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El automóvil del futuro, pendiente de los políticos
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

El automóvil del futuro, pendiente de los políticos

El sector del automóvil está preparando el terreno para un cambio radical, algo que debe pasar el filtro político de turno. ¿Se convertirá en un obstáculo para mirar hacia el futuro?

Foto: La conducción autónoma tardará en llegar
La conducción autónoma tardará en llegar

Se está preparando la gran revolución del automóvil, la que va a hacer que todo cambie radicalmente en solo unos pocos años. Pero ojo, esos cambios que parece que llegan rápidamente no van a estar operativos tan rápido como creemos. Los que supongan beneficios para las grandes empresas y multinacionales pronto estarán funcionando pero los que dependan de la política van para largo.

Básicamente hay cuatro conceptos diferentes en esa revolución, el coche autónomo, eléctrico y conectado, a lo que suma otra forma de entender la movilidad pero directamente ligado con estos cambios, el automóvil compartido. De ellos, dos aspectos ya están en marcha y evolucionan favorablemente, el del coche conectado y el del vehículo compartido.

Car2go o Emov

Cuando ha llegado a nuestros móviles el concepto de compartir vehículo, en sus distintas facetas, como la del coche con conductor de tipo Uber o Cabify o del coche sin conductor con dos ejemplos claros en Car2go o Emov, las cosas empiezan a funcionar bien y sobre todo rápido. Es un cambio importante y supone un grave problema para el sector del taxi, pero parece que no hay problemas ni legales ni económicos para ralentizar su puesta en marcha.

El coche conectado es algo parecido. Ya hay muchos coches que llevan en su interior una tarjeta de teléfono (una SIM) que permite enviar de manera permanente datos del coche, de la ubicación, de su velocidad, del número de personas que viajan dentro del coche… y de otros muchos datos importantes.

Detrás de todos estos datos está el big data, las grandes corporaciones internacionales y Google entre ellas. De momento no es obligatorio, pero a partir del 2018 todos los coches nuevos vendidos en la Unión Europea tendrán que contar con el sistema e-call. Y eso supone que a partir de entonces todos esos coches nuevos enviarán todos sus datos a algún sitio de manera permanente.

Es decir, que el coche compartido y conectado es ya una realidad que crece como la espuma, porque las grandes empresas que están detrás, y entre ellas Google, Apple o Microsoft, lo mueven. Y porque los que podrían limitar su crecimiento o la rapidez de su desarrollo, los políticos o los jueces, no están haciendo nada. No quiero entrar en el fondo de la cuestión porque es un tema muy largo y complicado, pero si los ayuntamientos han vendido licencias de taxi, la pregunta es por qué ahora los Uber o Cabify pueden hacer lo mismo que un taxi pero sin tener que pagar una licencia.

Y si hablamos del coche conectado, los jueces deberían analizar hasta qué punto es legal que empresas privadas tengan acceso directo a los datos de cada usuario, de su posición, de sus datos de velocidad y del número de personas que van dentro del coche. Aunque suponga mejoras para los usuarios en algunos casos, como es el e-call ante un accidente grave, la realidad es que si todo se mueve tan rápido es por los intereses empresariales.

Donde vienen los problemas es con los otros dos conceptos que conllevan la revolución del automóvil, el coche eléctrico y autónomo. En ambos casos las empresas de automoción están haciendo grandes esfuerzos para desarrollar una tecnología más limpia y más segura de forma muy rápida. La puesta en marcha de forma urgente del coche eléctrico y autónomo, supondría salvar millones de vidas en todo el mundo y hacer mucho más fácil la vida de los ciudadanos. Pero en ambos casos requiere unas fuertes inversiones por parte de los gobiernos y de las empresas que no van a llegar a la mayor parte de los países en muchos años.

En el caso de España las compañías eléctricas parece que son las menos interesadas en poner en marcha el coche eléctrico, no hay infraestructuras para poder poner en circulación una flota razonable de vehículos movidos por electricidad. Y otro aspecto importante, el Estado cobra un 50% de impuestos de cada litro de gasolina/gasóleo, mientras que con la electricidad solo sería un 21%.

Da igual quién gobierne

Y para el coche autónomo ocurre exactamente lo mismo. Las carreteras españolas acumulan un déficit de mantenimiento de más de 6.000 millones de euros. ¿Se imaginan que un Gobierno, ya sea del PP, del PSOE o de Podemos, anuncia una inversión multimillonaria para poner en marcha unas infraestructuras inteligentes capaces de comunicarse con los coches? Yo no creo que esto llegue a España a medio plazo.

En los próximos años seguiremos hablando de coches eléctricos, de muchas novedades, de baterías más baratas, con más densidad energética y que se recargan más rápido, pero seguirá sin haber una infraestructura para recargar un millón de coches, por ejemplo, de manera simultánea.

Y del coche autónomo, para qué hablar. Habrá marcas que los vendan y clientes que los compren, pero sin intercomunicación con las carreteras, con los conductores manteniendo un estilo de conducción en el que vale todo, saltarse límites de velocidad, semáforos y rayas continuas, como ocurre ahora, el que tenga un coche autónomo solo podrá usarlo en el modo autónomo en momentos puntuales.

Se está preparando la gran revolución del automóvil, la que va a hacer que todo cambie radicalmente en solo unos pocos años. Pero ojo, esos cambios que parece que llegan rápidamente no van a estar operativos tan rápido como creemos. Los que supongan beneficios para las grandes empresas y multinacionales pronto estarán funcionando pero los que dependan de la política van para largo.

Cabify Big Data