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La industria británica del automóvil, pendiente del Brexit
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

La industria británica del automóvil, pendiente del Brexit

Hace unos meses los ciudadanos británicos decidían en un referéndum su salida de la Unión Europea, por un escaso margen frente a los que querían continuar

Foto: Responsable de la fábrica de Nissan en Sunderland
Responsable de la fábrica de Nissan en Sunderland

Hace unos meses los ciudadanos británicos decidían en un referéndum su salida de la Unión Europea, por un escaso margen frente a los que querían continuar en la UE. A los pocos días el pánico se apoderó de algunos sectores de la sociedad y muchos ciudadanos comenzaron a darse cuenta de las graves consecuencias de una decisión tomada, quizá, a la ligera, en favor del Brexit.

Ahora, los norteamericanos, de manera un poco sorpresiva, han dado sus votos a Donald Trump, que será en enero el nuevo presidente de Estados Unidos, sustituyendo a Obama. En ambos casos han sido los ciudadanos los que han tomado libremente una decisión que ha sido propiciada por los partidos políticos y por las directrices de sus órganos dirigentes.

Ambas decisiones van a tener graves consecuencias en el mundo del motor, sobre todo en el aspecto industrial y comercial. Pero todavía todo está en el aire, solo hay promesas electorales por parte de los políticos, que solo son promesas. Y de lo que se trata ahora es de conseguir acuerdos claros y justos en torno a este sector, a las ayudas públicas, a los aranceles...

En el caso de Reino Unido, es curioso que a los pocos días de producirse el "si" al Brexit, los fabricantes de automóviles instalados en el territorio pusieron en duda su continuidad allí y ya planteaban llevarse la producción a otros países europeos. Pero todo ha sido muy rápido, porque Carlos Goshn, presidente de Nissan y de la Alianza Renault Nissan, se reunió con Theresa May y con el nuevo responsable económico del Gobierno, y a los pocos días el propio Goshn anunció más inversiones en la planta de Sunderland para hacer allí dos coches nuevos.

No ha trascendido lo que hablaron, pero está claro que lo que May ha ofrecido a Nissan son más ayudas, más dinero para mantener la planta de Sunderland que es la más productiva de la marca. Y lo mismo ha ocurrido con Toyota y con Honda, las otras dos marcas japonesas con fábrica en Reino Unido. Pero también se ha sabido que ha incluido en las propuestas la promesa de buscar un acceso libre de aranceles para los coches fabricados en Reino Unido a la Unión Europea.

En el otro lado está el caso de Estados Unidos. En los días previos a la votación, Trump hizo una fuerte campaña contra el sector del automóvil norteamericano, sobre todo contra Ford por estar haciendo fuertes inversiones en una nueva fábrica en México, algo que también han hecho otros fabricantes como General Motors. Con sus palabras, lo que Trump buscaba era conseguir nuevos votos de esas personas que están cansadas con la situación actual. Y en el fondo era una situación parecida a la que ocurrió en Reino Unido con el referéndum del Brexit.

En cualquier caso creo que las posturas, en ambos casos, son lógicas. De lo que se trata ahora es de negociar unos acuerdos justos de aranceles para los coches fabricados en países de fuera del territorio, ya sea en Estados Unidos o en Europa. Hay que conseguir, por un lado, defender los intereses de los fabricantes de automóviles, mantener el empleo y las inversiones en los países, pero por otra parte hay que mirar por el bolsillo de los ciudadanos. Estos no pueden pagar unos vehículos mucho más caros, solo porque haya una lucha por conseguir tener una fábrica en un territorio o en otro. O por que se pongan unos aranceles excesivos para defender la industria nacional.

De momento promesas

Las promesas hechas en los días previos al referéndum sobre el Brexit, solo son promesas. Y no necesariamente van a reflejar lo que finalmente sucederá una vez que Gran Bretaña haya abandonado definitivamente la Unión Europea. De momento lo único que está claro es que el gobierno del Reino Unido ha tratado de hacer concesiones económicas o fiscales para evitar que las empresas salgan del país. Y eso refleja el temor británico por las consecuencias del Brexit.

Hace unos meses los ciudadanos británicos decidían en un referéndum su salida de la Unión Europea, por un escaso margen frente a los que querían continuar en la UE. A los pocos días el pánico se apoderó de algunos sectores de la sociedad y muchos ciudadanos comenzaron a darse cuenta de las graves consecuencias de una decisión tomada, quizá, a la ligera, en favor del Brexit.

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