Las energías alternativas no mejoran

Cuando se hacen públicas las cifras de ventas en el mercado español del automóvil o en los mercados internacionales, cada vez es más frecuente analizar cómo evolucionan también las matriculaciones de vehículos que emplean energías alternativas. Y lo resultados se decoran para que parezcan buenos, pero en realidad son muy malos.

Cada vez que se producen unas elecciones, y por desgracia en España hemos cogido una buena experiencia en este sentido en los últimos años, todos los partidos, todos los candidatos siempre mejoran. En unos casos por número de votos, otros por escaños, otros por su evolución en las zonas urbanas y otros en las interurbanas. Parece que todos ganan. Con las cifras de ventas de coches que emplean nuevas tecnologías ocurre algo muy parecido.

En el tercer trimestre del año, las ventas de este tipo de vehículos más limpios han mejorado en España un 44%, mientras que en Alemania subieron un 33% y en Reino Unido otro 30%. Por el contrario, en Italia han bajado un 17% y en Francia se han reducido un 10%. En conjunto, las ventas de vehículos alternativos en Europa ascendieron a 137.423 unidades en el tercer trimestre del año, lo que supuso un incremento del 7% con respecto al mismo periodo del ejercicio anterior.

Estos vehículos, en los que se integran eléctricos e híbridos, pero también los movidos por propano, etanol o gas natural, son la mejor alternativa para solucionar en parte el grave problema que el tráfico supone en las grandes ciudades europeas, la contaminación. Pero pese a ello, se venden más coches diésel y de gasolina que hace un año. Y eso es muy preocupante.

En el tercer trimestre del año han subido más las ventas de diésel y gasolina en Europa que lo que lo han hecho las de vehículos de energías alternativas

En el tercer trimestre del año han subido más las ventas de ese tipo de coches en Europa que lo que lo han hecho las de vehículos de energías alternativas. Y hay un dato interesante que se debe analizar, suben un 20% las ventas de coches eléctricos hasta alcanzar las 35.000 unidades, y también las de híbridos enchufables, pero bajan mucho las de coches movidos por propano, etanol o gas natural.

Los híbridos enchufables son lo que obtienen el mejor resultado en el trimestre con más de 67.000 unidades, lo que supuso un incremento de un 29%. El híbrido enchufable es una buena alternativa a corto plazo, antes de la integración definitiva del coche eléctrico. Pero son muy pocas unidades frente a los casi 4.000.000 de vehículos vendidos en Europa en el trimestre. Y todo ello pese a las muchas novedades que llegan cada día en este tipo de vehículos.

La peor parte se la llevan combustibles como propano o etanol, poco utilizados en España, pero sobre todo el gas natural. La red de distribución de este gas es tan limitada que pese a las grandes ventajas que ofrece para reducir la contaminación, nuestra dependencia del petróleo y también de precio para el usuario, sus ventas se siguen diluyendo. Las matriculaciones de vehículos con este tipo de combustibles se redujeron en el trimestre un 26% con una cifra de solo 34.000 unidades.

Cada día, nuestros políticos siguen hablando de "apostar por" y a continuación añaden cualquier cosa que quieran poner en ese momento, pero lo que es tomar decisiones e invertir para mejorar la situación lo hacen realmente poco. No es solo el caso de España, en Alemania, o en Italia o en Francia ocurre exactamente lo mismo.

Alemania ha vivido desde hace más de un año el caso de los motores Volkswagen, pero pese a que sus fabricantes hacen un gran esfuerzo por desarrollar nuevas tecnologías más ecológicas, todo se para por la falta de interés de los dirigentes. Si se hacen coches eléctricos y no hay un sitio donde recargarlos, no sirve de nada toda esa tecnología. Para qué vale hacer unos vehículos que reducen drásticamente las emisiones contaminantes más peligrosas si luego no se pone un surtidor de gas natural, por ejemplo, para poder repostar.

Los políticos, en numerosas ocasiones, han pedido a los fabricantes que hagan coches menos contaminantes, pero al mismo tiempo quieren que se siga usando gasolina y gasóleo por el bien de las petroleras y por sus intereses propios. Y también, por supuesto, para seguir llenando las arcas públicas con los impuestos de estos carburantes, un sistema muy fácil y bien montado.