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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

Desmantelar radares

Ya saben que la Dirección General de Tráfico, con Pere Navarro al frente, ha anunciado publicamente que seguirá poniendo radares en las carreteras españolas, al menos

Ya saben que la Dirección General de Tráfico, con Pere Navarro al frente, ha anunciado publicamente que seguirá poniendo radares en las carreteras españolas, al menos hasta que no se produzca una saturación de los mismos. Radares puestos además, mayoritariamente, en calzadas de doble vía, en las que resultan más rentables este tipo de aparatos de control.

Y lo mismo ha hecho Francia, que ha llenado sus carreteras de radares fijos y también de los de trípode, o Italia, donde raro es el tramo en el que no hay alguno de estos aparatos de control de la velocidad.

El carácter recaudatorio de estos sistemas de control de la velocidad es innegable. Lo curioso es la noticia que en los últimos días ha llegado a las redacciones, el desmantelamiento de radares en Estados Unidos.

La causa de esta eliminación de radares en esa región es precisamente que se ha demostrado que el único interés que tienen es un caracter recaudatorio, pero que se ha demostrado que hacen aumentar la siniestralidad.

El periódico The News Paper.com, especializado en Seguridad Vial, publicó hace unos días que varios condados del estado de Nuevo México tienen un plazo de 60 días para quitar las cámaras instaladas en los semáforos y los radares de control de velocidad.

El presidente de la Comisión de Transportes del Estado afirmó en un comunicado de prensa que “existen muchos estudios que cuestionan la eficacia de los sistemas actualmente en uso”. Según esta comisión, la manera en la que están instalados los radares y las cámaras de los semafóros no sólo no reducen la siniestralidad sino que la aumentan.

De esta forma Estados Unidos, que fue una nación pionera en la instalación de estos sistemas de control de la velocidad, emprende ahora, también de manera pionera, una revisión de sus políticas que ha conducido a una decisión importante. Y que podría tener repercusiones en otros países.

Pero ustedes creen que los gobiernos europeos van a tener en cuenta este ejemplo y van a empezar a reducir los radares, o al menos no van a seguir aumentando estos mecanismos de control. Yo, sinceramente creo que no.

Entiendo perfectamente que se ponga uno de estos sistemas de control, siempre con el correspondiente aviso previo, en la entrada de algún pueblo, en una zona con un colegio o en zonas de especial peligrosidad. Es una forma de hacer que se cumplan las normas, y hasta ahí puedo estar de acuerdo. Con lo que no estoy de acuerdo es con las propias normas.

Este fin de semana he tenido que hacer un recorrido por una carretera nacional con calzada desdoblada y todos y cada uno de los coches que circulaban por la zona lo hacían a 140 km/h, 20 km/h por encima del máximo permitido. Y eso incluye coches más viejos, otros más nuevos, furgonetas, taxis y todo tipo de vehículos.

Y eso, creo, que no tiene sentido. Si todos los vehículos circulan por encima de los límites, quizá es que esos límites no están bien puestos.  O simplemente no se corresponden con la realidad de los coches actuales, muchos más seguros que hace años, con los últimos avances tecnológicos, pero igualmente limitados.     

Ya saben que la Dirección General de Tráfico, con Pere Navarro al frente, ha anunciado publicamente que seguirá poniendo radares en las carreteras españolas, al menos hasta que no se produzca una saturación de los mismos. Radares puestos además, mayoritariamente, en calzadas de doble vía, en las que resultan más rentables este tipo de aparatos de control.