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Los mensajes que envía el BCE con la subida histórica de los tipos
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Ángel Blanco

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Los mensajes que envía el BCE con la subida histórica de los tipos

La decisión del BCE de subir los tipos de interés en 75 puntos básicos conlleva múltiples mensajes al conjunto del mercado, así como un cambio excesivamente radical en la política monetaria implementada desde la crisis de deuda en Europa

Foto: La presidenta de la COmisión Europea Ursula von der Leyen
La presidenta de la COmisión Europea Ursula von der Leyen

La decisión del BCE de subir los tipos de interés en 75 puntos básicos, la mayor subida en una reunión de su historia, conlleva múltiples mensajes al conjunto del mercado, así como un cambio excesivamente radical en la política monetaria implementada desde la crisis de deuda en Europa. Es realmente complejo opinar sobre su decisión, ya que, en gran media es una cobertura, pero también tiene un componente de apuesta.

Voy a intentar explicarlo. El BCE opta por una subida por encima de lo esperado tanto por un objetivo de contener la inflación, como por un objetivo de limitar riesgos de un mercado que ponga en duda la estabilidad de Europa, actuando con rapidez con la idea de que tipos más elevados puedan favorecer que los diferenciales entre países no se disparen, siendo este el verdadero riesgo de la unión. A su vez, la subida conlleva intentar cerrar parte de la brecha con EEUU, en un intento de reducir también las posibilidades de un euro aún más devaluado, lo que implicaría todavía más inflación y, también, mostraría una menor credibilidad sobre la eurozona.

Foto: Firma de un préstamo hipotecario. (iStock)

El juego es complejo, muy complejo. Como ya he comentado en alguna otra columna, las diferencias entre el BCE y la Fed son muy significativas, estando muy marcadas por la estabilidad, y consecuente credibilidad, de cada una de las zonas. Aunque se pueda intentar actuar sobre ellas, seguirán existiendo mientras no avancemos en la centralización de Europa en decisiones económicas estructurales. La percepción y la realidad coinciden, pues, a pesar de los avances, en Europa existen evidentes grietas derivadas de los riesgos políticos y económicos de cada país. Son evidentes, y muy destacables, los cambios que se han producido desde el año 2012, que han llevado a una mayor unión, pero, reitero, una parte importante del camino está por hacerse y, posiblemente, sea la más compleja, ya que influye en las capacidades de decisión de cada país y nadie quiere perderlas. Fundamentalmente, en la armonización de las políticas fiscales, monetarias y regulatorias, que inciden de pleno en la soberanía e independencia de cada uno de los miembros.

Personalmente, creo que una subida de 75 puntos básicos es exagerada y no creo que vaya a conseguir los efectos que se le presupone. La inflación, a mi parecer, concretamente la inflación coyuntural, depende más de la velocidad a la que se enfríe el comercio global y cómo influya en el precio de las materias primas y el transporte. Estos factores están inmersos en la oferta global de la curva de consumo oferta/demanda, mientras que una subida de tipos, tradicionalmente, está enfocada a presionar la demanda y, por tanto, el consumo. En un entorno en el que el comercio global depende significativamente del dólar como moneda de referencia, estamos mucho más expuestos a las medidas de la Fed, por lo que no creo que esta subida del BCE tenga o vaya a tener un verdadero efecto sobre el euro, excepto, quizá, limitar durante un tiempo la ruptura de la paridad. Sin embargo, sí lo tiene sobre la base de tipos en el continente, con un encarecimiento del crédito aún mayor tanto para consumidores como para empresas.

Foto: La sede del BCE en Frankfurt, Alemania. (Getty/Thomas Lohnes)

Reitero, si el objetivo es mantener la credibilidad sobre la eurozona y limitar la posibilidad de un incremento incontrolado de los diferenciales, la medida será la adecuada. Sin embargo, romper bruscamente con la base de política monetaria seguida hasta el momento, con tipos muy por debajo de EEUU, supone un cambio lo suficientemente agresivo como para determinar un nuevo rebalanceo, además con efectos negativos tanto para el consumo como para las empresas. Concretamente, son las empresas fuera del circuito de liquidez del mercado financiero las que más perjudicadas van a verse, porque el cambio de política puede drenar aún más su acceso a la liquidez.

Con esto no digo que subir tipos no fuera necesario, por supuesto lo era y parece que lo seguirá siendo, la crítica es a la forma, ya que, personalmente, considero que abre más riesgos de los que cierra.

El otoño va a ser frío y, desde el lado de mercados, si bien parece que el momento de comprar de nuevo deuda podría estar más cercano, siempre bajo la premisa de que una vez la inflación se controle es difícil que los tipos vayan a estar mucho más altos, la renta variable se mantiene como activo de riesgo, debiendo descontar unos tipos estructuralmente por encima de los vividos los últimos 10 años, pero también un proceso de desaceleración del que aún no tenemos visibilidad. Las claves en el corto se mantienen en la evolución de la inflación, el desarrollo del comercio global, y la tendencia de los diferenciales de crédito. Es lógico que la volatilidad se mantenga alta, queda mucho por hacer antes de ver estabilidad.

La decisión del BCE de subir los tipos de interés en 75 puntos básicos, la mayor subida en una reunión de su historia, conlleva múltiples mensajes al conjunto del mercado, así como un cambio excesivamente radical en la política monetaria implementada desde la crisis de deuda en Europa. Es realmente complejo opinar sobre su decisión, ya que, en gran media es una cobertura, pero también tiene un componente de apuesta.

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