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Lo que no encaja en el discurso sobre el diésel y la gasolina de los coches
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

Lo que no encaja en el discurso sobre el diésel y la gasolina de los coches

Si se prohíbe la circulación de los camiones más viejos y se exige que los nuevos cumplan unas normas imposibles de cumplir, el transporte tendrá un problema

Foto: El sector del automóvil es un pilar fundamental de la economía europea que se está poniendo en riesgo.
El sector del automóvil es un pilar fundamental de la economía europea que se está poniendo en riesgo.

La Unión Europea (UE) sigue adelante con sus planes de limitar cada día más las emisiones de CO2 de los turismos y también las de los camiones y autobuses. El objetivo, según Bruselas, es reducir la contaminación y dar pasos adelante hacia la descarbonización. Estas medidas van a poner en riesgo uno de los sectores claves de la economía europea. Lo curioso es que en ningún otro sector se plantean tomar alguna medida restrictiva, ni en los aviones o barcos, ni en la producción de electricidad quemando carbón. Tampoco limitan las centrales nucleares.

La automoción ha sido desde hace muchos años un pilar fundamental de la industria europea, con grandes fabricantes que han logrado imponerse a nivel mundial como la referencia tecnológica. Fabricantes como Audi, BMW, Mercedes, Porsche, Volkswagen, el grupo PSA o Renault han marcado el ritmo de la evolución del automóvil a nivel mundial. Pero ahora ese liderazgo indudable durante años está en un grave riesgo. Y la causa principal son las decisiones arbitrarias que están tomando las autoridades comunitarias.

Toda la sociedad apuesta por reducir la contaminación. No hay ninguna duda en este sentido. Nadie quiere más contaminación en las ciudades, pero lo que hay que hacer es mirar hacia el futuro con una perspectiva muy amplia. No sirve de nada limitar por ley las emisiones de CO2 de los camiones si resulta que los fabricantes no pueden conseguir esa reducción por falta de infraestructuras para las nuevas tecnologías. Tampoco sirve de nada que Europa limite al máximo los coches y camiones, pero que en el resto del mundo no se tomen medidas similares.

placeholder El transporte puede tener un problema grave con las restricciones de emisiones impuestas por la Unión Europea. (Reuters)
El transporte puede tener un problema grave con las restricciones de emisiones impuestas por la Unión Europea. (Reuters)

Las marcas fabricantes implicadas trabajan cada día en mejorar los consumos y reducir las emisiones, en implementar cada día nuevos sistemas, con un coste elevado de investigación y desarrollo, para que los vehículos contaminen menos. Pero hay un límite que no se puede sobrepasar y para superarlo hay que cambiar la tecnología utilizada.

No se pueden seguir planteando solo motores diésel si se quiere reducir en un 30% las emisiones de CO2 de los camiones, lo que exige la UE para el año 2030. Y en el caso de los coches, esa reducción del 30% se aplica desde el 2020. Hay que cambiar radicalmente, porque con los nuevos límites de emisiones los vehículos ya no pueden ser solo diésel. Hay que buscar alguna alternativa. Cualquier opción a un motor diésel pasa por un vehículo de gas natural licuado en el caso de camiones o gas natural comprimido para los coches; por un sistema híbrido enchufable, por uno eléctrico o, en la opción más avanzada, uno de hidrógeno.

No hay infraestructuras

Los fabricantes están preparados para lanzar esas nuevas tecnologías. El problema es que no hay una infraestructura para poder recargar los 'depósitos' con esos nuevos combustibles. Es decir, que no se pueden vender y utilizar este tipo de vehículos innovadores mientras no haya una infraestructura adecuada. Las marcas los venden, pero nadie los compra. Mirar al futuro no es solo limitar y prohibir, como hacen en Bruselas, sino hacer que el futuro sea viable y sostenible.

La UE ya ha aprobado que los fabricantes de camiones reduzcan un 30% sus emisiones para el 2030 con una reducción ya muy importante del 15% en 2025. Si hay infraestructura de gas natural licuado, o de recarga eléctrica o de hidrógeno, los fabricantes lo podrán conseguir sin problema. Pero de lo contrario se verán obligados a dejar de vender sus vehículos. Eso es un problema para esas marcas porque se verán obligadas al cierre.

No se pueden vender y utilizar este tipo de vehículos innovadores mientras no haya una infraestructura adecuada para ellos

Pero sobre todo es un problema para Europa y para sus ciudadanos. Por un lado, los miles y miles de puestos de trabajo que se eliminarán en todas esas empresas, lo que aumentará el paro. Hay otro problema adicional: si no se pueden vender los nuevos camiones, porque no cumplen con las normativas tan exigentes, y yo diría que absurdas, lo que tendremos circulando son los camiones viejos, que son los más contaminantes. Y si se prohíbe la circulación de los camiones más viejos, por ser contaminantes, y se exige que los nuevos cumplan unas normas imposibles de cumplir, el transporte tendrá un problema.

Si no hay camiones operativos, la pregunta es: ¿cómo se hará la distribución de la comida o de las medicinas o de los productos de primera necesidad, el transporte de los niños al colegio y el del combustible de las calefacciones? En Bruselas solo se piensa en cómo defender los intereses de las grandes corporaciones, de las petroleras, de las eléctricas o de las empresas de carbón polacas o alemanas.

Lo mejor son las declaraciones de la ministra de Sostenibilidad y Turismo de Austria, Elisabeth Köstinger, destacando que a partir de 2025, los camiones y autobuses nuevos emitirán un 15% menos de dióxido de carbono (CO2) y a partir de 2030, un 30% menos. "Esto es parte de nuestros esfuerzos para descarbonizar el sector del transporte por carretera y un paso importante hacia el logro de los objetivos", dijo. Lo que no analiza es cuántos millones de puntos de recarga rápida o de gas natural licuado o hidrogeneras instalará la UE en Europa antes de 2025 para poder conseguir estos ambiciosos objetivos. Ellos ponen normas absurdas y los demás las cumplen... o no.

La Unión Europea (UE) sigue adelante con sus planes de limitar cada día más las emisiones de CO2 de los turismos y también las de los camiones y autobuses. El objetivo, según Bruselas, es reducir la contaminación y dar pasos adelante hacia la descarbonización. Estas medidas van a poner en riesgo uno de los sectores claves de la economía europea. Lo curioso es que en ningún otro sector se plantean tomar alguna medida restrictiva, ni en los aviones o barcos, ni en la producción de electricidad quemando carbón. Tampoco limitan las centrales nucleares.

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