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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

Alcohol al volante, una mala combinación

En solo una semana dos graves accidentes de tráfico de características muy similares han venido a poner el foco de atención en la siniestralidad vial y

Foto: Imagen de un accidente mortal ocurrido en A Guarda en 2016.EFE/Sxenick
Imagen de un accidente mortal ocurrido en A Guarda en 2016.EFE/Sxenick

En solo una semana dos graves accidentes de tráfico de características muy similares han venido a poner el foco de atención en la siniestralidad vial y en el peligro que supone para los ciclistas circular por una carretera. Dos casos muy parecidos en los que el conductor de un vehículo ha invadido de manera imprevista el carril contrario, por donde circulaba un grupo de ciclistas. Y el resultado, tres muertos en el primer accidente y un herido grave mientras que el segundo se ha saldado con un herido grave y otro leve.

La relación entre bicicletas y automóviles en una carretera es siempre complicada por la gran diferencia de velocidad que hay entre ambos. Pero con el respeto necesario no tiene por qué producirse ningún accidente. Lo que ocurre es que en estos dos casos no se trata de un problema entre estos dos colectivos, el de automovilistas y el de ciclistas, sino de algo mucho más grave como es la conducción bajo los efectos del alcohol y las drogas.

Se ha hablado mucho de estos accidentes, sobre todo del primero, porque la conductora ha arremetido contra un grupo de seis ciclistas, algo que es por supuesto muy grave. Pero no se habla tanto de los numerosos accidentes en los que se produce un choque frontal entre dos vehículos cuando uno invade el carril contrario y uno de los factores clave recurrente es el consumo de alcohol.

Conducir un automóvil, o una moto o también una bicicleta, es una actividad de riesgo y como tal debe ser entendida. Cuando una persona decide hacer “puenting” sabe que está arriesgando su vida y que puede morir realizando esta actividad. Cuando un deportista decide escalar una montaña del Himalaya, sabe que debe prepararse al máximo para superar ese reto. Pero en cualquier caso, ya sea con el “puenting” o con la escalada extrema, el único que arriesga su vida es el que hace dicha actividad.

En la conducción de un vehículo en una carretera abierta al tráfico es muy distinto. La gran diferencia es que cuando la primera conductora, la que provocó un accidente con el resultado de tres personas fallecidas, se metió en su particular “aventura” lo han pagado muy caro otras personas.

Las estadísticas de accidentes de tráfico en España son escalofriantes. Pensar que un 22% de los conductores fallecidos en un accidente dio positivo en alcohol o drogas es para pensarse qué es lo que estamos haciendo mal. En España se bebe mucho alcohol, pero los países con mayor consumo de bebidas alcohólicas en Europa son los países nórdicos y es donde hay una menor siniestralidad vial.

Allí se bebe mucho y se conduce en unas circunstancias muy complicadas, con nieve y hielo casi de manera permanente en las carreteras. Pero la inmensa mayoría de los conductores son muy responsables. Allí, si en una carretera de tres carriles hay una señal de 60 km/h, todo el mundo va a 59 km/h y a nadie se le ocurre ir más deprisa. Es la ley. Y el que va a conducir no bebe ni una gota, aunque los demás se pongan hasta arriba.

Aquí, en España, hay bastantes personas que son capaces de sentarse al volante en cualquier estado y de cualquier forma. El caso de la primera conductora lo tiene todo. Según las informaciones que se han facilitado del accidente, duplicaba la tasa de alcohol permitida, dio positivo en drogas y el carné ya le había sido retirado por la misma circunstancia anteriormente. Y por si todo esto no era suficiente, venía cansada de estar toda la noche de fiesta…

Y en el nuevo accidente, que se ha producido en el término municipal de Riudoms en Tarragona, ocurre algo parecido. En este caso multiplicaba por cuatro la tasa de alcohol permitida y era una conductora novel. Además, el accidente se produjo a las 07.15 de la mañana.

Una gran batalla

La batalla importante que hay que dar en este momento es para evitar que conducir tras beber alcohol o consumir drogas sea lo normal en las carreteras españolas. Porque esa es una lotería a la que no queremos jugar los que nos sentamos al volante sin beber alcohol, descansados y con el coche en las condiciones idóneas para conducir. Y se me olvidaba, también sin llevar el móvil en la mano pasando un mensaje o leyendo el correo electrónico.

Hay que conseguir concienciar a los conductores de los peligros que conlleva la conducción y de la necesidad de hacerlo bien, lo mejor posible y en las mejores circunstancias, con el cinturón puesto, con los niños sentados en sus asientos apropiados a su edad y siempre con los cinco sentidos puestos en la conducción.

La Guardia Civil debe hacer su parte del trabajo, perseguir las conductas peligrosas, hacer más pruebas de alcohol y de drogas y no quedarse solo en poner un radar y hacer caja. Y los jueces también deben aplicar de forma drástica y ejemplar las leyes para erradicar estas conductas que hacen imposible una convivencia tranquila por poner en peligro la vida de muchos ciudadanos.

En solo una semana dos graves accidentes de tráfico de características muy similares han venido a poner el foco de atención en la siniestralidad vial y en el peligro que supone para los ciclistas circular por una carretera. Dos casos muy parecidos en los que el conductor de un vehículo ha invadido de manera imprevista el carril contrario, por donde circulaba un grupo de ciclistas. Y el resultado, tres muertos en el primer accidente y un herido grave mientras que el segundo se ha saldado con un herido grave y otro leve.

Guardia Civil