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2017, un año no tan bueno como se esperaba
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

2017, un año no tan bueno como se esperaba

La producción se ha ralentizado y la siniestralidad ha subido. Además, los organismos competentes no han estado a la altura para solucionar los problemas existentes

Foto: De las plantas españolas saldrán este año cerca de 2,9 millones de vehículos, por debajo de los tres millones previstos por ANFAC.
De las plantas españolas saldrán este año cerca de 2,9 millones de vehículos, por debajo de los tres millones previstos por ANFAC.

Termina 2017 y lo hace con un sabor agridulce en el mundo de la automoción. La crisis que en los últimos años ha machacado al sector del automóvil parece ya algo olvidada, pero la realidad es que la situación no es tan buena como cabría esperar. Se podrían haber hecho muchas cosas para mejorar la situación y preparar un futuro prometedor, pero en realidad no se ha hecho nada.

Después de un principio de año bastante malo, en el que se redujo la producción de vehículos en las plantas españolas, en noviembre, y por tercer mes consecutivo, la producción de coches en España aumentó. Pese a ello, el objetivo previsto por la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC) de conseguir en 2017 superar la barrera de los tres millones de unidades fabricadas en un año deberá esperar hasta el 2018.

La razón principal de esta ralentización de la producción hay que buscarla no tanto en España como en los principales mercados exteriores. Si los principales destinos de los coches fabricados en España son Francia, Alemania y Reino Unido, y estos mercados han comenzado el año débiles, las plantas españolas han tenido que reducir su ritmo de producción para no acumular 'stock'.

placeholder España está a la cola de Europa en el coche eléctrico.
España está a la cola de Europa en el coche eléctrico.

Otro aspecto importante es el de la siniestralidad vial: por segundo año consecutivo las víctimas mortales y el número de accidentes aumentan. En este caso hay unos cuantos responsables: la Dirección General de Tráfico (DGT), el Ministerio de Fomento y sobre todo el de Educación. Durante los años de crisis se han paralizado completamente las inversiones en carreteras, por falta de dinero, pero ahora que ya no estamos en esa crisis y aumenta la recaudación fiscal seguimos sin invertir en carreteras. Y es que ese dinero hay que gastarlo en 'tapar agujeros' como los de las carreteras de peaje de Madrid o el coste del despliegue policial en Cataluña.

La DGT también tiene una parte importante de culpa. Durante años, cuando la siniestralidad bajaba año tras año por el menor uso del coche, la mayor seguridad de los coches y el aumento de radares, desde el organismo encargado de la vigilancia del tráfico no se hizo nada para mejorar la seguridad vial. Y ahora hay una plantilla mínima que solo puede sacar adelante el departamento de gestión de multas. Pero sobre todo es que la mentalidad con la que se dirige la DGT es la de que cueste lo mínimo posible y que ingrese el máximo. El tema de la huelga de examinadores para la obtención del carné de conducir es otro ejemplo de la mala gestión. Seis meses de huelga y cerca de 120.000 personas que no se han podido examinar, pero parece que no ha pasado nada.

El mercado del automóvil en España parece que va muy bien, pero la realidad tampoco es realmente esa. Este 2017 se cerrará, a falta de los datos definitivos de matriculaciones, con 1,2 millones de vehículos vendidos, lo que supone un crecimiento en torno al 5%, Y eso es razonablemente bueno. Lo que no es tan bueno es que una parte de esas ventas esconden automatriculaciones que hacen los propios concesionarios para cumplir con sus objetivos comerciales anuales. Y esas ventas, por encima del 10% del total del mercado, son pan para hoy y hambre para mañana, operaciones en las que no se gana dinero.

Esta debilidad del mercado de coches nuevos hace que la edad media de los vehículos siga subiendo con el paso de los meses y al cierre de 2017 ya se sitúa por encima de los 11,5 años. Vamos, que una parte de los coches que circulan cada día por nuestras calles tienen ABS y por los pelos, y probablemente ni siquiera funciona correctamente, pero no tienen ESP, y por supuesto ni hablamos de frenado de emergencia en ciudad o aviso de cambio de carril.

placeholder La siniestralidad ha subido por segundo año consecutivo. (EFE)
La siniestralidad ha subido por segundo año consecutivo. (EFE)

Un futuro complicado

El futuro tampoco pinta mejor, al menos a corto plazo. Cada día se detecta a más conductores con alcohol y drogas en su sangre, cada vez hay más excesos de velocidad, más conductores sin cinturón de seguridad o más atropellos, y en general hay mucho menos respeto por las normas del tráfico y por los otros usuarios de la vía. El problema es de la educación que reciben nuestros jóvenes, cada día peor. Y la siniestralidad sigue subiendo, lo mismo que la edad media del parque de vehículos mientras que el mantenimiento de las carreteras sigue en caída libre.

Por si todo esto fuera poco, España poco a poco va a perder la gran competitividad alcanzada en los últimos años en la producción de vehículos, porque pronto los coches van a ser eléctricos, y en ese tema, como en muchos otros, estamos a la cola de Europa. O se toman decisiones fuertes y arriesgadas que nos lleven a encarar el futuro con optimismo y a cambiar el rumbo, o si seguimos con la misma inercia de continuismo acabaremos muy mal.

Termina 2017 y lo hace con un sabor agridulce en el mundo de la automoción. La crisis que en los últimos años ha machacado al sector del automóvil parece ya algo olvidada, pero la realidad es que la situación no es tan buena como cabría esperar. Se podrían haber hecho muchas cosas para mejorar la situación y preparar un futuro prometedor, pero en realidad no se ha hecho nada.

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