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Carlos Cancela

Educación, la clave del tráfico y de todo

La clave del tráfico y de la seguridad vial, como la de casi todo lo que pasa por nuestras vidas es, siempre, la educación. Si todos

Foto: Las carreteras, como los aviones, están cada día más llenos y la educación es clave para el futuro. EFE/Chema Moya
Las carreteras, como los aviones, están cada día más llenos y la educación es clave para el futuro. EFE/Chema Moya

La clave del tráfico y de la seguridad vial, como la de casi todo lo que pasa por nuestras vidas es, siempre, la educación. Si todos los conductores cumplieran estrictamente con las normas, si mantuvieran la distancia de seguridad, si no se usara el móvil al volante y si no se intentará siempre llegar antes que los demás, los accidentes de tráfico se reducirían drásticamente. Y si a esto añadimos unos coches cada día mucho más seguros, el resultado podría ser espectacular.

Todo lo que tiene que ver con el tráfico, con la conducción en ciudad, con los atascos y con los accidentes, es una cuestión de educación. Voy a dejar el mundo de los coches por un momento y les voy a hablar de aviones, más concretamente de viajar en avión. Hace muchos años volar en avión era algo reservado a poca gente, con unos viajes muy caros y con los pocos aviones que había, siempre bastante vacíos. Pero lo mismo que ocurría con las carreteras hace esos mismos años.

De los viajes muy elitistas se ha pasado a lo contrario, a los aviones siempre llenos, sea el destino que sea. Y como en el tráfico por carretera, en el uso de los aviones también hay una serie de normas que todos debemos cumplir. Hacerlo es una cuestión de educación y de respeto hacia los demás. Por ejemplo, las compañías aéreas ponen un límite para nuestras maletas y sobre todo para lo que se puede llevar dentro de la cabina. Hay muchas personas que cumplen esa norma, pero hay otros que llevan de todo en el avión. Y como hay personas que llevan tres bultos pues hay otros viajeros a los que les obligan a facturas su maleta, cuando tienen derecho a llevarla a bordo.

Ir en el avión, como hacer la compra o como ir al cine y, por supuesto, conducir, requiere pensar en lo que se está haciendo. Es habitual ver cómo llega una persona, coloca su bolso o su mochila en el maletero superior del avión y al lado pone su chaqueta, muy bien doblada. Detrás vienen otras 50 personas con sus maletas y si tienen la educación necesaria, sacarán esa chaqueta con cuidado, pondrán su maleta y meterán encima la chaqueta. Y si no la tienen, pondrán su maleta encima de la chaqueta. Pero el primer fallo es el de la persona que se cree que todo el espacio es para él.

Como cuando se conduce un coche, también en un avión está prohibido usar el móvil, en el caso del avión siempre que no sea en “modo avión”. Pues da igual, con cierta frecuencia empiezan a entrar llamadas a los móviles cuando aún el avión no ha tomado tierra. La norma es bien fácil pero, ¡para qué se va a cumplir! Hay normas para acceder al avión y sobre todo hay una cola para entrar. Pues bien, además de las 100 personas que están en esa cola hay otras 10 que se cuelan sin ningún pudor, exactamente lo mismo que ocurre con los atascos de los coches.

Hacer las cosas bien

Todos los aviones tienen obligatoriamente al menos un baño. Es bastante lógico pensar que si se va a subir en un avión, lo normal es ir al baño en el aeropuerto, antes de entrar en la aeronave. Pues hay personas que nada más entrar ya tienen que ir al baño y molestar a los demás. Se puede hacer, pero es mejor tratar de no molestar a nadie, si se puede. Las plazas de los aviones, sobre todo en los de Iberia, son cada vez más reducidas. Pues siempre hay algún pasajero que es “más listo que los demás”, que reclina su asiento para ir más cómodo, sin pensar que el que va detrás no se puede ni mover. Es un tema muy parecido al de no guardar la distancia de seguridad con el coche de delante, “yo voy como quiero y los demás que se quiten”.

Cuando en el avión pasa el personal de la compañía con el carro de la comida o las bebidas, necesitan que el pasillo esté libre para poder hacerlo rápido. Pero hay pasajeros a los que les da igual, que según devuelven su bandeja se levantan para ir al baño o para ver a algún amigo. Les da igual que esté el carro en medio del pasillo, ellos pasan. Y molestan a todos. Como lo hacen los vehículos que giran desde un carril en el que no está permitido girar. Para despegar y aterrizar, todas las ventanillas tienen que estar levantadas, pues hay pasajeros a quienes no les importa esa norma, las bajan para seguir viendo su película tranquilamente. Todos estos comportamientos son algo parecido a lo que sucede en carretera, que cada uno hace caso de lo que quiere.

La persona que quiere algo del servicio de bar de Iberia, por ejemplo, sabe que tiene que pagar, pero ni se ha planteado que tiene que llevar el dinero a su alcance para pagarlo. Entonces tiene que molestar al resto de usuarios, sacar la cartera de su maleta… vamos, lo mismo que cuando se circula por una autopista de peaje y algún usuario lleva el dinero para pagar en una mochila, guardada en el maletero y hace perder minutos al resto de usuarios.

Yo creo que en el tráfico, en el avión, en la cola del cine o en una caja de un supermercado todo se basa en lo mismo, en la educación y el respeto hacia los demás. No colarse a nadie pero tampoco dejar que nadie se cuele y cumplir con todas las normas. Si todos lo hacemos bien, y es fácil lograrlo pues solo hay que pensar en lo que estamos haciendo, las cosas serían mucho más fáciles para todos.

La clave del tráfico y de la seguridad vial, como la de casi todo lo que pasa por nuestras vidas es, siempre, la educación. Si todos los conductores cumplieran estrictamente con las normas, si mantuvieran la distancia de seguridad, si no se usara el móvil al volante y si no se intentará siempre llegar antes que los demás, los accidentes de tráfico se reducirían drásticamente. Y si a esto añadimos unos coches cada día mucho más seguros, el resultado podría ser espectacular.