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Fed vs. BCE: la importancia de la unión económica
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Ángel Blanco

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Fed vs. BCE: la importancia de la unión económica

Estamos en un proceso de rebalanceo ante una tendencia de tipos por encima de la media y el proceso conlleva riesgos significativos tanto desde el lado del crecimiento como de la estabilidad financiara

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE, y Jerome Powell, presidente de la Fed. (Reuters/Mike Theiler)
Christine Lagarde, presidenta del BCE, y Jerome Powell, presidente de la Fed. (Reuters/Mike Theiler)

Las decisiones, tanto las adoptadas como las declaradas, por los bancos centrales estas últimas semanas, muestran por un lado objetivos comunes, ligados fundamentalmente al control de la inflación y a alcanzar la estabilidad económica, pero también dos formas de actuación muy distintas, marcadas por la unidad económica de cada región. En EEUU se opta por medidas directas y mensajes claros y concretos que, pese al evidente incremento de riesgo de desaceleración a corto plazo, ponen de manifiesto su capacidad de maniobra. En el caso de Europa, la situación se complica significativamente, teniendo que utilizar una política continua de medidas y mensajes sobre pruebas potenciales, ya que el riesgo de desestabilización del euro sigue sin cerrarse.

Las políticas de la Fed tiene como principales objetivos retornar la tasa de inflación al 2%, manteniendo de todas formas la flexibilidad que suponen las desviaciones aceptadas al definir metas a medio plazo, declarando además que el compromiso de la institución es la estabilidad de precios, que debe contribuir a reforzar el papel del dólar como divisa de referencia global. La importancia dada por la Fed al dólar es sin duda fundamental para entender una parte importante de la inflación actual, al venir ligada, en su componente estructural, a una devaluación implícita de divisas a nivel global, determinada por el exceso de deuda y actuales déficits, habiéndose visto coberturas de riesgo a través de activos reales e incluso, aunque con un componente más especulativo, a nuevos medios de pago a los que aun queda mucho camino por recorrer.

Respecto al mensaje del BCE, la flexibilidad a la hora de reinvertir lo ya comprado, supone implementar una primera barrera y muestra convicción a la hora de definir como principal objetivo el limitar nuevos riesgos periféricos. La permisividad a la hora de decidir dónde y cuándo se invierte, limita que los diferenciales puedan ampliarse significativamente siempre que no sea en situaciones extremas. La capacidad de controlar riesgos aumenta exponencialmente al ser programas dirigidos, no ligados a porcentajes generales.

Foto: (iStock)

Sin embargo, en un momento de estrés de mercado, no parece que sea una medida suficiente, por lo cual ya están hablando de nuevos instrumentos aún por definir. Los bonos periféricos, destacando Italia, habían entrado en zona de riesgo, lo que ha llevado a actuar contra lo que ha sido definido por su presidenta como “riesgos de fragmentación”. El anuncio de la creación de un “nuevo instrumento que será considerado por el Consejo de Gobierno”, muestra de nuevo que la preocupación no está en convivir durante un tiempo con tipos de interés mayores a lo esperado, como se puede y debe hacer en EEUU, si no en controlar el riesgo de separación en la zona euro. Es evidente que este nuevo instrumento se crea para limitar el riesgo de un incremento desordenado de las primas de riesgo, pero no pensemos que con esto finaliza ya que, ante cualquier mínima duda, el mercado tenderá a presionar para conocer los propios límites del mismo. Siendo su efecto solo sobre las primas de riesgo de los periféricos, que no es poco, pero que no varía el efecto sobre la curva de referencia que seguirá tensionada y marcará la base sobre la que se calcula el diferencial del resto.

A corto plazo, se adoptan medidas de contención a los efectos de un primer rebalanceo necesario, ya que la política de tipos evidentemente ha cambiado. La validez real de la medida no dependerá del BCE, quién tristemente depende mucho más del éxito de la Fed a la hora de contener la inflación y estabilizar la economía. Los tipos y la velocidad de las actuaciones vendrán, al menos en un principio, marcadas por la reducción de la inflación coyuntural y, por otro lado, por la evolución económica de EEUU tras las subidas. El riesgo está en la desaceleración y como la misma rompa las expectativas globales.

La diferencia es muy evidente, mientras que en Europa el riesgo de ruptura sigue marcando las políticas monetarias y hoy en día las prioridades son mantener un adecuado nivel de primas de riesgo mientras se producen las subidas de tipos necesarias para hacer frente a la inflación, en EEUU se actúa directamente contra la misma utilizando las medidas que siempre se han utilizado en una crisis como la actual: subidas de tipo y fortalecimiento de divisa. La flexibilidad que ya se manifestó y se descontó en los últimos años, favorece la contención y, consecuentemente, la menor necesidad de tipos elevados.

Por resumir, estamos en un proceso de rebalanceo ante una tendencia de tipos por encima de la media de los últimos 10 años. Este proceso conlleva riesgos significativos tanto desde el lado del crecimiento, como de la estabilidad financiara global. Las decisiones de los bancos centrales a la hora de equilibrar este proceso acelerado de normalización marcado por el avance de la inflación pasan por asegurar la actividad, lo que debería limitar que las subidas sean exageradas. Los problemas estructurales de Europa como unidad siguen siendo un importante factor de riesgo y las medidas adoptadas hasta ahora no parecen suficientes cuando aún no parece que hayamos visto capitulación. Es lógico pensar que puede haber ciertas mejoras en el corto plazo, pero, pese a las caídas, el mercado no parece haber descontado un proceso de significativa desaceleración.

Las decisiones, tanto las adoptadas como las declaradas, por los bancos centrales estas últimas semanas, muestran por un lado objetivos comunes, ligados fundamentalmente al control de la inflación y a alcanzar la estabilidad económica, pero también dos formas de actuación muy distintas, marcadas por la unidad económica de cada región. En EEUU se opta por medidas directas y mensajes claros y concretos que, pese al evidente incremento de riesgo de desaceleración a corto plazo, ponen de manifiesto su capacidad de maniobra. En el caso de Europa, la situación se complica significativamente, teniendo que utilizar una política continua de medidas y mensajes sobre pruebas potenciales, ya que el riesgo de desestabilización del euro sigue sin cerrarse.

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