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Consejos para reducir las muertes en carretera durante la Semana Santa
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

Consejos para reducir las muertes en carretera durante la Semana Santa

La seguridad vial es cuestión de todos. Cada año mueren en las carreteras españolas más de 1.000 personas, en concreto el año pasado fueron 1.180 víctimas

Foto: La DGT prevé 15,5 millones de desplazamientos en el operativo especial Semana Santa. EFE
La DGT prevé 15,5 millones de desplazamientos en el operativo especial Semana Santa. EFE

La seguridad vial es cuestión de todos. Cada año mueren en las carreteras españolas más de 1.000 personas, en concreto el año pasado fueron 1.180 víctimas mortales, una cifra que es absolutamente inasumible. La siniestralidad en las carreteras es una lacra de la sociedad contra la que hay que luchar, sin duda. Pero esta lucha debe ser de todos y cada uno de los implicados en ella: conductores, ciclistas y peatones, pero también los fabricantes de automóviles, la dirección general de Tráfico o el ministerio de Fomento con sus inversiones en las carreteras.

Estamos en plena Semana Santa, unos días en los que se producen gran cantidad de desplazamientos por toda la geografía española, concentrados en unos pocos días. Y por ello, hay que extremar las medidas de seguridad, estos días.

En España somos muy dados a que la culpa de todo, siempre, la tiene otro. Pero somos poco dados a asumir nuestra propia responsabilidad. Hay que hacer primero bien las cosas que nos corresponden, y luego pedir responsabilidades a los que no cumplen con las suyas. Los conductores son los principales implicados en la seguridad vial, los que en la gran mayoría de los casos son los culpables últimos de los accidentes.

En las carreteras se ven con mucha frecuencia actitudes incívicas que provocan accidentes o que al menos aumentan notablemente el riesgo de que se produzcan. Y son actitudes que hay que erradicar de nuestras carreteras. Pero hay otras actitudes que hay que fomentar y son el "sota, caballo y rey" de la seguridad vial.

Móvil, cinturón

Circular con el cinturón de seguridad puesto parece una obviedad, sin duda. Pero las estadísticas dicen que más del 30% de los fallecidos no lo llevaban. Beber alcohol o consumir drogas y sentarse al volante son dos acciones excluyentes una de la otra. Cerca del 40% de los conductores fallecidos en accidente dieron positivo en los controles. Y por supuesto, el uso del móvil está terminantemente prohibido. Una simple mirada al móvil puede provocar un grave accidente y consecuencias que lamentaremos toda nuestra vida, pero cada día se utiliza más mientras se conduce.

El otro aspecto de los clave para la seguridad vial es cumplir con todas las normas de tráfico. Los límites de velocidad, que son para todos. No vale tener un deportivo o una berlina premium o un gran todocamino para saltarse los límites. O las prohibiciones de adelantar o las rayas continuas en la carretera.

Pero por encima de todo, el sentido común, cada vez menos utilizado. Guardar la distancia de seguridad es circular mucho más seguro y tranquilo, sin sobresaltos. Mantener la velocidad a la que circulan los demás, cuando no se puede adelantar. No sirve de nada ir pegado al coche de delante cuando hay mucho tráfico y todos van circulando a 100 km/h, por ejemplo, en una autopista. Hay que adaptarse al tráfico y no que el tráfico se adapte a nuestros hábitos de conducir.

Solo una vez que los ciudadanos cumplan con su parte de esta ecuación podrán exigir a la DGT que haga su parte, que analice, estudie y tome decisiones, que presione a la Administración para aumentar la inversión en las carreteras. Este organismo lleva meses apostando por la obligatoriedad de los sistemas de ayuda a la conducción en los coches modernos. La tecnología ayudará a reducir las cifras de víctimas pero no puede ser la solución única. Como tampoco es solución llenar de radares las carreteras, hay que educar.

Al principio les decía que todos los implicados en la seguridad vial deben hacer su parte. La de los usuarios es importante, sin duda, pero también la de la DGT. Y su trabajo no es conseguir que Europa obligue a esos sistema de seguridad. Hay que hacer que las carreteras se adapten a esas nuevas tecnologías, a la conducción autónoma. No vale con que los coches lleven esas tecnologías, las infraestructuras requieren muchos millones de euros para que el coche autónomo sea una realidad. Y de esa parte ni se habla. O de formar a los conductores en el uso de esas tecnologías tan modernas.

No se puede centrar todo, como quiere la DGT para quitarse un problema de encima, en la tecnología. La manera de conseguir una notable reducción de la seguridad vial es con educación desde los niños más pequeños. La movilidad es un aspecto que nos afecta a todos de una u otra forma. Los peatones, ciclistas, motoristas... todos estamos en la misma batalla y mientras que no consigamos un respeto entre todos, las cosas irán cada vez peor.

Hay que hacer muchas cosas más y sobre todo hay que enseñar a todos los ciudadanos a convivir en una sociedad en la que el automóvil, la moto o la bicicleta forman parte activa de la misma. Un peatón atropellado en mitad de la calle cruzando mientras mira su móvil no es un error del conductor o del coche, es un error del peatón. Creo que tenemos que empezar a cumplir todos con nuestras propias obligaciones, a rajatabla, y solo entonces empezar a pedir que los otros cumplan con las suyas.

La seguridad vial es cuestión de todos. Cada año mueren en las carreteras españolas más de 1.000 personas, en concreto el año pasado fueron 1.180 víctimas mortales, una cifra que es absolutamente inasumible. La siniestralidad en las carreteras es una lacra de la sociedad contra la que hay que luchar, sin duda. Pero esta lucha debe ser de todos y cada uno de los implicados en ella: conductores, ciclistas y peatones, pero también los fabricantes de automóviles, la dirección general de Tráfico o el ministerio de Fomento con sus inversiones en las carreteras.

Semana Santa Ministerio de Fomento