Es noticia
El dólar o la vida: el infierno llega a Nueva York
  1. Mundo
  2. 540 Park Avenue
Luján Artola

540 Park Avenue

Por

El dólar o la vida: el infierno llega a Nueva York

El Gobernador Cuomo, tras las disputas con la Casa Blanca, ha pegado un golpe en la mesa y ha advertido que no pueden estar los 50 estados del país compitiendo por suministros

Foto: Nueva York. (EFE)
Nueva York. (EFE)

"No podemos tener prosperidad si no estamos sanos. Mi Secretario de Salud y Servicios Humanos viajará a África para promover nuestra Agenda Global de Seguridad Sanitaria". Estas fueron las palabras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump en Nueva York ante los líderes africanos, en septiembre de 2017 desde la sede de Naciones Unidas. Desde el trono de entonces y la mirada displicente, la misma ciudad que felicitaba desde la altura americana al continente pobre, hoy ve cómo ni sus cimientos eran tan fuertes ni sus muros tan infranqueables.

La ciudad de Nueva York registra en estos momentos el mayor número de contagios del mundo con un fallecido cada 16 minutos. Se espera que en 48 horas atraque el barco hospital USNS Confort de la Armada de los Estados Unidos que estaba previsto que se necesitara para dentro de dos semanas, pero finalmente zarpó ayer de Norfolfk con la urgencia de una ambulancia. Llega con otras 1000 camas, quirófanos, equipos de médicos, enfermeros y una morgue, porque todo lo terrestre que estaba habilitado a parte de los hospitales del Estado, están desbordados.

El Gobernador Cuomo y tras las disputas con la Casa Blanca, ha pegado un golpe en la mesa y ha advertido que no pueden estar los 50 estados del país compitiendo entre ellos por los mismos suministros para salvar vidas. "La competencia nos perjudica a todos al aumentar los precios y la capacidad de transporte. Necesitamos un consorcio de compras nacional de manera urgente". Más o menos lo mismo que ha intentado hacer el Ministerio de Sanidad en España, pero se supone que sin comprar 650.000 test inservibles.

placeholder Nueva York. (EFE)
Nueva York. (EFE)

Y es que ayer, 728 personas murieron en la ciudad de Nueva York el epicentro del virus en estos momentos. El gobernador advirtió que el primer hospital temporal de 1.000 camas, ubicado en el Centro de Convenciones Jacob K. Javits, está completo. Esta nueva infraestructura formaba parte de un plan para paliar la situación de los hospitales y habilitar nuevos en los condados de Westchester, Rockland, Nassau y Suffolk. Además, señaló que el Cuerpo de ingenieros del Estado y del Ejército ha recorrido e identificado cuatro nuevos sitios para hospitales temporales: la terminal de cruceros de Brooklyn, las instalaciones del Aqueduct Racetrack en Queens, CUNY en Staten Island y la Expo de Nueva York Centro, en el Bronx. Con esto, la capacidad del estado sumaría otras 5.000 camas. Porque si en algo se han puesto de acuerdo autoridades locales, estatales y gubernamentales es que la situación es crítica y este virus va más rápido que ellos.

"Si en algo se han puesto de acuerdo autoridades locales, estatales y gubernamentales es que la situación es crítica y este virus es muy rápido"

Desde hace 48 horas, en medio de las calles desiertas, las ambulancias son lo único que se oye. Las sirenas han estado incorporadas a los neoyorkinos como una música de ambiente a la que no se prestaba atención y un sonido de fondo con el que se convive a todas horas. Daniel Larson, nacido en Manhattan, me decía que es desolador cómo todo ha cambiado de golpe: "Estoy saliendo a correr todos los días. Cada vez que oigo alguna, me giro, pienso en oxígeno, en respiradores y en esta rara situación que parece que no está pasando nada y está pasando todo. Antes iba esquivando gente, ahora me da la sensación de que ha caído una bomba nuclear. Nunca pensé que iba correr con mascarilla, guantes y miedo". Tiene 33 años, está muy en forma y, como todos, piensa que no quiere ser parte del porcentaje mínimo de los que se supone no son vulnerables. Porque como en todo el mundo, las fotografías de los fallecidos jóvenes sin problemas de salud previos están en todas las televisiones. Y esa arbitrariedad e incógnitas del Covid-19 ha hecho que todos, jóvenes o mayores, ricos y pobres, necesitemos el mismo respirador.

Éxodo a los Hamptons

Quizá sean precisamente los dispositivos con los que cuenta el famoso lugar de vacaciones de la clase alta americana para hacer frente a esta epidemia lo que ha alarmado a las autoridades locales. Y es que a menos de 150 kilómetros de distancia de la Gran Manzana se abren kilómetros infinitos de playa y campo, interrumpidos por mansiones espectaculares.

Jay Schneiderman, supervisor de la zona, denunció ante el Gobernador Cuomo el pasado viernes que hay una afluencia de personas que nunca hemos visto antes. "Esto está poniendo un estrés innecesario en los recursos locales. La mayoría de las casas de verano, normalmente vacantes en esta época del año, están ocupadas, duplicando la población local. Nuestros hospitales y supermercados no puedan satisfacer la demanda necesaria si nuestra población continúa aumentando". Y es que, según muchas empresas de alquiler, la demanda se ha triplicado hasta pagar más de 30.000 dólares al mes por una casa con dos habitaciones superando en pleno mes de marzo las expectativas de todo el año.

"Y es que el problema, como insisten las autoridades locales no está ni en el abastecimiento ni solo en el aislamiento"

A parte de los que huyeron de manera temporal, miles de neoyorkinos llenaron sus coches y salieron despavoridos hace una semana hacia sus búnkeres para vivir el confinamiento. Personajes famosos como Donna Karan, Calvin Klein, Brooke Shields o millonarios como Gregg Lemkau, co-head de Goldman Sachs, decidieron vivir la cuarentena en esta exclusiva zona, donde los Kennedy protagonizaban en su día los veraneos más lujosos del país. Nadie podría imaginar que hoy, las miles de hectáreas de paz, se han convertido de manera casi bélica en grandes habitaciones del pánico donde el que puede pagarlo, intenta ponerse a salvo.

Según cuentan los de la zona, los coches aparcan a toda velocidad y, de manera huracanada, están arrasando las pequeñas tiendas de Sag Harbour, uno de los pocos puntos con algo de actividad comercial de la zona. Algunos gastan hasta 50.000 dólares en bebidas, comida y mucho marisco. Alegría para el fundador de Citarella una de las cadenas de supermercados de lujo, Joe Gurrera, que explicaba a 'The Post' cómo los que antes llevaban un carrito lleno, ahora llevan cinco: "En lugar de pedir uno o dos filetes en una bandeja, un cliente compra la bandeja completa. Luego pasan a las langostas y las compran todas, y finalmente, arrasan con el salmón. Una vez que terminan de demoler la sección de carne y pescado, pasan a los alimentos preparados". Es una locura, añadió, y es que estamos haciendo más negocio que en julio y agosto. Para "los de siempre" de la zona la situación, en cambio, no es ni de lejos tan alegre y piden en las redes sociales que "se vuelen los puentes" para que nadie más pueda salir de Nueva York.

Y es que el problema, como insisten las autoridades locales, no está ni en el abastecimiento ni solo en el aislamiento. El drama comenzará cuando los enfermos que necesiten equipos de emergencias o cuidados intensivos tengan que ir al hospital. En ese momento, aseguran, los ricos y los pobres, los locales o los que tengan su segunda residencia aquí, necesitarán el mismo quirófano. Y no hay para todos.

El dólar o la vida

Para el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, no hay dilema, hay que salvar la economía y levantar las restricciones impuestas para frenar la epidemia de Covid-19. ¿Y qué pasa con los que están muriendo, especialmente las personas mayores? "Los que tenemos 70 años o más, nos cuidaremos nosotros mismos. Pero no sacrifiquemos al país", es la respuesta de Patrick.

El político, que cumple 70 años la semana que viene y está en el considerado grupo de mayor riesgo en esta epidemia, aseguró estar dispuesto a morir y sus declaraciones han revolucionado al país.

"El drama comenzará cuando los enfermos que necesiten equipos de emergencias o cuidados intensivos tengan que ir al hospital"

En esta línea, Donald Trump, ha insistido también en que "el remedio no puede ser peor que la enfermedad". Por ello, este pasado viernes puso en marcha un paquete de rescate de medidas económicas por valor de 2.2 billones de dólares que el Congreso aprobó por mayoría casi absoluta con el fin de ayudar a empresas, proveedores de recursos médicos y a las familias. Esta unidad política tan ausente estos últimos años, esta siendo uno de los momentos de éxito para Trump, por llamarlo de alguna manera, en lo que llevamos de epidemia. Se trata de más del 10% de PIB de Estados Unidos, el triple de lo que se impulsó en la crisis de 2008. De esta partida, 250.000 millones se reservarán para pagar de manera directa 1.200 dólares a los que tengan un salario mínimo anual de menos de 75.000, añadiendo 500 dólares por cada menor de 17 años. De este macro-estímulo nacional, cerca de 130.000 millones irán directamente a reforzar el sistema sanitario de estados como el de Nueva York, el primero de muchos que han entrado en colapso.

placeholder Un trabajador en Nueva York. (Reuters)
Un trabajador en Nueva York. (Reuters)

Los dólares suenan bien. La caja hace ruido. Pero como apunta el gurú de moda en economía, Ray Dalio, hay tres preguntas que hay que hacerse en este momento: ¿Cuál es el valor de la vida humana en relación con una unidad de actividad económica? ¿Cuál es el valor de las necesidades relacionadas con los lujos? y ¿quién se beneficiará y debería beneficiarse de todo el dinero que se está creando?

Según Dalio, estas medidas producirán una gran cantidad de dinero y crédito, lo que será excelente para muchos que no tienen suficiente: "Apoyará a muchos negocios, hospitales y personas que carecen de los recursos para comprar productos esenciales. Sin embargo, las entidades que no están en la lista especificada por el gobierno para recibir apoyo o que no son lo suficientemente solventes para estar dentro del alcance del sistema fiscal y monetario no podrán salvarse. La gran producción de dólares hará que la moneda se devalúe".

"¿Cuál es el valor de las necesidades relacionadas con los lujos y quién se beneficiará y debería beneficiarse de todo el dinero que se está creando?"

Y aquí llegamos a la gran dicotomía de la gestión de esta crisis. Para el multimillonario fundador de Bridgewater Associates, uno de los fondos de inversión más grandes del mundo, hasta que no haya una vacuna, la realidad es que habrá que elegir entre salud o riqueza.

Y esta es ahora la prioridad y la peculiar guerra mundial a contrarreloj para lograr ser el primero en conseguir la patente y empezar a distribuirla. Porque mientras no exista seguridad, habrá distancia física en todo y para todo. No habrá compras de lujo, ni de mercados locales. Ni la Quinta Avenida ni Chinatown. No habrá viajes, no habrá nada. Por eso es el momento en el que los líderes se enfrenten a la peor de sus pesadillas en la toma de decisiones tan extremas como inmediatas. Y se verá quién gana por el que más rápido salve vidas y se hunda menos. Y es que Estados Unidos y el mundo, como nunca en la historia moderna, se enfrenta a una de sus decisiones más difíciles. Un duelo macabro entre el dólar o la vida. El escenario no puede ser más apocalíptico, por mucho que algunos se atrevan a ver la luz al final del túnel.

"No podemos tener prosperidad si no estamos sanos. Mi Secretario de Salud y Servicios Humanos viajará a África para promover nuestra Agenda Global de Seguridad Sanitaria". Estas fueron las palabras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump en Nueva York ante los líderes africanos, en septiembre de 2017 desde la sede de Naciones Unidas. Desde el trono de entonces y la mirada displicente, la misma ciudad que felicitaba desde la altura americana al continente pobre, hoy ve cómo ni sus cimientos eran tan fuertes ni sus muros tan infranqueables.

ONU Nueva York Ministerio de Sanidad