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Los 'exámenes' navideños del presidente Barack Obama
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Los 'exámenes' navideños del presidente Barack Obama

Fue como si el profesor, además de confirmar la fecha del examen, añadiera otros tres proyectos que utilizaría para poner nota. Y con sólo tres semanas

Fue como si el profesor, además de confirmar la fecha del examen, añadiera otros tres proyectos que utilizaría para poner nota. Y con sólo tres semanas de antelación. Con todo el tiempo que había tenido para avisar... En este caso el profesor es Obama y los alumnos los políticos de la Cámara de Representantes y el Senado. Los proyectos consiten en aprobar varias leyes que van desde el plan para prorrogar los recortes de impuestos, abolir la ley que prohíbe a los militares hablar públicamente de su orientación sexual, conocida como Dont' Ask, Don't Tell; una ley de inmgración que daría la ciudadanía a miles de estudiantes indocumentados, el Dream Act, y el Tratado START con Rusia, que debe ser ratificado por el Congreso.

Para añadirle dificultad y emoción a las tres últimas semanas del año, el profesor decide que los trabajos deben hacerse en grupo. Y así, el Tratado START depende de que se llegue antes a un acuerdo sobre los impuestos, que no llegará antes de un primer tanteo sobre Don't Ask, Don't Tell y el Dream Act. Y el acuerdo sobre los impuestos nunca llegará hasta que no se resuelvan los roces de los demócratas con los demócratas, los demócratas contra la Casa Blanca, la Casa Blanca contra los republicanos, y los republicanos que se quedan contra los que se van a final de año. Ése es el aliño: muchos de los implicados abandonan a partir de final de año. Vayamos por partes.

Viendo la agenda que ocupa a los legisladores norteamericanos estas semanas cabría pensar que no han hecho nada más el resto del año. Pero es el final de la primera mitad de la legislatura. Los demócratas cierran el ciclo de control en las dos Cámaras, se quedan sin tiempo ni votos para aprobar las leyes que quiere la Casa Blanca y cuentan además con un nefasto índice de aprobación entre los ciudadanos. El peor de la historia: un 13%. Si no quieren arrastrar a todo el partido en las próximas presidenciales, es el momento de empezar a defender lo que votaron los ciudadanos en 2008.

Obama prometió terminar con los recortes de impuestos para los ricos. Una medida con la firma de George Bush. La crisis económica y el déficit servían de argumentos para subir impuestos a los que más tienen, pero los republicanos avisaron. De dar ese paso, las negociaciones de los próximos dos años iban a ponerse muy complicadas. Solución, Obama llega a un acuerdo con los legisladores del partido contrario. Resultado, su propio partido se niega a votar ese acuerdo en forma de ley.

En un intercambio de declaraciones, estrategias políticas y movimientos interesados que los medios de comunicación siguen con el mismo entusiasmo que un partido de fútbol, la clase política norteamericana demuestra en semanas como éstas que aprobar una ley es un enrevesado juego de malabares. Obama se juega los próximos dos años y la reelección. Los demócratas se juegan sus propios escaños. Los republicanos quieren hacer una demostración de fuerza ante el liderazgo que estrenarán en enero. Y todos juzgan, de reojo, qué recibirán a cambio de este y otro voto.

Los mismos demócratas se negaron la semana pasada a votar el acuerdo que Obama alcanzó con los republicanos en el tema de los impuestos. El viernes, después de que el Senado ratificara el proyecto de ley, los representantes demócratas declararon un receso indefinido para pensarse el voto una vez más. Las televisiones hablaban de "drama" en el Capitolio. Fue peor que adelantar una semana la fecha del examen.

'Juegos de malabares'

Según los expertos, el acuerdo presupuestario es la columna vertebral de todas las votaciones. Si demócratas y republicanos no se ponían de acuerdo en los impuestos, quedaban pocas esperanzas para un debate sobre la situación de los homosexuales en el ejército u ofrecer la ciudadanía a un puñado de estudiantes indocumentados.

Los protagonistas de este juego de malabares son los líderes de ambos partidos en las dos Cámaras. Como portavoces, son los que introducen las propuestas de ley, los que proponen las votaciones o llaman al final del debate. Porque, como el grupo de estudiantes que quiere negociar las condiciones del examen, los políticos estadounidenses juegan con las reglas del Congreso como un elemento más que determinará si se aprueba o no una ley. El descanso que pidieron los demócratas el pasado jueves es un ejemplo. Pero los republicanos han convertido ésta en la legislatura de los filibusters. Sí, como filibustero, pirata. Las reglas del juego permiten trucos para sabotear la votación de una ley al retrasar el debate pidiendo, por ejemplo, que se lea la ley en su totalidad. Sí, se tarden las horas que se tarden.

En el Congreso estadounidense se vota hasta si se somete a votación una ley o no. Harry Reid, líder demócrata en el Senado, ha hecho demostración de sus 23 años de experiencia política retirando e introduciendo propuestas en función de las opciones que tiene de sacarlas adelante. Propuso el Dream Act la semana pasada. Consiguió los votos de la Cámara de Representantes -en parte gracias a algunos republicanos que se retiran con esta legislatura-. Como faltaban apoyos en el Senado, retiró la propuesta para retrasar el voto. Si los republicanos conseguían victorias mayores como en el caso de los impuestos, podrían ceder después ante medidas como el Dream Act o Don't Ask, Don't Tell

Los republicanos no tenían prisa por ganar votaciones. Fueron los demócratas los que ponían la zancadilla a los planes de Obama, negándose a firmar un plan presupuestario de mil millones de dólares. Tres horas después de provocar una pausa dramática en el Captolio, decidieron apoyarle y la ley salió adelante. Un día después, cuatro demócratas impidieron la votación del Dream Act, apoyado por la Casa Blanca. Y sería el apoyo -aunque mínimo- de los republicanos el que permitiera terminar con la ley que prohibía a los militares norteamericanos hacer pública su homosexualidad. Reid había amenazando con ampliar las sesiones hasta después de la Navidad si no se cumplían los objetivos. Le acusaron de no respetar esta fiesta. Los republicanos, por su parte, reconocieron que sólo querían gastar tiempo con juegos políticos, la frase preferida estos días. A partir de enero, con la mayoría en la Cámara baja, lo tendrán mucho más fácil.