de agosto, afectando especialmente a la industria de automóviles, con un descenso en los pedidos del 12% frente al mes anterior. La demanda externa se redujo en un 9.5%.

Si no hay estabilidad en las normas que apoyan el crecimiento, la dificultad se acreciente, y en muchos casos lo hace inviable

Por último, quiero destacar hoy la necesidad de equilibrar políticas sociales y de crecimiento dentro siempre de un marco regulatorio estable sin el cual, ninguno de los dos objetivos, altamente correlacionados, es posible.

Las siempre deseables políticas sociales deben desarrollarse unidas a medidas de crecimiento productivo que permitan mejorar bases de manera estructural para poder darlas continuidad a medio y largo plazo. Para ello es necesario que el entorno legal en el que se invierte en crecimiento y desarrollo sea sólido. Si no hay estabilidad en las normas que apoyan el crecimiento, la dificultad se acreciente, y en muchos casos lo hace inviable.

El dinero, ante el temor del cambio de las reglas puede actuar de dos formas, A) exigiendo un menor plazo de recuperación, normalmente exigiendo una mayor rentabilidad en el corto plazo que le cubra del riesgo, B) limitando significativamente el volumen de inversión, diversificando entre otras áreas y proyectos. Como se puede apreciar el riesgo es significativo, ya que, por un lado supone una menor inversión y por el otro implica que el posible atractivo se limita a inversiones de corto plazo, que difícilmente van a ser estructurales.

Un entorno legal volátil determina ya no solo menos inversión, sino también procesos de desinversión

La confianza es clave al realizar inversiones, la incertidumbre tan solo genera prima de riesgo. Un entorno legal volátil determina ya no solo menos inversión, sino también procesos de desinversión. Confiemos que las políticas fiscales desarrollados por Europa estén sujetas a un marco regulatorio común superior al de los intereses individuales de cada país, cuyo principal papel debe estar en la implementación y seguimiento del adecuado uso de los mismos.

La iniciativa pública debe apoyarse en la iniciativa privada, como habitualmente se ha hecho, con el objetivo de dotar de capilaridad a las medidas y a la vez facilitar la optimización de los recursos. Una adecuada utilización del dinero basada en la rapidez y flexibilidad de acceso al mismo, junto a estrategias realistas de reestructuración y crecimiento que atraigan aún mayor inversión, son determinantes en la consecución o no consecución del éxito, favoreciendo la posibilidad de adoptar nuevas medidas sociales. Volatilidad en las reglas definidas para realizar las inversiones, son un peligroso obstáculo para alcanzar objetivos económicos y sociales.

Foto: La bolsa española. (EFE) Opinión

Las políticas monetarias desarrolladas desde la crisis financiera han favorecido un entorno relativamente estable para fomentar nuevas políticas fiscales, pero todo el sistema está basado en un equilibrio, muy apoyado en la confianza que, si lo extremamos, tenderá a romperse.

El mercado financiero sigue soportado en el apoyo continuo de los Bancos Centrales a Gobiernos y empresas, al asegurarles el acceso a liquidez a bajos tipos de interés, favoreciendo la creación de un “puente temporal” en entornos económicos complejos como el vivido a raíz del COVD19. La norma de tipos intervenidos que favorecen, no solo el coste de la deuda, sino también la obtención de la misma, se basa en la confianza en su continúa actuación, determinando un equilibrio imperfecto, pero equilibrio, que hasta ahora ha sido suficiente si bien, empieza a verse presionado por factores como la inflación, y su potencial influencia en tipos y diferenciales de crédito, o desaceleración, que conlleva dudas sobre el riesgo individual de cada país o compañía.

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