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José Antonio Gurpegui

Crónicas del Imperio

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¿Por qué estas cosas solo pasan en EEUU?

Ha vuelto a ocurrir, una vez más. De nuevo, los informativos de todo el mundo abrieron este fin de semana con la noticia de una matanza

Ha vuelto a ocurrir, una vez más. De nuevo, los informativos de todo el mundo abrieron este fin de semana con la noticia de una matanza múltiple en los Estados Unidos. Y, una vez más, están de luto los norteamericanos. Esta “vez más” es la número 62 en los últimos 30 años. Demasiadas. El propio Obama, visiblemente afectado, así lo reconocía al dirigirse a sus compatriotas recalcando que “hemos sufrido demasiadas tragedias como esta en los últimos años” y “como nación, ya hemos pasado por esto demasiadas veces”. Para ser exactos, 24 desde el año 2005.

Este año de 2012 comenzó con el atentado contra la senadora Grabielle Griffords el pasado enero en Tucson; la senadora salvó la vida, pero seis personas murieron. En julio fueron doce las víctimas abatidas a las puertas de un cine en Aurora, Colorado. La trágica relación nominal se incrementó con seis nuevos nombres tras la matanza del templo Sij en Wisconsin en agosto; y el suma y sigue parecía finalizar con los cinco muertos de la empresa de Minneapolis en septiembre. Sin embargo, todavía quedaba el número especial en esta macabra lotería, y este ha caído en la apacible ciudad de Newtown, en Connecticut. El número de muertos asciende a 27, casi tantos como en los cuatro sucesos anteriores, pero, en este caso, el horror de la cifra se relativiza al constatar quiénes han sido las víctimas: una veintena de niños, veinte criaturas de apenas 7 años. 

Es precisamente la edad de las víctimas lo que singulariza lo acaecido en la escuela de primaria de Newton. La compra y posesión de armas vuelve a ser objeto de crítica y debate en los Estados, un tema que reavivó el propio Obama en la referida comparecencia… también una vez más: “Necesitamos unirnos y emprender acciones decididas para prevenir tragedias como esta, más allá de cuestiones políticas”.

El prestigioso Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York, se ha manifestado en términos similares al enfatizar la necesidad de emprender “acciones inmediatas”, pues “ya hemos escuchado demasiada retórica”. Los datos resultan contundentes: de los 13.000 homicidios acontecidos en los Estados Unidos en 2010, casi 9.000 fueron por arma de fuego. El 80% de quienes pertrecharon las matanzas eran propietarios legales de las armas con las que asesinaron a sus víctimas.

Probablemente, dado el cariz y singularidad de este penúltimo episodio, se promulgue en los próximos meses algún tipo de legislación al respecto. Lo que parece más dudoso es que tenga algún resultado práctico. Tras la matanza en el Instituto de Columbine (Ohio) en 1999, donde murieron 12 jóvenes junto a su profesor, se aprobaron leyes que requerían la acreditación de un certificado psicológico a quienes intentaran comprar armas. La medida ha resultado a todas luces ineficaz y, sin embargo, la ecuación “cuantas más armas se venden, más homicidios por arma de fuego se producen” resulta ser tan precisa como las matemáticas.

Los motivos para el escepticismo son variados y responden a cuestiones diversas. Se estima que hay más de 240.000.000 de armas en manos de particulares en EEUU; de igual forma, la Asociación Nacional del Rifle (RNA), además de ser una de las más potentes del país, ha sufragado las campañas electorales de no pocos congresistas y senadores norteamericanos, que son en definitiva quienes deben aprobar las leyesLos motivos para el escepticismo son variados y responden a cuestiones diversas. Algunas tienen que ver con el más puro pragmatismo: se estima que hay más de 240.000.000 (no sobra ningún cero) de armas en manos de particulares en Estados Unidos; de igual forma, la Asociación Nacional del Rifle (RNA), además de ser una de las más potentes y poderosas de los Estados Unidos, ha sufragado las campañas electorales de no pocos congresistas y senadores norteamericanos, que son en definitiva quienes deben aprobar las leyes. 

Legalmente, también resulta cuestionable que se pueda coartar o recortar la libertad individual en cuanto a la posesión de armas de fuego, repetidamente reconocida por el Tribunal Supremo, tal como establece la Segunda Enmienda constitucional redactada por James Madison en 1789. Recientemente, las sentencias del Supremo en el caso Distrito de Columbia contra Heller (2008), completadas y matizadas en el caso McDonald contra Chicago (2010), derogaban por inconstitucional el Acta de regulación para el control de armas de fuego de 1975, que imponía tímidas limitaciones a la compra y posesión de armamento por particulares.

Pero, más allá del pragmatismo y la legalidad, hay factores tan profundamente imbricados en el imaginario colectivo norteamericano que resulta imposible extirparlos a estas alturas. Estados Unidos logró independizarse del Reino Unido gracias a las milicias de civiles, que fueron capaces de armarse de forma personal e individual y derrotaron al entonces ejército más poderoso del mundo; también la frontera y la expansión hacia el Oeste, un siglo más tarde, fue posible gracias a las armas que poseían los granjeros y colonos que se aventuraban por terrenos inhóspitos plagados de peligros. Y, lo más importante, la autoprotección personal y familiar es un derecho irrenunciable que, en el caso de millones de norteamericanos, se identifica incuestionablemente con la posesión de armas.

Quisiera equivocarme, pero mucho me temo que será cuestión de tiempo el volver a lamentar que “América llora… una vez más.”

Ha vuelto a ocurrir, una vez más. De nuevo, los informativos de todo el mundo abrieron este fin de semana con la noticia de una matanza múltiple en los Estados Unidos. Y, una vez más, están de luto los norteamericanos. Esta “vez más” es la número 62 en los últimos 30 años. Demasiadas. El propio Obama, visiblemente afectado, así lo reconocía al dirigirse a sus compatriotas recalcando que “hemos sufrido demasiadas tragedias como esta en los últimos años” y “como nación, ya hemos pasado por esto demasiadas veces”. Para ser exactos, 24 desde el año 2005.