Más víctimas del tráfico, más radares y menos agentes

El nuevo director general de Tráfico, Pere Navarro, anunció en su primera comparecencia pública tras tomar posesión de su cargo el pasado 11 de julio que una de sus primeras medidas al frente del departamento será la actualización del carné por puntos. "Hay que hacer balance, actualizar y retocar para darle un nuevo impulso", precisó.

Esas declaraciones las hizo tras anunciar las cifras oficiales del balance de siniestralidad de 2017, en el que por cuarto año consecutivo aumentó el número de víctimas. En concreto fueron 1.830 fallecidos, 20 más que en 2016. En estos datos se contabilizan todas las víctimas mortales en ciudad y en carretera, incluyendo los fallecidos hasta 30 días después de producido el siniestro.

El director general de Tráfico ha incidido en la importancia de prestar una especial atención a los colectivos vulnerables (peatones, ciclistas y motoristas), que el año pasado representaron el 46% de todos los fallecidos. En concreto, en 2017 fallecieron 78 ciclistas, 359 motoristas y 351 peatones. Fue en el año 2013 cuando en España se logró el menor número de fallecidos de la historia reciente como consecuencia de un accidente de tráfico, con un total de 1.680 muertos entre carretera y ciudad. Es decir, que en solo cuatro años ha aumentado la cifra en 150 personas fallecidas, casi un 10% de crecimiento.

Creo que estos datos tienen que llevar a una reflexión profunda de lo que está ocurriendo en España, y no a unas cuantas palabras de intentar mejorar las cosas, de 'vamos a hacer' y 'vamos a mejorar'. Hay que tomar decisiones importantes, de calado, que permitan que España vuelva a la senda de la reducción de víctimas y de accidentes de tráfico. Es lo que la sociedad y los ciudadanos exigimos y lo que los políticos deben cumplir.

Gestión en manos de políticos

Quizá el problema fundamental de la política y lde la administración en España, es que la gestión nunca está en manos de verdaderos profesionales que saben de lo que hablan, sino de meros políticos que saben poco de casi todo. Cuando Pere Navarro llegó a la Dirección General de Tráfico (DGT) por primera vez, allá por el año 2004, su apuesta fue por llenar las carreteras españolas de radares y poner en marcha el carné por puntos. Creo que esa fue una buena decisión en su momento, como una medida de choque para evitar la sangría que cada fin de semana representaba el tráfico y que en los peores años supuso hasta 5.000 fallecidos cada año. Pero lo malo es que tras esa primera decisión no ha habido ninguna más en la DGT, ni con el propio Pere Navarro ni con su sucesores María Seguí y Gregorio Serrano.

En su primera comparecencia, Navarro destacó que cada día se reducen más las víctimas en coche, pero que aumentan mucho las de peatones, ciclistas y motoristas, que ya suponen un 46% de las víctimas mortales. Por ello, el nuevo director aboga por lo mismo que dicen siempre todos los responsables de tráfico desde hace años: nuevos límites de velocidad más estrictos, más vigilancia. Es decir: más radares y cámaras, y poco más.

En el fondo, la DGT es solo un negocio que tiene que ser lo más rentable posible. Hay graves problemas que afectan a la siniestralidad, muchos, pero que no se abordan de ninguna manera. Que los ciclistas no tengan obligación de llevar el casco en ciudad, desde mi punto de vista, es una locura, pero según la DGT eso desincentivaría el uso de la bicicleta. Si un ciclista se cae y se golpea la cabeza, es culpa del algún conductor de coche. Y si hubiera circulado a 30 km/h no hubiera pasado. Pero ojo, no quiero eximir de culpa a los conductores, que en la mayor parte de los casos son los culpables del siniestro. Cuando un peatón que cruza una calle sin mirar, y eso pasa miles de veces a diario, si se produce un atropello es culpa del conductor siempre porque si hubiera ido más despacio, no habría muerto. Esa debe ser la opinión de la DGT.

Si se quieren reducir las víctimas del tráfico, además de actualizar el carné por puntos, que seguro es para quitar más puntos y hacer pagar más cursos de recuperación, una fuente inagotable de dinero para la DGT, hay que hacer otras cosas. ¿Se habrá fijado la DGT que cada día hay más conductores con más de 80 años que en muchos casos no son aptos para conducir, pero que consiguen un certificado que si les acredita para poder seguir conduciendo?

Uno de cada tres conductores implicados en un accidente, según la propia DGT, dieron positivo en alcohol o drogas. Pere Navarro dijo en una entrevista en 'Espejo Público' de Antena 3 que quiere hacer cinco millones de pruebas de alcohol cada año, para que los conductores sepan que les pueden pillar si beben. Ese tipo de cosas son las que se dicen para quedar bien, pero la plantilla de agentes de la Guardia Civil se reduce cada día. ¿Qué va a hacer Pere Navarro, darle un contrato a una empresa privada para que haga estos controles? ¿Y el coste de dichas pruebas quién lo va a pagar?

Queda el tema fundamental, un punto clave para mejorar la siniestralidad, que es el mantenimiento de las carreteras españolas. Es una vergüenza que año tras año se dejen abandonadas las carreteras y que las únicas inversiones que se hacen sean para construir un tramo nuevo de carretera, que muchas veces no hace falta, pero que es un buen negocio. Según la asociación española de la carretera, la red viaria requiere 7.000 millones de euros en los próximos años para poder ponerse al día. Pero el Gobierno gasta nuestro dinero en mantener la red de AVE más grande de Europa y la segunda mayor del mundo.

La dirección general de Tráfico es un organismo que, según el Tribunal de Cuentas, tiene importantes irregularidades en su configuración jurídica, no están bien delimitadas cuáles son sus competencias y tiene un presupuesto que cubre cada año con las multas y con tasas por emitir permisos de conducir y otros servicios. Además, sus cuentas no son muy claras en los últimos años. Por eso, cuando Pere Navarro habla de “hacer más controles de alcohol” o de “actualizar el carné por puntos”, en realidad solo habla de más radares y más multas, pero para que salgan aún mejor las cuentas se van a bajar los límites de velocidad. Es lo que llamaríamos cuadrar el balance, pero no precisamente el de las víctimas mortales.