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Abismo fiscal: ¿a ‘esto’ lo llaman acuerdo?
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José Antonio Gurpegui

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Abismo fiscal: ¿a ‘esto’ lo llaman acuerdo?

Hacía más de medio siglo que el Congreso de los Estados Unidos no se reunía el último día del año en sesión plenaria. Debemos remontarnos hasta

Hacía más de medio siglo que el Congreso de los Estados Unidos no se reunía el último día del año en sesión plenaria. Debemos remontarnos hasta el 31 de diciembre de 1951 para encontrar una situación similar; se trataba, en aquel momento, de aprobar la dotación económica destinada a la Guerra de Corea. Desde entonces, ningún asunto había suscitado tanta necesidad, ni por supuesto tal acuciante urgencia, como para reunir en fecha tan singular a senadores y congresistas con objeto de aprobar una legislación de forma inminente. ¿Debemos suponer tras esta actuación que las consecuencias de la inevitable recesión en que habría derivado la economía estadounidense por la entrada en vigor de las medidas de ajuste -aumento de la presión fiscal y recortes de gastos en la administración- habrían sido tan catastróficas como las de una guerra?

El 'acuerdo' se alcanzó in extremis, hasta el punto de llegar a considerar que el 1 de enero es festivo y no podían resultar efectivas las medidas que automáticamente debían entrar en vigor a partir de las cero horas de ese mismo día. En el Senado, con mayoría demócrata, la resolución se refrendó por 89 votos a favor y 8 en contra; también logró superar el examen del Congreso, de mayoría republicana, con 257 votos favorables (172 demócratas y 85 republicanos) contra los 167 (entre ellos, 16 demócratas) que se opusieron. El representante demócrata de New Jersey, Bill Prascell, aseguraba que "los americanos son los verdaderos vencedores esta noche", y hay quien parece sugerir que el reelegido presidente puede anotarse el tanto al haber logrado aplazar un par de meses los recortes en beneficios sociales y garantizado la cobertura para los parados. Las bolsas mundiales han acogido con optimismo el resultado, entiendo que más por lo que se ha evitado que por lo conseguido.

El acuerdo alcanzado tiene más de "arreglo" que de otra cosa: se trata de una "patada a seguir" tanto por parte de los demócratas como de los republicanos. No se han tocado los recortes sociales que pedían los segundos y Obama ha debido rebajar sus aspiraciones de aumentar la carga impositiva para quienes ganan más de 250.000 dólaresZachary Golfarb, del Washington Post, se muestra ciertamente pesimista y, aunque menos catastrofista, tampoco repica campanas Jennifer Steinhauer, del New York Times. Parece acertado el diagnóstico del republicano Trey Godwy (Carolina del Sur), para quien el acuerdo alcanzado es "un analgésico, un placebo, el tratamiento de los síntomas sin lograr sanar la patología."

Comparto su apreciación; no sé si resulta excesivo calificar de 'parche' lo logrado, pero el acuerdo alcanzado tiene más de 'arreglo' que de otra cosa. Se trata de una 'patada a seguir' tanto por parte de los demócratas (es decir, Barack Obama) como de los republicanos. Lo mismo que el 112º Congreso de los Estados Unidos, tiene las horas contadas hasta la nueva constitución del que será el 113º -también de mayoría republicana-; asimismo, el presidente tiene contados los días hasta su inminente toma de posesión. En tales circunstancias, el acuerdo de mínimos alcanzado ha sido, tal vez, lo máximo a lo que se podía aspirar.

No se han tocado los recortes sociales que pedían los republicanos y Obama ha debido rebajar sus aspiraciones de aumentar la carga impositiva para quienes ganan más de 250.000 dólares, cifrando la barrera en los 400.000 y 450.000 dólares para individuos o unidades familiares respectivamente. También han acordado garantizar la rebaja fiscal propuesta transitoriamente por Bush... El tiempo dirá si resulta una medida positiva o, por el contrario, es la raíz de problemas mucho más graves a largo plazo. Se trata en definitiva de un actualizado y politizado Half-Way Covenant, utilizando la expresión del puritano pastor Jonathan Edwards a comienzos del XVIII, que no hace sino prorrogar el problema -o la solución, según se mire-, otros dos meses tal como indicaba en mi anterior columna, El necesario acuerdo sobre el abismo fiscal.

Las negociaciones no serán fáciles durante los dos meses siguientes, pero lo acontecido en estas últimas 48 horas propicia interesantes lecturas. Por una parte, los republicanos más radicales del Tea Party parecen haber perdido la batalla y su influencia será menor en la composición del próximo congreso. Entre los republicanos, algunas figuras han brillado con nombre propio y tendrán un importante peso específico en las negociaciones, fundamentalmente Mich McConnell (Kentucky) en el Senado y Tom Coburn (Oklahoma) en el Congreso.

Hacía más de medio siglo que el Congreso de los Estados Unidos no se reunía el último día del año en sesión plenaria. Debemos remontarnos hasta el 31 de diciembre de 1951 para encontrar una situación similar; se trataba, en aquel momento, de aprobar la dotación económica destinada a la Guerra de Corea. Desde entonces, ningún asunto había suscitado tanta necesidad, ni por supuesto tal acuciante urgencia, como para reunir en fecha tan singular a senadores y congresistas con objeto de aprobar una legislación de forma inminente. ¿Debemos suponer tras esta actuación que las consecuencias de la inevitable recesión en que habría derivado la economía estadounidense por la entrada en vigor de las medidas de ajuste -aumento de la presión fiscal y recortes de gastos en la administración- habrían sido tan catastróficas como las de una guerra?

El 'acuerdo' se alcanzó in extremis, hasta el punto de llegar a considerar que el 1 de enero es festivo y no podían resultar efectivas las medidas que automáticamente debían entrar en vigor a partir de las cero horas de ese mismo día. En el Senado, con mayoría demócrata, la resolución se refrendó por 89 votos a favor y 8 en contra; también logró superar el examen del Congreso, de mayoría republicana, con 257 votos favorables (172 demócratas y 85 republicanos) contra los 167 (entre ellos, 16 demócratas) que se opusieron. El representante demócrata de New Jersey, Bill Prascell, aseguraba que "los americanos son los verdaderos vencedores esta noche", y hay quien parece sugerir que el reelegido presidente puede anotarse el tanto al haber logrado aplazar un par de meses los recortes en beneficios sociales y garantizado la cobertura para los parados. Las bolsas mundiales han acogido con optimismo el resultado, entiendo que más por lo que se ha evitado que por lo conseguido.