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Del optimismo pospandemia a la crisis económica
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Ángel Blanco

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Del optimismo pospandemia a la crisis económica

El optimismo postpandemia, la supuesta gran recuperación, se ha visto trastocada por una negativa realidad que hace pensar en una fuerte desaceleración

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Quizá, solo quizá, la lectura positiva que podemos hacer del Foro de Davos, o de las distintas declaraciones que hemos leído y oído en las últimas semanas por parte de autoridades económicas y sociales, está en el propio negativismo que en general nos han trasladado. Si presuponemos que, al empezar a verbalizar la negativa actualidad, se empieza a actuar de forma eficiente, por fin estaríamos adelantando pasos de cara al negativo entorno económico que nos tocar vivir.

El optimismo postpandemia, la supuesta gran recuperación, se ha visto trastocada por una negativa realidad que hace pensar en una fuerte desaceleración. Algo que hasta ahora no estaba previsto en casi ningún modelo.

En las últimas columnas ya hemos hablado con detalle de los conductores de esta desaceleración (Inflación, inventarios, Ucrania, liquidez), y de la necesidad de adoptar medidas de estabilización, así como de la importancia de reequilibrar los mercados a través de los bancos centrales. Estamos en una fase de reequilibrio financiero, entrando en una nueva realidad económica a corto plazo.

Foto: EC.

La parte positiva es que, de nuevo, la crisis debe ser un acelerador para que las transformaciones necesarias se produzcan. Muchas de ellas se percibieron durante la pandemia y es clave que, mientras se alcanza, y con el objetivo de acelerar el nuevo objetivo, se sepa dónde apoyar la productividad. En ese sentido no hay forma de hacerlo sino se impulsa con determinación la nueva economía como sustituto de la antigua, sabiendo mantener las bases estructurales que se está ya aportaba. Debemos, por ejemplo, apoyar la desglobalización parcial en la cadena de suministros, para apoyar la estabilidad económica, pese al coste que suponga a corto plazo. Favorecer la independencia energética por áreas geográficas, al menos como política de contingencia, para no depender de poderes geopolíticos, limitando incluso los mismos.

Finalmente, se ha de apoyar el desarrollo de los canales de liquidez y de los pagos de deuda, no cerrando la puerta a nuevos mecanismos e instrumentos que, siempre regulados, puedan favorecer su funcionamiento.

La implementación no es nada fácil, al revés, es muy compleja y siempre se darán momentos de volatilidad, pero desde luego, lo que resultaría imposible es salir de esta crisis, porque ya estamos en crisis, sin tener claros los objetivos económicos tanto a corto plazo (Estabilización) como a medio plazo (Crecimiento), aprendiendo de los errores, que lógicamente siempre los hay, de estos últimos años.

Foto: Pantallas de cotización en el interior de la Bolsa de Madrid. (EFE/V. A. del Val)

La liquidez ha sido y será clave fundamental del desarrollo, el descontrol de esta ha generado un mal uso en estos últimos tiempos y es fundamental corregirlo.

Desde el lado de mercados, es lógico pensar en una recuperación a corto plazo a medida que la idea de Bancos Centrales más laxos que lo supuesto estos últimos meses, se vaya cotizando. Es realmente difícil entender políticas monetarias agresivas en un momento de desaceleración. Sin embargo, y pese al posible rally, hay que ser extremadamente cautelosos ya que aún no se ha conseguido nada. Hay conciencia del problema, pero tristemente aún no se están viendo medidas fuera del proceso de reequilibrio en el que están trabajando los Bancos Centrales.

Quizá, solo quizá, la lectura positiva que podemos hacer del Foro de Davos, o de las distintas declaraciones que hemos leído y oído en las últimas semanas por parte de autoridades económicas y sociales, está en el propio negativismo que en general nos han trasladado. Si presuponemos que, al empezar a verbalizar la negativa actualidad, se empieza a actuar de forma eficiente, por fin estaríamos adelantando pasos de cara al negativo entorno económico que nos tocar vivir.

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