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Carlos Cancela

Automaníacos

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Carlos Cancela

Límites para todos

Cada día cuesta más circular por las ciudades de nuestro país. Pero, esta vez no voy a escribir del tráfico o de las obras sino que

Cada día cuesta más circular por las ciudades de nuestro país. Pero, esta vez no voy a escribir del tráfico o de las obras sino que voy a hablar de radares móviles. Por cuestiones de trabajo paso todos los días por una calle con dos carriles por cada sentido, sin casas, ni colegios a los lados, pero con una limitación a 40 km/h. Sinceramente, confieso que me es muy difícil ir a esa velocidad y suelo circular –como el resto de los coches con los que comparto vía- a 60 km/h.

Pero eso fue hasta que un día me percaté de la presencia de un coche de radar móvil, un C5 blanco, aparcado en un lateral y ‘poniéndose las botas’ porque ninguno de los coches que rueda por esa calle lo hace a la velocidad indicada.

Por suerte, frene a tiempo y no me pilló, y desde entonces paso por allí a 40 km/h. Ahora les voy a contar lo que me sucede cada mañana por ir a esa velocidad, la limitada. Los autobuses de la EMT me pasan por la izquierda a bastante más velocidad, me adelanta un ciclista que con su traje y corbata se dirige a su trabajo, la mayoría de los automovilistas me esquivan como pueden y alguno me mira malamente. Yo, en el fondo, sé que ellos tienen razón, en esa calle se podría ir con total seguridad al menos a 60 ó 70 km/h.

Yo estoy seguro de que en autovía o autopista –vamos, cuando la velocidad está limitada a 120 km/h- a mi no me va a pillar el radar. Yo, en este caso, cumplo la velocidad máxima a rajatabla. Tampoco me van a ‘retratar’ en tramos de obras o saltándome un semáforo, pero desgraciadamente sé que tarde o temprano me pillarán en una vía de servicio –marcada a 60 cuando hay tres carriles-, en el Paseo de la Castellana –por el que hay que ir a 50 km/h- o en la calle que les comentaba al principio de este artículo con su ‘presuntuoso’ 40 km/h.

Creo que en ciudad no se puede generalizar y marcar todas las calles a 40 ó 50 km/h. En muchas, en la mayoría, sí que está justificado pero seguro que todos ustedes conocen varias en sus ciudades en las que es excesivo. Y lo mismo vale para las vías de servicio o laterales de algunas autovías, en alguna ocasión ya lo he comentado desde esta columna. ¿Cómo se puede limitar una carretera con tres carriles a 60 km/h?

Les voy a dar un dato que ha llegado a mis manos en los últimos días. Según un estudio de la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL),  el 40% de los conductores opina que las señales que limitan la velocidad tienen como objetivo multar y más de un 50% piensa que no se ajustan al peligro real. ¿De verdad que estamos equivocados el 40% de los automovilistas españoles? Yo, sinceramente, creo que no.

Cada día cuesta más circular por las ciudades de nuestro país. Pero, esta vez no voy a escribir del tráfico o de las obras sino que voy a hablar de radares móviles. Por cuestiones de trabajo paso todos los días por una calle con dos carriles por cada sentido, sin casas, ni colegios a los lados, pero con una limitación a 40 km/h. Sinceramente, confieso que me es muy difícil ir a esa velocidad y suelo circular –como el resto de los coches con los que comparto vía- a 60 km/h.

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