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Ponerse las pilas

Desde hace años se buscan alternativas al empleo de los combustibles derivados del petróleo para mover el automóvil. Su nivel de contaminación y de emisiones de

Desde hace años se buscan alternativas al empleo de los combustibles derivados del petróleo para mover el automóvil. Su nivel de contaminación y de emisiones de CO2 y la reducción de las reservas de este “oro negro” han hecho que todo lo relacionado con el mundo del automóvil se ponga en marcha en busca de esas alternativas.

Los coches eléctricos han sido uno de los focos de atención para los investigadores, como también lo han sido los vehículos híbridos o, a un plazo más largo, los de hidrógeno. Pero también se han barajado otras alternativas, como el empleo del alcohol, del gas natural o de los biocarburantes.

Todos y cada uno de ellos tienen sus aspectos positivos y negativos, complicados de analizar y de sopesar. Sobre todo porque, por encima de todo, está la posición de los gobiernos, que son los que finalmente toman la decisión. Aunque los fabricantes ofrezcan desde mañana coches de hidrógeno, si no hay “hidrogeneras” no se venderá ni un solo coche de este tipo.

Pues bien, a juzgar por los movimientos de los últimos meses parece que el futuro del automóvil a corto-medio plazo se pinta de electricidad. Inglaterra ha apostado muy fuerte y ha puesto en marcha una inversión millonaria para instalar puntos de recarga de coches eléctricos en las principales ciudades. Con ello, quiere situarse a la vanguardia en el empleo de los coches eléctricos. En Portugal se acaba de anunciar algo parecido. Y España también apuesta por ello, pero como lo están haciendo todos los países de nuestro entorno.   

El plan Movele del ministerio de Industria prevé dar un fuerte empujón a este tipo de vehículos menos contaminantes. Pero quiero hacerles una pequeña aclaración, para evitar que algún lector me responda, con toda la razón, que eso de que son menos contaminantes es relativo.

Es cierto que un coche 100% eléctrico no contamina durante su utilización. Sin embargo, otra cosa muy diferente es que en su ciclo completo contamine más de lo que puede parecer. Si al enchufe de nuestra casa llega una corriente eléctrica generada en una central térmica, nuestro vehículo, en su cómputo general, también contaminará.

Otra cosa es que los enchufes se alimenten de energía eólica o de energía solar. En ese caso sí será un coche cero emisiones. Lo mismo que ocurre con un coche de hidrógeno, que si todo el proceso de obtención y mantenimiento del hidrógeno se hace mediante energías renovables será cero emisiones, pero de lo contrario no lo será.

Industria ha preparado, bajo el proyecto Movele, un presupuesto de 10 millones de euros. Con él se quiere poner en marcha un plan de ayudas a la adquisición de vehículos eléctricos. En principio se prevé que sean unos 2.000 vehículos los que se puedan sumar a dicho plan entre 2009 y 2010. Con ello se gastaría en torno a los 8 millones de euros, mientras que 1,5 millones serán para crear infraestructuras y puntos de recarga y el dinero restante para la comunicación de dicho proyecto.

El propio ministerio ha creado una lista de 50 vehículos que se pueden apuntar a dichas ayudas. Sin embargo, son muy pocos los que permiten una utilización normal, como una alternativa al coche de gasolina actual. En esa lista hay ciclomotores, pequeños vehículos para uso en jardines y demás, y sólo unos pocos coches eléctricos reales.

En este sentido la oferta es, a día de hoy, muy escasa. Tan solo algún modelo de Fiat, el Dobló Panorama y el e500 que llegarán en los próximos meses o el Mitsubishi i-MIEV. Pero enseguida llegarán algunos más, como es el caso del noruego Think de dos plazas, o como el Smart eléctrico o el Mini también con esta configuración.

Y en este sentido los que parecen más avanzados en este camino son los de la Alianza Renault-Nissan. En el Salón de Francfort la marca del rombo presentará tres modelos diferentes que funcionan con electricidad, uno de ellos un Kangoo. También Citroën podría presentar en el salón alemán el C-Cactus, un vehículo con tecnología eléctrica.

Sin embargo, la industria del automóvil tiene que ponerse la pilas, y creo que nunca mejor dicho, para poder ofrecer al cliente final una gama de vehículos eléctricos lo suficientemente amplia como para que su utilización sea una alternativa real. Y los gobiernos tienen que apostar para crear las infraestructuras necesarias para que todos podamos enchufar nuestros coches en casa, en la oficina o en el garaje. Lo que se ha hecho es poner la primera piedra, pero aún queda hacer todo el edificio.  

Desde hace años se buscan alternativas al empleo de los combustibles derivados del petróleo para mover el automóvil. Su nivel de contaminación y de emisiones de CO2 y la reducción de las reservas de este “oro negro” han hecho que todo lo relacionado con el mundo del automóvil se ponga en marcha en busca de esas alternativas.