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Coche eléctrico autónomo, el futuro
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

Coche eléctrico autónomo, el futuro

En los últimos años el automóvil, como medio de transporte más utilizado en el mundo, está experimentando una constante pero inevitable revolución. Aún quedan muchos años

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En los últimos años el automóvil, como medio de transporte más utilizado en el mundo, está experimentando una constante pero inevitable revolución. Aún quedan muchos años de seguir viendo por nuestras carreteras coches de gasolina o diesel manejados por su conductor, pero también queda cada día menos tiempo para ver más coches eléctricos y autónomos compartiendo las mismas calles y carreteras.

Esta edición del Salón del automóvil de Fráncfort va a marcar un antes y un después en estos dos conceptos que llegan con mucha fuerza al automóvil. Que con motivo de la muestra se organice una reunión de ministros de transporte del G7 para hablar de coche autónomo demuestra que esto ahora ya va en serio. Otra prueba que lo demuestra son las palabras de Martin Winterkorn, presidente del grupo Volkswagen, advirtiendo que el grupo que preside se va a reinventar en base a estos dos conceptos: el coche eléctrico y el vehículo autónomo.

La revolución que viene, la que ya está aquí, es la del coche autónomo, el que no requiere conductor. Es algo que está llegando poco a poco a los coches nuevos. El control de crucero adaptativo es un primer paso para la conducción autónoma. Poner el control de velocidad en 120 km/h, por ejemplo, y que el coche vaya acelerando o frenando en función de las necesidades, de los coches que hay por la carretera y demás, parece un milagro. Pero es una realidad.

Marcar esos 120 km/h para rodar normalmente por la carretera y que al llegar a una señal de 100 km/h el coche ralentice la marcha de manera automática para cumplir con la normativa es una forma de viajar muy segura. El hecho de que al intentar cambiar de carril sin poner el intermitente el coche nos avise, o en los más modernos nos impida mover el volante es un importante paso hacia el futuro. Si estamos saliendo de un parking marcha atrás y viene un coche por detrás nuestro vehículo se parará solo. Y si estamos circulando por una calle y un peatón cruza, el coche se parará automáticamente, lo mismo que si se nos cruza un ciclista.

La semana pasada he probado por las carreteras próximas a Estoril, en Portugal, el nuevo BMW Serie 7 y he podido probar lo más parecido a la conducción autónoma con la combinación del control de crucero adaptativo y el sistema de mantenimiento de carril. No se pueden soltar las manos del volante durante más de 10 segundos, de momento y por temas legales, pero el coche puede circular por una autopista a 120 km/h manteniendo el carril, tomando curvas, dejando de tomar las salidas de la autopista y manteniendo las distancias con otros coches. Y, por supuesto, acelerando o frenando en función de las necesidades. Según el técnico que me explicó su manejo, el sistema funciona hasta 210 km/h.

Reunión del G7

En la reunión de los ministros de transporte del G7 en Fráncfort, el titular alemán Alexander Dobrindt, prevé que en un plazo de diez años la conducción autónoma será una realidad. Dobrindt calculó que la conducción autónoma e integrada incrementará en Alemania las capacidades en las autopistas en un 80 % y en la ciudad en un 40 %, lo que reducirá los atascos en un 40 %.

Lo que ahora hace falta es revisar el marco legal y realizar ajustes para que el conductor no tenga una responsabilidad mayor en caso de que se produzca un accidente por un mal funcionamiento del sistema de conducción autónoma.

El otro aspecto que marca el futuro del automóvil es el del vehículo movido por electricidad. Para que el coche eléctrico sea una realidad solo hace falta que llegue una nueva generación de baterías que pueda duplicar la densidad energética de las actuales. Y para que esto llegue solo hacen falta meses. Con ello se podrá hablar de un vehículo con 500 kilómetros de autonomía tras una recarga.

Si a eso se suma que el precio de la energía debería bajar al utilizarse cada vez más la solar o la eólica y que los coches eléctricos recargados con este tipo de energía renovable tendrían cero emisiones reales en su utilización, la fórmula es perfecta. Y eso poco a poco haría que los coches con motor térmico fueran dejando sitio a otros mucho más limpios, más fáciles de conducir y también, a largo plazo, más baratos.

El coche eléctrico autónomo no es un sueño o un milagro, es una realidad que está muy próxima. Pero hace falta que los gobiernos también se impliquen en esta revolución. Las infraestructuras son clave para el despliegue de estas dos tecnologías que van a permitir dos objetivos fundamentales, reducir la contaminación y bajar drásticamente la siniestralidad en las carreteras y calles de la geografía española.

En los últimos años el automóvil, como medio de transporte más utilizado en el mundo, está experimentando una constante pero inevitable revolución. Aún quedan muchos años de seguir viendo por nuestras carreteras coches de gasolina o diesel manejados por su conductor, pero también queda cada día menos tiempo para ver más coches eléctricos y autónomos compartiendo las mismas calles y carreteras.

G7 Transporte Martin Winterkorn