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Vehículos alternativos e implementación de políticas fiscales
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Ángel Blanco

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Vehículos alternativos e implementación de políticas fiscales

La llegada de Draghi al BCE con dudas sobre la Unión Europea y, principalmente, sobre la divisa única, determinó una ruptura con la ortodoxia existente hasta entonces

Foto: La actual presidenta del BCE, Lagarde, con su predecesor, Draghi. (Reuters/Lenoir)
La actual presidenta del BCE, Lagarde, con su predecesor, Draghi. (Reuters/Lenoir)

La crisis financiera global iniciada en el año 2007, aunque siempre está referenciada a la caída de Lehman en septiembre del 2008, puso de manifiesto, entre otros muchos errores, la falta de flexibilidad del conjunto del sistema financiero para hacer frente a un entorno desconocido, el exceso de concentración de riesgos existentes, por parte de particulares y empresas, en activos e inversiones correlacionadas así como, la no comprensión sobre el valor que tiene el mantener determinados niveles de liquidez. La regulación, tanto por falta de la misma en algunas áreas como por exceso en otras, tampoco favoreció cambios rápidos que, vistos desde la distancia del 2021, se deberían haber producido, apoyando la liquidez del sistema y las expectativas de empresarios e inversores, a través de una mayor flexibilidad tanto en renegociaciones de crédito como en procesos de ejecución.

La llegada de Draghi al BCE, debido principalmente al difícil momento en el que se produce, con dudas sobre la Unión Europea y, principalmente, sobre la divisa única, determina una ruptura con la ortodoxia existente hasta entonces, permitiendo al BCE adoptar medidas, más habituales en el modelo anglosajón, que en Europa no se habían visto hasta entonces. La Política Monetaria cambia definitivamente sus objetivos y pasa de ser un modelo basado en la contención de la inflación, a un modelo en el que la estabilización económica se sitúa, pese a no estar escrito, como principal objetivo.

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En primer lugar, se actuó a través de inyecciones masivas de liquidez (LTRO), con operaciones a 3 años frente a los 3, 6 y 12 meses que se hacían hasta entonces. En ese momento se hizo por un total de 1 bln que ayudo a poner un primer suelo tanto por la entrada de dinero como por la expectativa de que nuevas inyecciones se podrían producir en caso de ser necesario. Por otra parte, en julio del 2012, Draghi declaró en plena tormenta de deuda en Europa, que “haré lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente”. La frase fue previa al anuncio del programa de Operaciones Monetarias Directas (OMD), pero tuvo un efecto balsámico en los diferenciales de deuda de países como es el caso de España o Italia. Otras medidas posteriores, todas ligadas a dar liquidez pero, también a generar confianza en el sistema y por lo tanto, favorecer la estabilidad fueron las denominadas operaciones swap, anunciándose en octubre de 2013 los acuerdos swap de liquidez bilateral entre los principales Bancos Centrales a escala global, o los “Forward Guidance”, con declaraciones explícitas sobre la evolución de tipos que adelantaban y adelantan la visión y por lo tanto las expectativas, descontándose como una realidad.

Las políticas monetarias posteriores han sido muchas y no es necesario definirlas una a una, pero sí es muy importante destacar que fueron clave en la estabilización posterior y, más recientemente, en la rápida manera con la que se abordó la crisis del covid. La reflexión a la que quiero llegar es la de que fue la flexibilidad, la capacidad de cambio y el análisis de situación lo que permitió, primero estabilizar y posteriormente crecer y recuperarse. Si no hubiera sido así, la crisis hubiera sido aún más dura. La parte negativa está en la salida y en el equilibro que se pueda conseguir mientras se aborda la misma.

Fue la flexibilidad, la capacidad de cambio y el análisis de situación lo que permitió, primero estabilizar y posteriormente crecer

El principal riesgo se está produciendo ya y está unido al exceso de apalancamiento de los distintos bloques económicos y la credibilidad de sus divisas, con efectos tan negativos como es la inflación. Sin duda es necesario que las bases de confianza se mantengan a través de política monetaria, pero entramos en un nuevo periodo en el que, si bien teniendo que hacerse de forma combinada, las políticas fiscales se sitúan como catalizador principal. La aplicación de políticas fiscales que fomenten el crecimiento y la confianza inversora ha de hacerse tanto desde el sector público, como a través del sector privado apoyando, en este segundo caso, regulaciones e instrumentos que faciliten la adecuada y rápida gestión de los recursos económicos. No solo debemos conocer las cantidades monetarias, hay que facilitar el correcto acceso y distribución de la misma.

Ligando lo aprendido en las políticas monetarias de la última década, quiero hoy hablar del proceso de desintermediación financiera que estamos viviendo y que conlleva por un lado complementariedad al conjunto del sistema financiero actual, aunque implica cambios en el mismo, así como mayor estabilidad, al ampliar las vías de financiación y desarrollo ya sea a través de deuda o de crédito.

La aparición de vehículos alternativos favorece entre otros factores la capilaridad, pero también el análisis del cómo realizarse la implementación. A día de hoy, la industria es creciente y, como decía anteriormente, complementaria a los canales habituales, al llegar a situaciones las que no se podía llegar, favoreciendo un uso adecuado de la liquidez. Confiemos que, en el corto plazo, estas alternativas sean entendidas como nuevos medios para unificar políticas monetarias y fiscales reduciendo los riesgos de concentración y el uso normalizado del capital como del crédito. En Europa, el desarrollo ha sido limitado frente a lo visto en el mercado americano si bien, se empiezan a ver ciertos cambios regulatorios respecto a tipo y de vehículo y distribución de los mismos, apoyando el adecuado asesoramiento pero también la liquidez que puede acceder a la inversión, que debe entenderse como un catalizador fundamental para su correcto desarrollo. Confiemos que las que en su momento fueron catalogadas como “medidas no convencionales”, supongan ahora el adecuado desarrollo de la industria.

La crisis financiera global iniciada en el año 2007, aunque siempre está referenciada a la caída de Lehman en septiembre del 2008, puso de manifiesto, entre otros muchos errores, la falta de flexibilidad del conjunto del sistema financiero para hacer frente a un entorno desconocido, el exceso de concentración de riesgos existentes, por parte de particulares y empresas, en activos e inversiones correlacionadas así como, la no comprensión sobre el valor que tiene el mantener determinados niveles de liquidez. La regulación, tanto por falta de la misma en algunas áreas como por exceso en otras, tampoco favoreció cambios rápidos que, vistos desde la distancia del 2021, se deberían haber producido, apoyando la liquidez del sistema y las expectativas de empresarios e inversores, a través de una mayor flexibilidad tanto en renegociaciones de crédito como en procesos de ejecución.

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