El coche clásico está de moda

Una cosa son coches viejos y otra muy distinta son los coches clásicos y de colección. Los primeros, desgraciadamente, vuelven a estar muy presentes en nuestras calles y carreteras por la mala situación económica que atravesamos. Pero de la misma forma, también los clásicos, los buenos coches antiguos, toman con una cierta frecuencia nuestras calles.

La pasada semana he estado en una reunión de coches clásicos en la zona norte de Madrid, y he disfrutado mucho por poder ver coches antiguos muy buenos, y muy bien conservados, pero también por poder comprobar la afición y el interés de una gran cantidad de personas que visitó el recinto. Hasta los más pequeños se fijaban en algunos detalles que diferencian a estos clásicos de los modelos actuales.

En los coches participantes en esta reunión se había improvisado un cartel con los datos técnicos de cada modelo y muchos de los visitantes analizaban cada dato concreto, su año de fabricación, su motor y otros datos técnicos, y los comparaban con los de otros modelos. Y también los comparaban con los de alguno de los coches de su infancia.

De entre todos ellos el que levantó más interés fue un ejemplar de un Seat 600 de color verde, que aunque era bastante moderno para el coche que es, estaba perfectamente decorado con la baca llena de cosas que habitualmente se llevaban en el coche cuando se iba de viaje a la playa.

Pese a que la situación de la economía es mala, las cotizaciones de los buenos coches de colección no solo se han mantenido sino que han experimentado una notable subida en los últimos años. Y el ejemplo más claro es el Mercedes W196R con el que, en el año 1954, ganó Juan Manuel Fangio el título mundial y por el que el pasado julio se pagaron nada menos que 22 millones de euros.

El coche clásico es un concepto demasiado genérico en el que se incluyen desde coches viejos pero con un mantenimiento que permita poder lucirlos hasta piezas únicas por las que se pagan muchos millones de euros. Pero es una actividad que permite ir mejorando el coche que tenemos, dedicarle tiempo para restaurar algunos aspectos y cuando está suficientemente bien poder venderlo o cambiarlo por otro más interesante, o simplemente que nos traiga más recuerdos.

Por supuesto, es una actividad que requiere espacio, un taller, o una zona en la que poder quitar y poner piezas, con una buena colección de herramientas de todo tipo. Muchas veces hay que ponerse hasta arriba de grasa, o arañarse las manos. Pero la recompensa la podremos ir notando cada día, según mejora nuestro coche.

Esta actividad ofrece también otra posibilidad cada día más practicada, la competición con coches clásicos. En este caso no se trata de coches de auténtica competición, como los de rallyes, en los que hay que lograr el tiempo más rápido para ganar. De lo que se trata en los rallyes de regularidad es de llegar en el minuto o en el segundo exacto a un control. El que llega antes o después penaliza y el ganador es el que llega con la máxima precisión a cada control.