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Giuliani y los estados de la materia: líquido, gaseoso y nada sólido
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Luján Artola

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Giuliani y los estados de la materia: líquido, gaseoso y nada sólido

Esta es la mala noticia para todos los apocalípticos, conspiradores y fans de las trilaterales del mundo: casi todo está inventado

Foto: Rudy Giuliani. (Reuters)
Rudy Giuliani. (Reuters)
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Si algo se está poniendo de manifiesto estas semanas de resaca electoral, transición presidencial y de recuento de fraudes, es que el sistema de voto de este país es un desastre. Sí. No es el más seguro. No es el más fiable. Ninguno lo es, pero en Estados Unidos a los votos por correo adelantados y a los presenciales, le añadimos la falta de un censo fiable y la posibilidad de votar con cualquier documento. El supuesto fraude electoral es más antiguo en este país que separarlo de su historia, es demasiado complicado. En 1884, Grover Cleveland, otro de los presidentes de Estados Unidos, tiene, de momento, el honor de ser el único presidente que consiguió un segundo mandato después de ser derrotado previamente.

El demócrata ganó su primera elección en 1884, perdió (por poco, y según dicen en artículos de la época, debido a un fraude electoral) en 1888, pero luego volvió de nuevo para ganar un segundo mandato en 1892. De manera absolutamente intencionada, rescato a otro líder de la nación americana: William Henry Harrison, noveno presidente, que tan solo estuvo en el poder 31 días al haber pillado una tremenda neumonía tras un largo discurso durante el juramento de su cargo. Siglo XIX y siglo XXI tan lejos y tan cerca.

Esta es la mala noticia para todos los apocalípticos, conspiradores y fans de las trilaterales del mundo: casi todo está inventado. Hasta los pecados y las debilidades de los poderosos son demasiado antiguas y, casi, calcadas a lo largo de la historia. Por mucho que ahora, cualquier estupidez indocumentada pueda estar en tres continentes al mismo tiempo y sea vendida como una única y gran verdad, no la eleva a esa categoría por mucho que se amplifique. Sigue siendo la proliferación trolera de estos tiempos. Confunde, intoxica, desacredita y pudre todo, alegando una iluminación superior de unos elegidos que van a sacar al resto del género humano de esa oscuridad en la que vive. Y luego, después de soltar frases grandilocuentes del poder de los grandes grupos de comunicación, de las grandes farmacéuticas, Soros y Gates hacen una especie de croqueta gigante y la ponen a freír en esa sartén de aceite barato.

Foto: El exalcalde y actual abogado de Donald Trump, Rudy Giuliani (Nueva York, 1944). (Reuters)

La deja dorada, apetecible a lo más primario que tenemos, pero en realidad es una porquería más que fabrican unos que quieren lo que tienen los otros. No es la verdad ni el bien común. Es la pelea entre las bestias descuartizando la carne que quieren llevarse. En medio, se está quedando hecha trizas la integridad, el rigor y la decencia. Porque aparte de todo, se puede ser malvado, que los hay, o impulsores del mal, como dicen, y se puede ser toda la lista de los pecados capitales, pero por favor, que sea todo un poco más estético, hábil y, a ser posible, con un discurso armado. Hasta el famoso fiscal general y mano derecha de Trump, William Barr, ha sabido escuchar la campana, ha dicho un hasta aquí y ha roto filas. Porque lo de esta semana, en este país, está siendo de todo menos digno. Las comparecencias del que parece ser fue un gran alcalde y ahora se ha convertido en una suerte de Corleone legal y a todo color, a mí, aparte de darme horas de carcajadas, me están dando un poco de vergüenza ajena. Mire.

Si usted es el abogado del presidente de Estados Unidos y quiere demostrar que ha habido un fraude masivo, no puede comparecer ante las autoridades del estado de Georgia con una testigo "estrella" al lado que parece Cyndi Lauper con gafas y cinco vodkas de más. Tras ver los videos varias veces, realmente, no hay por dónde rescatar algo de vida inteligente. Melissa Carone, trabajó para la empresa Dominion Voting Systems, en Detroit, el día de las elecciones, y desde entonces ha estado presentando denuncias en Michigan, donde afirmó haber visto "miles" de ejemplos de fraudes. A pesar de haber sido desacreditada por un juez porque "simplemente no era creíble", aun así, fue invitada a hablar en la audiencia de esta semana junto al equipo legal de Trump, donde atacó al representante republicano Steve Johnson, cuando intentaba hacerle preguntas directas.

"Sé lo que vi —dijo Carone repetidamente— y firmé algo diciendo que si me equivoco puedo ir a la cárcel". Mientras, Giuliani, intentaba en varias ocasiones hacerle callar o calmarla. Un espectáculo tan divertido como penoso. Pero por si había poco, ese mismo día, al gran abogado de Trump se le escaparon dos grandes, y perfectamente reconocibles, ventosidades. Sí. Dos pedos como dos catedrales, sonoros como sus campanadas y que dejaron a su asistente con los ojos como huevos y la cara descompuesta. A este hombre, aparte de sudar tinta líquida y coronar el umbral de la materia gaseosa pública, solo le falta que se solidifique algo, aunque sea una de las casi cincuenta demandas que lleva interpuestas. Pero esto, cada día parece más improbable e invita a la reflexión sobre lo importante y crucial que es detectar y obedecer ese preciso momento en la vida de los poderosos en el que las apariciones públicas deben reducirse a clases magistrales o exposiciones en público dignas y reducidas.

El próximo presidente, Joe Biden tomará el mando con todos los apodos posibles referentes a su condición senil. No le van a pasar ni una. Donald Trump se irá con un discurso (si es que lo hace) pertrechado con una mochila negra y repartiendo más rayos que los Cazafantasmas. Y, entre todos, están dejando el umbral de lo cómico muy alto. Han visto demasiados fenómenos paranormales; y, como siga este circo hasta enero, nos quedan días navideños de material inmejorable para todos los memes del mundo. Porque está todo inventado. Miguel de Cervantes supo profetizar sobre las bondades de los meteorismos y flatulencias. Fue el propio Sancho el que tras un impacto de gas fue increpado por don Quijote: "¿Qué rumor es ese, Sancho? —Alguna cosa nueva debe de ser—". Quizá a esa novedad o al esplendor de un futuro mejor, nos quiso acercar Rudy Giuliani en esa gloriosa, doble y gaseosa declaración de intenciones. No perdamos la esperanza.

Si algo se está poniendo de manifiesto estas semanas de resaca electoral, transición presidencial y de recuento de fraudes, es que el sistema de voto de este país es un desastre. Sí. No es el más seguro. No es el más fiable. Ninguno lo es, pero en Estados Unidos a los votos por correo adelantados y a los presenciales, le añadimos la falta de un censo fiable y la posibilidad de votar con cualquier documento. El supuesto fraude electoral es más antiguo en este país que separarlo de su historia, es demasiado complicado. En 1884, Grover Cleveland, otro de los presidentes de Estados Unidos, tiene, de momento, el honor de ser el único presidente que consiguió un segundo mandato después de ser derrotado previamente.

Joe Biden