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Nueva York se prepara esta noche "para una fiesta o una guerra"
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Luján Artola

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Nueva York se prepara esta noche "para una fiesta o una guerra"

Estados Unidos se pone a prueba y Nueva York se prepara para ser un gran escaparate destrozado por los radicales

Foto: Foto: L. Artola.
Foto: L. Artola.

El mundo protesta, desde los países nórdicos al continente americano. Las estatuas tiemblan, y hasta la sirena de Copenhague contempla ponerse un salvavidas y Abraham Lincoln quiere salirse de su trono en Washington por si le parten la cara. Y es que Estados Unidos se pone a prueba y Nueva York se prepara para ser un gran escaparate destrozado por los radicales. Resulta que la nación más importante del mundo y la primera potencia tiene el miedo al rojo vivo y teme que todo se le vaya de las manos. No quiere ser la imagen del descontrol entre tribus ni de la ineficacia electoral ni del desmadre de las turbas, pero sabe que pase lo que pase, va a haber armas y la van a liar parda. Auguran lo que viene, incluso ya se manejan datos importantes del resultado, pero el ganador no se proclama hasta que el perdedor lo acepta, y por eso aventuran que todo acabe en el Supremo y con el país incendiado.

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Foto: L. Artola.

No es día festivo, pero los niños no tienen colegio (sigo preguntando por qué, nadie me responde), y mientras unos tienen tres horas para votar, los que trabajan en remoto, todo el día libre. Cada uno se toma hoy su tiempo electoral como quiere mientras las calles más importantes de esta ciudad se han convertido en murallas de contrachapado de madera paseadas con prisas, frío y miradas extrañas. Y es que lo visual es el único sentido americano que nos deja este virus al aire. Gorros, mascarillas, orejeras, guantes y ojos que, sin una sonrisa, solo dan miedo. Nada es igual que hace cuatro años, pero lo tremendo es que tampoco hay ninguna seguridad que rascar al día de ayer. Todo está preparado e improvisado a la vez, porque por si fuera poco la que está cayendo, esta noche, si aterrizan varios platillos volantes en Times Square, va a haber colas para subirse y largarse a otro planeta.

Escribo metida en una de las pocas cafeterías que tienen mesa dentro, en la que una puede sentarse en una silla, que le sirvan una taza (literal) de café y no en esos vasos de papel que se van reblandeciendo y acabas sorbiendo y alternando bruscos movimientos ladeados mientras te articulas más que un bailarín de capoeira. Y es que todo suma, y al hartazgo, el miedo y ese bucle decepcionante de que algo mejore, se suma que si había pocos lugares abiertos a la vida en los que poder escaparse de la realidad, hoy los están tapiando. El alcalde de Nueva York, Bill De Blasio estuvo este lunes (entono la ironía) sembrado de seguridades y consiguió tranquilizar a todos los presentes en la rueda de prensa con declaraciones como esta: "Todos estamos preocupados por los resultados de las elecciones y lo que ocurrirá después, pero quiero enfatizar que en este momento no vemos un desafío específico. Creo que no deberíamos prejuzgar... Pero estaremos preparados para cualquier cosa".

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Foto: L. Artola.

Literal. Los allí presentes, periodistas y asesores, comenzaron a correr de manera errática como en la película 'Aterriza como puedas', moviéndose sin control por la cabina mientras el avión se va al carajo y entre ellos se chocan y de dan de tortas. Esa escena en que sale el piloto automático y es un muñeco hinchable es lo más parecido a este alcalde que siempre que habla me recuerda ese diálogo glorioso entre la prensa (congregada en el supuesto aeropuerto de Chicago) y el controlador aéreo (Stephen Stucker). "¿Qué clase de avión es?", pregunta un periodista. "Pues… es un avión grande, largo, blanco con rayas rojas con cortinas en las ventanas y ruedas", responde el responsable de la aerolínea mientras todos los reporteros toman nota de manera intensa. Ningún párrafo de la historia del cine representa mejor la incoherencia y el esperpento en medio de las situaciones más extremas.

Esta película de 1980 es hoy un cruce entre el mejor tratado de antropología y un ensayo político sesudo, y se ha convertido en la mejor profecía de 2020, sobre todo de la parte más surrealista que estamos viviendo en esta ciudad. Porque el virus ha trascendido el coronavirus y se esparce provocando reacciones y respuestas absurdas.

La mayoría de las veces lo que veo es enfado, locura, mala leche y situaciones que hacen replantearse un 'reseteo' de la condición humana

Depende de la mirada, pero la mayoría de las veces no es preocupación o miedo lo que veo, sino enfado, locura, mala leche y situaciones que hacen replantearse un 'reseteo' urgente de la condición humana. Todo es un sálvese quien pueda continuo. Hasta los perros ladran más alto. Pero, en medio, hay quienes le ponen una sonrisa y todo mejora. Ayer, sin ir más lejos, un 'barista' de Starbucks me dijo a grito pelado y en medio del bufido de las máquinas: “Señorita —con la 'a' final muy larga—, estamos preparados para una fiesta y una guerra”. Y es que no había tienda, eso era un búnker blindado con madera que solo dejaba libre la entrada con la puerta giratoria y donde no había ningún letrero. Al empujarla, podías aparecer tranquilamente pidiendo un café o una hipoteca.

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Foto: L. Artola.

Porque esta ciudad tiene un alcalde que ha urgido a poner madera en todo lo que sea de cristal, pero anima a que las multitudes expresen sus sentimientos democráticos. No quiere a los violentos, pero se enorgullece de que su hija fuera arrestada durante las protestas por la muerte de George Floyd. Explica que no hay peligro, pero desde Soho o Midtown hasta míticas calles como la Quinta Avenida o Broadway, son hoy una especie de muralla china de tablas que protegerán los negocios de los vándalos de gustos caros y tecnología punta. Los famosos almacenes Macy's o Bloomingdales tienen cubiertas sus ventanas desde el viernes y los posibles disturbios durante esta noche tienen a la policía preparada con retenes desde el centro de la ciudad hasta Randall´s Island para entrar en acción en cuanto haga falta.

Hoy se elige un presidente en medio de un sálvese quien pueda nacional y De Blasio solo ha acertado a decir que en la noche electoral "estaremos preparados para muchas protestas, protestas prolongadas y grupos de protesta potencialmente diferentes que se enfrentarán entre sí. Es demasiado pronto para decir cómo irá todo". Declaraciones que son lo más parecido al saludo del comandante de mi película de cabecera: "No hay ninguna razón para alarmarse, y esperamos que disfruten del vuelo. Por cierto, ¿hay alguien a bordo que sepa pilotar un avión?".

El mundo protesta, desde los países nórdicos al continente americano. Las estatuas tiemblan, y hasta la sirena de Copenhague contempla ponerse un salvavidas y Abraham Lincoln quiere salirse de su trono en Washington por si le parten la cara. Y es que Estados Unidos se pone a prueba y Nueva York se prepara para ser un gran escaparate destrozado por los radicales. Resulta que la nación más importante del mundo y la primera potencia tiene el miedo al rojo vivo y teme que todo se le vaya de las manos. No quiere ser la imagen del descontrol entre tribus ni de la ineficacia electoral ni del desmadre de las turbas, pero sabe que pase lo que pase, va a haber armas y la van a liar parda. Auguran lo que viene, incluso ya se manejan datos importantes del resultado, pero el ganador no se proclama hasta que el perdedor lo acepta, y por eso aventuran que todo acabe en el Supremo y con el país incendiado.

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