Una consulta pública para mejorar las pruebas de emisiones

Aunque no lo crean es cierto: la Comisión Europea (CE) ha abierto una consulta pública para que los ciudadanos den su punto de vista sobre cómo mejorar las pruebas de emisiones de coches en el territorio europeo. Y la verdad es que, al menos a mí, me parece una broma de mal gusto.

Creo que la CE tiene trabajando y cobrando a un montón de personas que, al menos en teoría, saben lo que hacen. Y el sector del automóvil mueve muchos miles de millones de euros cada año como para dejar que las normas las fijen los ciudadanos. Europa tiene una gran importancia en el panorama mundial del automóvil. Y dentro de este contexto, plantear que la CE necesita ayuda de los ciudadanos para un tema muy técnico y tan concreto como este parece una tomadura de pelo.

Sobre todo por los antecedentes que existen sobre este tema en Europa. El europeo es el único gran mercado que durante los últimos 30 años ha apostado y ha primado el uso de motorizaciones de gasóleo. De lo contrario hoy en día solo habría motores diésel para el transporte pesado, como ocurre en el resto del mundo.

La CE tiene todos los medios necesarios para solucionar estas cuestiones, pero creo que casi todas las decisiones que se toman en torno al automóvil en Europa están mal tomadas. En Estados Unidos hay un departamento encargado de controlar las emisiones contaminantes, el EPA, que se hizo famoso por descubrir el 'dieselgate'. Y organismos similares los hay en Japón, en Corea del Sur o en China.

Pero en Europa no lo hay, porque en realidad en los últimos 25 años todo lo que se ha hecho ha sido modificar la normativa anterior para ir lanzando la Euro 3, Euro4…hasta la última Euro6. Todo lo que había que hacer era reducir en cada nueva normativa los máximos de emisiones de CO2, de NOx o de partículas. Pero sobre todo, las pruebas se hacían en un laboratorio, algo poco racional.

La responsable de Industria de la CE, Elżbieta Bieńkowska, comentaba hace algunos meses que ella siempre se ha opuesto a que hubiera un organismo central europeo para gestionar el sector del automóvil y temas como las emisiones contaminantes, pero que quizá se habría equivocado. Seis meses después sigue con la duda de si se equivoca o no, pero sigue cobrando su sueldo todos los meses y sin tomar ninguna decisión al respecto.

Cómo hacer las pruebas de emisiones es algo que está perfectamente previsto y calculado en otros países, como en Estados Unidos, pero parece que en Europa no es tan fácil cuando hay que pedir ayuda a los ciudadanos. Quizá porque sólo hay muchos miles de ingenieros trabajando en el sector del automóvil, que por cierto representa el primer sector industrial inversor en I+D+I de Europa.

Si se va a hacer una consulta así, y me parece lamentable solo plantearlo, deberá ser una consulta abierta solo a los ingenieros especializados en el tema de los coches. O va a estar abierta a los fontaneros, a las amas de casa o a los auxiliares de vuelo de las compañías aéreas, todos ellos muy acostumbrados a conducir y por ello a saber cómo se deben hacer estas pruebas tan técnicas. Desde luego a ninguno de estos gremios se les ocurriría hacer estas pruebas solo en un laboratorio, como ha hecho Europa los últimos 30 años.

Me gusta un comentario en el comunicado lanzado por el ejecutivo comunitario en el que destaca que "aAhora la Comisión está apretando aún más los tornillos, mejorando estas pruebas e introduciendo más controles para garantizar que los vehículos que ya están en circulación estén en conformidad con los límites de emisión".

De lo contrario, aunque los coches los han fabricado las marcas en base a las normas vigentes hasta ahora, con las pruebas en laboratorio, los ciudadanos pagarán los platos rotos y los excesos de emisiones. Nuestros representantes comunitarios en lo único que piensan es en cómo subir los impuestos a los ciudadanos. Pero es que ellos viven de nuestros impuestos.

Hay otro aspecto realmente interesante en este tema sobre cómo funciona la Unión Europea (UE) en torno al automóvil. Con el caso de los motores trucados del Grupo Volkswagen, y según la normativa vigente en la UE, se sanciona a los países en los que se han vendido los coches trucados, pero no a los fabricantes de esos coches. Ahora, la UE quiere que se apruebe una reforma para que en el futuro esto ya no sea así, sino que las sanciones las paguen los fabricantes de los coches que no cumplan las normas.

Si se llega a aprobar, esta reforma se aplicará desde 2020 una cosa que parece la lógica más aplastante. Si yo fabrico una cámara de fotos, una lavadora o un cuaderno y el producto no cumple con las normas, me enfrento a multas y a procesos judiciales. Hasta ahora, si fabrico un coche que no cumple con las normas vigentes, las multas las pagan los países donde se venden.

Si los fabricantes de camiones se ponen de acuerdo para subir los precios a los clientes, algo ilegal, Europa pone multas milmillonarias a estos fabricantes, pero ese dinero se lo reparten en Bruselas y los que han comprado el camión más caro no reciben ninguna compensación, después de que Bruselas haya cobrado más de 2.000 millones de euros.

Y después de todo esto quizá la pregunta es: ¿para qué sirve la Unión Europea? Por ejemplo para imponernos el tren de alta velocidad, una inversión imposible de asumir, pero que deja muchos beneficios a algunos.