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Carlos Cancela

Infraestructuras viarias e impuestos

Los impuestos suben y suben cada año. Incluso cuando estamos en un momento en el que Rajoy acaba de anunciar una rebaja del IRPF, los impuestos

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Los impuestos suben y suben cada año. Incluso cuando estamos en un momento en el que Rajoy acaba de anunciar una rebaja del IRPF, los impuestos siguen subiendo. Cada vez hay más cosas y más personas a las que pagar desde la Administración central, desde las comunidades autónomas y desde los ayuntamientos.

Hace 10 años el IVA era del 16% y en ese plazo de tiempo ha aumentado nada menos que cinco puntos. El Impuesto de Bienes Inmuebles, IBI, con el que se gravan las casas y otras propiedades, ha subido de una manera notable en estos mismos años. En mi caso concreto, la diferencia entre lo que pagué por ese impuesto en el año 2005 y el 2015 ha sido de un 35% de incremento. Y eso pese a que el precio real de la vivienda ha bajado en ese mismo porcentaje entre esos años.

La pregunta que yo me hago es si esos incrementos de impuestos repercuten de alguna manera en las infraestructuras de las que disfrutamos (o muchas veces sufrimos) los españoles. Los ciudadanos españoles estamos, de media, 181 días trabajando solo para pagar los impuestos, y ese es un dato aterrador para lo que luego se consigue con esos impuestos.

Yo no les voy a hablar de hospitales, ni de colegios, ni de aeropuertos (ni siquiera del de Ciudad Real que esta semana afronta un incierto futuro) pero si de las carreteras. Y en concreto de la carretera de Burgos, la N1, que sufre grandes atascos cada día, tanto durante la semana para entrar y salir de la ciudad como en los fines de semana, igualmente de entrada y salida.

Yo no sé si dentro de los muchos departamentos que conforman el ministerio de Fomento alguien se para a pensar en dónde hay que aplicar soluciones rápidas a los problemas más graves de las infraestructuras viarias. Pero ese departamento, si lo hay, no funciona. La N-1 tiene tres carriles desde su salida de Madrid. A partir de la incorporación de la M50 se abre una vía de servicio con otros dos carriles adicionales. Y lo mejor es que los cinco carriles que salen hacia el norte se quedan reducidos a dos carriles en el kilómetro 28.

El paso de cinco a dos carriles hace que los fines de semana el atasco para salir de Madrid sea constante. Y lo mejor es que solo dos kilómetros después se vuelve a abrir una vía de servicio, esta vez de un solo carril, pero que aligera un poco el problema. No se ha podido solucionar que durante dos kilómetros solo haya dos carriles utilizables, pero si ha mucho habido dinero para hacer una variante en El Molar.

Otro punto clave en esta carretera es la rotonda de Sanchinarro, que sufren cada día miles de trabajadores de la zona norte de Madrid. Es una rotonda mal pensada, se mire por donde se mire, una rotonda muy grande, con tres amplios carriles, y a ella llegan desde el sur tres carriles y desde el norte otros tres carriles. A ellos se suman otras generosas entradas tanto desde el este como desde el oeste.

Todo está más o menos bien pensado salvo la salida hacia el norte, la que empalma con la N-1 en dirección salida de Madrid, que es de un solo carril. Lo que esa rotonda necesita es tener unassalidas generosas y rápidas a la M30, en el caso de los coches que quieren ir hacia el centro de Madrid, o hacia la N-1 en dirección salida y la M40 para los que quieren salir de Madrid.

Eso sería lo más lógico, lo que se le ocurriría a cualquiera con dos dedos de frente que se pusiera a pensar en esta rotonda, pero no. La salida hacia la M30 es un solo carril, pero lo peor es la salida hacia el norte. Es también un solo carril, y en algún momento ha tenido un semáforo para peatones. Para facilitar un poco más las cosas, esa salida lleva a la vía de servicio que tiene una velocidad limitada a 60 km/h por la que hay que circular al menos cuatro kilómetros antes de salir al central.

Lo que parece una broma es que un barrio nuevo como es Sanchinarro, con miles y miles de casas y con grandes avenidas de tres y cuatro carriles y perfectamente desarrollado, sea en realidad una ratonera de la que solo se puede salir por una vía de tres carriles que muere en la famosa rotonda siempre colapsada. Hay otras salidas, casi igual de malas, como es la que acaba en la M-11 en la que se agolpan los coches y otra que lleva a la M40, pero que cada vez que tengo que salir de aquel barrio nunca la encuentro fácilmente.

Esta rotonda de Sanchinarro es el caos, pero cuando lleguen a sus nuevas oficinas los casi 10.000 trabajadores de la nueva sede del BBVA, ¿qué va a pasar? ¿Alguien ha pensado cómo descongestionar un punto neurálgico por el que no hay quien pase en horas punta? ¿Alguien ha pensado en cómo va a ser pasar por allí el día 1 de septiembre a las 9.00?

Cuando el BBVA ha planteado al ayuntamiento poner allí su sede, los miembros del ayuntamiento, además de pensar en cómo gastar los nuevos ingresos de las arcas municipales por esta gran obra, ¿habrán pensado cómo solucionar el problema del tráfico allí? A nuestros políticos parece que les da lo mismo, mientras que el BBVA pague su generoso IBI y el resto de impuestos, todos contentos.

Bueno, todos menos los conductores que pasen por allí, los trabajadores de esa zona, los habitantes de Sanchinarro, los conductores de los autobuses. Si algún día Carmena tiene que ir por allí, se pondrá a 50 guardias municipales para que corten el tráfico unos minutos antes con lo que la ex-juez no tendrá que sufrir los atascos. O quizá ese día vaya en Metro.

Los impuestos suben y suben cada año. Incluso cuando estamos en un momento en el que Rajoy acaba de anunciar una rebaja del IRPF, los impuestos siguen subiendo. Cada vez hay más cosas y más personas a las que pagar desde la Administración central, desde las comunidades autónomas y desde los ayuntamientos.

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