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A EEUU le cuesta explicar qué significa Wikileaks
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A EEUU le cuesta explicar qué significa Wikileaks

Si dejamos a un lado al diario New York Times, que posee acceso en exclusiva a los documentos filtrados por Wikileaks, en los medios estadounidenses hablar

Si dejamos a un lado al diario New York Times, que posee acceso en exclusiva a los documentos filtrados por Wikileaks, en los medios estadounidenses hablar de la web de filtraciones es hablar de Julian Assange. Y decir Assange es lo mismo que decir Wikileaks. El posible delito de difundir mensajes secretos entre el Departamento de Estado y diversas embajadas norteamericanas equivale a la acusación que llevaría a Assange a la cárcel. 

Los políticos han aprovechado el paralelismo. Unos dicen que ya estudian si se puede declarar a Wikileaks como una organización terrorista. Otros condenan a muerte a Assange. Al fin y al cabo, pertenecería a esa organización. 

El público parece de acuerdo. Según una encuesta realizada por la cadena de televisión CBS, tres de cada cuatro norteamericanos "ha oído hablar" de las filtraciones. Un 60% considera además que las relaciones exteriores de EEUU se verán perjudicadas. Y no están de acuerdo con la filtración: sólo uno de cada cuatro cree tener derecho a conocer la información revelada por Wikileaks. 

Fuera del debate queda la duda de si el contenido de los mensajes filtrados verdaderamente supone un ataque a Estados Unidos o no. Quizás porque ya lo zanjó la Secretaria de Estado Hillary Clinton a la primera oportunidad que tuvo de hablar sobre Wikileaks: "las filtraciones constituyen un ataque a la comunidad internacional". Por otro lado, la omnipresente Sarah Palin también sabe cómo reducir una situación tan compleja como la dibujada por las filtraciones y en sólo 140 caracteres. 

"Acabo de ganar un caso para que no se filtre información de mi libro y ¿el gobierno no puede detener el acto traicionero de Wikileaks?", escribió Palin en su cuenta de Twitter

Una traición como la que menciona Palin sólo puede ser perseguida cuando se ataca el país propio -Assange es australiano-, pero la idea sirve para seguir enmarcando a Assange dentro de la organización y para ponerle a Wikileaks un rostro fácilmente identificable. Eso de una organización formada por voluntarios, que filtra secretos y que cambia de servidor de internet cada 24 horas es difícil de explicar. 

Lo que es aún más complejo es recoger el significado de los cables en profundidad. Los medios estadounidenses, salvo los cuatro grandes diarios y programas especializados, apenas recogen información internacional habitualmente. Las excepciones son las dos guerras en las que está implicado Estados Unidos, los países visitados por líderes del gobierno -y en ese caso se habla de los intereses nacionales- y ocasiones de desastres naturales, emergencias y curiosidades. 

Si hoy no pueden explicar Wikileaks al americano medio, es porque no lo hicieron antes. Es difícil analizar las implicaciones de la amistad entre Berlusconi y Putin cuando apenas se menciona la conexión entre estos dos países en los medios estadounidenses.  O por qué Pakistán pone tantas dificultades cuando Estados Unidos quiere retirar un reactor nuclear ante el riesgo de que caiga en las manos equivocadas. O por qué Yemen abre la puerta para que EEUU bombardee campos de entrenamiento de Al Qaeda. O las declaraciones del Príncipe Andrés sobre la corrupción en Kyrgyzstan, cuando los norteamericanos no oyen hablar a diario de este país, sino de Afganistán. 

Aún más difícil resulta explicar las carambolas diplomáticas entre Estados Unidos, China, Corea del Norte e Irán. Por eso el ex presidente Bush eligió aquello del "Eje del Mal" para clasificar a los regímenes que suponen una amenaza y los que no. Él mismo optó por aquello de que el que no esté con Estados Unidos, está contra él. Bush no puso contexto a aquellas explicaciones más allá de los riesgos del terrorismo a nivel global y su cruzada para detenerlo. Y el domingo pasado, en cuanto comenzó el goteo de telegramas secretos, resultó difícil encontrar en las televisiones norteamericanas una explicación de las verdaderas consecuencias del paso dado por Wikileaks-Assange. 

De ahí que sorprenda que en Europa los medios destaparan la exclusiva hablando de  vergüenza para Estados Unidos. El New York Times se conformó con declarar que Wikileaks desnudaba a la diplomacia norteamericana. Y es que muchos americanos podrían preguntarse "¿Vergüenza por qué?". Leslie Gelb, Presidente Emérito del Council of Foreign Relations es un ejemplo: 

"Cuando acabas leyendo los telegramas, esto es lo que ves: líderes y diplomáticos norteamericanos intentando resolver problemas internacionales cruciales", escribía esta semana.

Gelb se refiere por supuesto a las gestiones para conseguir que otros países admitieran a presos de Guantánamo y no a las indigaciones para conocer la salud mental de Cristina Fernández Kirchner

Sea por las malas costumbres de los periodistas o la falta de interés de los ciudadanos, puede que Wikileaks siga siendo para muchos americanos una cosa de historias de las que "algo hemos oído", sin poder entrar en más detalles. En Estados Unidos funcionan las historias del bueno y el malo. El político adúltero ya no vale como político porque antes es adúltero. La actriz que coquetea con la droga pone en peligro su carrera como actriz, pero el personaje todavía vende. Assange podrá pasar a la historia por muchas razones, pero de momento es el internauta escurridizo y malo que se atreve a contar secretos de Estados Unidos. Nada más.