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La advertencia de un rey: la lucha contra el ISIS "no es una guerra occidental"
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La advertencia de un rey: la lucha contra el ISIS "no es una guerra occidental"

En estos días, Washington está entusiasmado con la guerra ideológica. No entre los demócratas y los republicanos, sino entre los norteamericanos y el islamismo radical

Foto: Llamas y una columna de humo durante ataques de la coalición contra posiciones del ISIS en la ciudad kurdo-siria de Kobane, el pasado mes de octubre (Reuters).
Llamas y una columna de humo durante ataques de la coalición contra posiciones del ISIS en la ciudad kurdo-siria de Kobane, el pasado mes de octubre (Reuters).

En estos días, Washington está entusiasmado con la guerra ideológica. No entre los demócratas y los republicanos (esas son viejas noticias), sino entre los norteamericanos y el islamismo radical. Muchos de quienes pasaron las últimas semanas insistiendo con la idea de etiquetar a los terroristas yihadistas como “islámicos”, ahora nos incitan a luchar contra ellos en el frente ideológico. Y, a pesar de que es el escenario correcto, dicho combate sería diferente a las antiguas guerras de ideas y podría provocar recomendaciones sorprendentes para la acción.

Nuestra imagen acerca de la guerra ideológica proviene de la Guerra Fría, otra lucha titánica entre dos visiones opuestas del mundo. Sin embargo, la razón por la cual la Guerra Fría fue tan dominante e intensa es que las ideas de cada grupo eran potencialmente atractivas para cualquiera, en cualquier parte del mundo. El comunismo y el capitalismo son ambos ideologías seculares que tratan de seducir a los indecisos a que formen parte de ellos.

Resulta difícil recordar hoy en día que decenas de millones de personas alrededor del mundo se vieron fuertemente atraídas por el comunismo durante décadas. Algunos de los intelectuales más grandes, como el dramaturgo George Bernard Shaw y el novelista e historiador H.G. Wells, escribieron compresivamente sobre dicha temática. En el año 1930, época en la cual la democracia parecía desmoronarse y el fascismo avanzaba, varios pensaban que el socialismo era la respuesta lógica a los pesares del mundo. En las primeras elecciones, los partidos comunistas obtuvieron alrededor de una cuarta y una quinta parte de los votos en Francia e Italia, respectivamente. Como consecuencia, muchos de los observadores temían que estos países eligieran convertirse en comunistas. La llamada al socialismo y al comunismo era real y fuerte en el mundo en desarrollo.

Por el contrario, el islamismo radical es severamente limitado en su alcance mundial. Casi por definición, resulta muy poco atractivo para todos los que no son musulmanes. ¿Qué cristiano querría la imposición forzada de la ley islámica? El islamismo radical no resuena siquiera dentro del mundo musulmán. En la mitad de los países en los cuales se convocan elecciones (incluyendo Indonesia, Malasia, India, Bangladesh, Turquía, Irak e incluso Pakistán), dichas ideologías no han tendido a conseguir muchos votos. El éxito electoral de los Hermanos Musulmanes en Egipto es una excepción parcial a esta regla. Sin embargo, fue bueno como consecuencia de diferentes razones que no están relacionadas con su ideología islámica (que tampoco era tan radical como afirma la dictadura militar de Egipto.

La guerra ideológica realmente trata de una lucha dentro del islam debido a que las ideas en juego son sólo potencialmente seductoras para los musulmanes. Es una guerra cultural que debe ser librada por los musulmanes. Si aquellos ajenos al asunto, como los Estados Unidos, desean ocupar un rol, deberían intentar escuchar y apoyar a los musulmanes que actualmente están combatiendo. Uno de ellos es el rey de Jordania, Abdullah II, a quien entrevisté esta semana en Ammán.

El rey apoya la postura de Obama de no describir al ISIS como “islámico” ya que “están buscando una legitimidad que no tienen dentro del islam”. La verdad es que resulta irrelevante cómo Obama desee nombrar a estos terroristas. Lo importante es cómo el rey y la comunidad local en Jordania y alrededor del mundo árabe hacen referencia a este grupo. Y uniformemente, no elijen llamarlo el “Estado Islámico”, “ISIS” o “ISIL”. En lugar de ello, lo llaman “Daesh”, un acrónimo severo ya que resulta despectivo debido a que suena como la palabra árabe “daes”, que significa “pisotear bajo los pies”. El rey Abdullah prefiere utilizar la palabra "khawarij" para describirlos, que significa “bandidos” o “renegados” del islam.

No es una guerra occidental”, me dijo el rey. “Es una lucha dentro del islam en la que todos se unen contra estos bandidos”. Por supuesto, desea un apoyo y compromiso internacional pero es cauteloso con respecto a las tropas occidentales. Jordania se encuentra en la primera línea de batalla. Empero, otros países desde Irak hasta Egipto se están uniendo finalmente y no sólo en el campo de batalla. Esta semana, la cabeza de Cairo, Al-Azhar, uno de los institutos de enseñanza islam sunita más prestigioso denunció “grupos violentos extremistas” que poseen “interpretaciones corruptas” del islam.

Aquellos que son más insistentes con nuestra necesidad de nombrar y conocer al enemigo desean que la Administración Obama se una a la lucha, pistola en mano. No obstante, la ironía radica en que, si uno comprende con perfección la ideología detrás del Estado Islámico, conduce a la dirección opuesta. En su ensayo en The Atlantic, Graeme Wood discute la posibilidad de una mayor intervención militar estadounidense contra este grupo. “El mayor defensor de una invasión estadounidense es el mismo Estado Islámico”, escribe. “Los vídeos provocativos... claramente se realizaron para involucrar a los Estados Unidos en la guerra. Una invasión sería un gran triunfo de la propaganda para los yihadistas en el mundo entero”. En cambio, Wood aconseja contención, ataques aéreos selectivos y apoyo a los musulmanes que trabajan para disuadir a sus hermanos de que se conviertan en víctimas del islamismo radical.

En otras palabras, la lucha ideológica contra el Estado Islámico, en realidad, conduce hacia una estrategia sofisticada que implica, para los Estados Unidos, moderación militar y cooperación política cercana con los árabes. Me pregunto si aquellos que claman por dicha lucha estarían de acuerdo.

La dirección electrónica de Fareed Zakaria es comments@fareedzakaria.com.

© 2015, The Washington Post Writers Group

En estos días, Washington está entusiasmado con la guerra ideológica. No entre los demócratas y los republicanos (esas son viejas noticias), sino entre los norteamericanos y el islamismo radical. Muchos de quienes pasaron las últimas semanas insistiendo con la idea de etiquetar a los terroristas yihadistas como “islámicos”, ahora nos incitan a luchar contra ellos en el frente ideológico. Y, a pesar de que es el escenario correcto, dicho combate sería diferente a las antiguas guerras de ideas y podría provocar recomendaciones sorprendentes para la acción.

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