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El dinero tirado con las señales del límite de velocidad y el (¿fallido?) impuesto al diésel
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El dinero tirado con las señales del límite de velocidad y el (¿fallido?) impuesto al diésel

A mediados del año pasado, el Gobierno francés puso en marcha unos nuevos límites de velocidad en las carreteras secundarias, reduciendo el límite genérico desde 90

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A mediados del año pasado, el Gobierno francés puso en marcha unos nuevos límites de velocidad en las carreteras secundarias, reduciendo el límite genérico desde 90 km/h hasta el nuevo de 80 km/h. Una medida que desde su puesta en marcha vino acompañada de una gran polémica. Esa reducción de la velocidad provocaba una reducción de la competitividad del país, según sus principales detractores.

En España ha ocurrido exactamente lo mismo, se ha aplicado una reducción del límite de velocidad genérico de las carreteras secundarias que ahora es de 90 km/h, aunque el objetivo del director general de Tráfico, Pere Navarro, es bajar a un más ese valor de velocidad máxima en ese tipo de carreteras. Cuando la DGT anunció esa rebaja, el referente que se puso sobre la mesa fue que los franceses habían aplicado también una reducción del límite para reducir las cifras de siniestralidad.

La polémica creada en Francia ha llevado a que la semana pasada el gobierno galo haya derogado dicha norma, con lo que se vuelve a los 90 km/h. Eso sí, las diferentes autoridades regionales tendrán la capacidad de poder aplicar ese valor límite de 80 km/h en algún tramo puntual o por alguna razón específica. Pero se elimina el límite genérico de 80 km/h en este tipo de vías.

Las señales

Algún medio de comunicación francés hablaba de cómo sus gobernantes tiran el dinero por la ventana. Desde la puesta en marcha de la normativa de 80 km/h se han cambiado miles de señales en las carreteras secundarias con un coste medio de 500 euros por señal. Son millones de euros tirados por la ventana. Ese coste, como es lógico, ya se ha pagado y ahora hay que volver a pagar esa misma cantidad para poder recuperar las antiguas señales de 90 km/h. Alguien se ha forrado con este negocio, pero los ciudadanos deberán seguir pagando más impuestos.

El Gobierno francés tiene con el automóvil y la movilidad una "china en el zapato". El año pasado el gobierno de Macron anunció la puesta en marcha de un nuevo impuesto al diésel con el que poder ingresar más dinero en las arcas públicas y reducir con ello la contaminación. Y la consecuencia de este anuncio ha sido la revolución de los chalecos amarillos. Después de meses de graves altercados y protestas de los ciudadanos y de grupos organizados, no solo no se va a aplicar un incremento en los impuestos sino que se van a bajar.

Eso, unido a este nuevo revés al gobierno francés con la retirada de la normativa con los límites de 80 km/h en las carreteras secundarias, demuestra que los políticos cometen errores pero que, al menos en Francia, son capaces de escuchar a los ciudadanos y rectificar. Además, hay otra reflexión interesante: si antes se iba a subir el impuesto al diésel y ahora se va a bajar, quizá es que el estado no necesitaba recaudar más dinero. Según diversos estudios, la presión fiscal en Francia alcanza ya el 50%. Y no siempre el objetivo tiene que ser el de recaudar más cada día.

España también

En España tenemos exactamente los mismos casos que en Francia. También se ha anunciado un nuevo impuesto al diésel, que pronto se empezará a aplicar, e igualmente se ha aplicado ya un nuevo límite de velocidad en las carreteras secundarias, pasando de 100 km/h hasta 90 km/h. La diferencia es que en España no protesta nunca nadie. O se protesta mientras se toma café en el bar, pero nada más.

Da igual que la medida que se tome, aunque sea la más impopular, afecte a los bolsillos de los ricos o a los de los más pobres. Da igual, en España se paga la electricidad más cara de Europa y todavía no se ha tomado ninguna medida para conseguir rebajar de verdad ese precio. Cada poco tiempo algún ministro, sea del partido que sea, del Partido Popular o del PSOE, anuncia que en los próximos meses va a bajar el precio de la electricidad. Pero esas palabras suponen una nueva e inmediata subida de un 5 o un 10% en el recibo. Y las compañías eléctricas cada día ganan más dinero, como las de las señales de tráfico.

A mediados del año pasado, el Gobierno francés puso en marcha unos nuevos límites de velocidad en las carreteras secundarias, reduciendo el límite genérico desde 90 km/h hasta el nuevo de 80 km/h. Una medida que desde su puesta en marcha vino acompañada de una gran polémica. Esa reducción de la velocidad provocaba una reducción de la competitividad del país, según sus principales detractores.

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