Esperma ‘made in China’

Supongo que el expresidente chino Jian Zeming y el ex primer ministro Li Peng no se han sobrepuesto al insomnio desde que la Audiencia Nacional española dispuso arrestarlos solemnemente para constreñirlos a expiar el genocidio tibetano.

Hemos de agradecerle a Garzón el haber inaugurado la ONG Justicia sin Fronteras, de forma que la conocida agilidad y diligencia de nuestros tribunales especiales se entretiene ahora en perseguir ubicuamente a los grandes malhechores de la Humanidad.

Jian Zeming ha debido reírse por primera vez en su vida cuando tuvo noticia de la orden de detención internacional. Suya en efecto fue la responsabilidad de haber erradicado cualquier atisbo de soberanía e identidad tibetana y de haber empleado medios descomunales, pero el voluntarismo de la Audiencia Nacional en la sección de causas imposibles sólo puede interpretarse desde la candidez o desde el sarcasmo.

El voluntarismo de la Audiencia en la sección de causas imposibles sólo puede interpretarse desde la candidez o desde el sarcasmo. Cualquiera de las hipótesis justificaría una represalia del Estado chino. No sucederá, porque las prioridades del régimen capital comunista son otras

Cualquiera de las hipótesis justificaría una represalia del Estado chino. No sucederá porque las prioridades del régimen capital comunista son otras y diferentes. Las hemos conocido en el tercer pleno del decimoctavo congreso del Partido Comunista -nótese la resistencia de la terminología burocrática como parodia del destronado maoísmo-, y conciernen a una doctrina revolucionaria.

Revolucionaria quiere decir que la dictadura rectifica las limitaciones de cualquier comunidad de homínidos desde Atapuerca en adelante: reproducirse y desplazarse. Van a quedarse sin trabajo las incansables planificadoras familiares que controlaban la menstruación de las campesinas y se van a consentir ciertos movimientos migratorios, aunque el memorándum del propio congreso aclara que la “apertura” no debe confundirse con los usos y las costumbres de una democracia occidental.

Acaso se reconsideran ciertos supuestos de la pena de muerte -un centenar existen ahora- y se admite un esfuerzo para replantearse los extremos de la tortura. China quiere hacerse tolerable, y por ello convirtió los JJOO en el pretexto obsceno de la normalidad, pero las medidas que relajan la sugestión reproductiva de los 1.300 millones de súbditos no obedecen exactamente a la sensibilidad respecto a los derechos humanos.

Provienen de la emergencia de la viabilidad del modelo una vez demostrado que la estrategia expansiva china, amparada en la sumisión laboral y en la subordinación del individuo al Estado, ha logrado infiltrarse en la gran economía internacional (las materias primas de Latinoamérica, el petróleo de África, la madera de Rusia, la deuda estadounidense) y ha coaccionado el mercado con su voracidad exportadora.

Semejantes evidencias no garantizan el porvenir del gigante, razones por las cuales el congreso revolucionario introduce una perestroika doméstica para prevenirse de los puntos débiles, que son la opinión pública y el consumo interno.

China quiere hacerse tolerable, pero las medidas que relajan la sugestión reproductiva de los 1.300 millones de súbditos no obedecen exactamente a la sensibilidad respecto a los derechos humanos

Igual que sucede en otras potencias emergentes, proliferan en China los multimillonarios de fortuna dudosa. Se me ocurre el alarde del oligarca Wang Jianling, quien pudiendo haber pagado 12 millones por un cuadro de Picasso en una reciente subasta internacional (Claude y Paloma) alardeó de haber desembolsado 28. El caso retrata la opulencia y el aprecio táctico a la cultura occidental, pero desvía el problema. Y el problema es que empieza a manifestarse en China una clase media que piensa por sí misma y que dispone de medios para relacionarse.

Empezando por la versión doméstica de Twitter,  Weibo, cuya irrupción y suscriptores (400 millones) ha supuesto una transformación cultural que sobrepasa las facultades de la censura gracias a la ironía, al lenguaje encriptado y a la audacia e inquietud de los usuarios.

El nuevo presidente, Xi Jinping, es consciente de que no puede extralimitarse con la represión. Y ha sido más hábil aún en convertir la abolición del dogma del hijo único en una demostración de tolerancia, cuando el verdadero objetivo de esta iniciativa no consiste tanto en ceder ante la inercia de la naturaleza como fomentar la natalidad con matices, precisamente porque China necesita consumidores entre sus fronteras para erigirse en la potencia hegemónica definitiva, siempre y cuando no se interponga en su camino alguna diligencia de la Audiencia Nacional.