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Elon Musk, un encantador de serpientes
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Elon Musk, un encantador de serpientes

En los últimos años Elon Musk, el visionario emprendedor norteamericano principal accionista de Tesla y de una buena colección de empresas tecnológicas, se ha convertido en

Foto: Elon Musk en la presentación del Model X
Elon Musk en la presentación del Model X

En los últimos años Elon Musk, el visionario emprendedor norteamericano principal accionista de Tesla y de una buena colección de empresas tecnológicas, se ha convertido en una referencia de la innovación y del futuro. Y lo ha logrado en todos los campos en los que ha metido su cabeza, creando primero PayPal y más tarde con otras compañías como SpaceX, o SolarCity o Hyperloop.

Y todos sus negocios funcionan de maravilla, gana muchos millones de dólares cada año, las acciones de sus empresas siguen subiendo y parece que Musk se ha convertido en el nuevo Rey Midas que todo lo que toca se convierte en oro. Pero todas y cada una de sus acciones, de sus decisiones y de sus ideas están en el filo del desastre o hasta de la ilegalidad. Entre tanto, Musk sigue adelante con sus proyectos, consciente de que Estados Unidos necesita apoyar sus ideas aunque en muchos casos sean auténticas locuras.

El ejemplo de Tesla es claro. Es una compañía que produce en estos momentos poco más de 50.000 coches anuales (en el primer trimestre 15.510 unidades), eso sí, de un coche muy interesante, muy avanzado y con un potencial de crecimiento espectacular en todo el mundo. Pero tiene sus puntos negativos: según el propio Musk ha reconocido, con cada Tesla Model S que vende, la compañía pierde más de 5.000 dólares (en 2015 la compañía perdió 282 millones de dólares). Un ”buen negocio”, sin duda. Pero es que el nuevo modelo, el “todocamino” Model X es aún peor, pierde más dinero y además el sistema de apertura de las puertas traseras aún no está bien resuelto y da muchos problemas. Y eso pese a que ya está a la venta y en el primer trimestre de 2016 se produjeron unas 2.500 unidades.

El nuevo modelo, el Model 3, es otro caso absurdo en el mundo del motor. Aún no está desarrollado totalmente, no tiene un aspecto definitivo. Tampoco se sabe qué motor va a llevar ni que baterías lo moverán. En realidad no se sabe casi nada porque de momento no es más que un prototipo de los que habitualmente los fabricantes de coches hacen para mostrar en los salones, pero sin nada dentro. Está previsto que su producción comience en otoño de 2017.

Eso sí, con su buen marketing, Musk ha conseguido “engañar” a casi 400.000 personas en todo el mundo para que reserven un coche y paguen 1.000 dólares cada uno. Con ello ha logrado ya 400 millones de dólares para pagar el desarrollo de un coche que de momento no existe. Es un crowdfunding pero a lo grande. Lo mejor es que de momento, la planta de Tesla tiene previsto producir unas 70.000 unidades en 2016 de las que la mayoría serán del Model S. Este modelo va a seguir en producción, y también tendrá que hacer el Model X. Y la pregunta es, con todo ello, ¿cuántos Model 3 va a poder hacer cada año para suministrar sus coches a los 400.000 clientes que ya han pagado una reserva por ello?

La locura, perfectamente calculada, de Musk no se queda ahí y ya ha anunciado en sus redes sociales que prevé un beneficio anual de 18.000 millones de dólares solo con el Model 3. El Model 3 es una berlina media tipo Ford Mondeo y 100% eléctrica que podríamos catalogar de barata puesto que su precio de partida es de 30.000 dólares en Estados Unidos. Haciendo solo unas cuentas un poco por encima y suponiendo que fabrique un millón de coches cada año, esto supone que más del 50% del precio de cada coche serán beneficios. Pero ojo, de momento, con el coche que tiene a la venta pierde más de 5.000 dólares en cada unidad vendida del Model S.

Pero Musk seguro que no se ha parado ni siquiera a hacer esas cuentas. Por ello, ya tiene previstos los siguientes pasos con Tesla, un modelo de tipo todocamino basado en la plataforma del Model 3, esa que por cierto aún no está completamente desarrollada. Y también un “van” que podríamos traducir como un monovolumen de estilo muy americano basado en el Model X, el que tiene las puertas de apertura hacia arriba que todavía está sin resolver técnicamente.

Si Mercedes, Audi, Porsche o BMW hubieran hecho cualquiera de estas “jugadas” tan arriesgadas, sus presidentes estarían en la calle y las acciones de la compañía se habrían llevado un batacazo brutal. Pero ojo, Musk parece que está exento de represalias. En el fondo, lo que ocurre es que Estados Unidos es muy diferente a Europa. En Norteamérica son conscientes de que el futuro se llama coche eléctrico, conectado y autónomo. Por ello el desarrollo de este tipo de vehículo eléctrico y conectado lo apoyan a muerte desde el Gobierno y desde todos los estamentos federales. Y los ciudadanos también lo apoyan. Exactamente lo mismo ocurre con Google, Apple o Microsoft.

Pero Europa es otra cosa. Si Mercedes desarrolla un coche de hidrógeno, por ejemplo, se intente acallar el tema, que no se hable de nada relacionado con cualquier cosa que cambie el estatus actual, el de echar gasolina y cobrar directamente los impuestos en la gasolinera, de más de un 55% del precio y subiendo, de una manera sencilla.

Musk vende sus coches Tesla con AutoPilot, un sistema de conducción autónoma, y pese a que aún no está regulado oficialmente, tampoco hay infraestructuras para dar soporte a esta conducción autónoma, y no puede “vender” que su coche ofrece esa conducción autónoma, nadie en Estados Unidos le recrimina por ello. Incluso cuando se produce un accidente mortal por un fallo en el sistema AutoPilot.

En los últimos años Elon Musk, el visionario emprendedor norteamericano principal accionista de Tesla y de una buena colección de empresas tecnológicas, se ha convertido en una referencia de la innovación y del futuro. Y lo ha logrado en todos los campos en los que ha metido su cabeza, creando primero PayPal y más tarde con otras compañías como SpaceX, o SolarCity o Hyperloop.

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