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"Esta es la única forma de vencer al Estado Islámico"

"La única manera de vencer verdaderamente al ISIS es ofrecer de un producto mejor a los millones de jóvenes musulmanes de todo el mundo". Túnez lo ha hecho: la democracia musulmana

Foto: Tunecinos protestan ante la Asamblea Constituyente para exigir la salida de los islamistas del poder, en Túnez, el 28 de julio de 2013 (Reuters).
Tunecinos protestan ante la Asamblea Constituyente para exigir la salida de los islamistas del poder, en Túnez, el 28 de julio de 2013 (Reuters).

“En la actualidad la lucha más importante del mundo es entre el modelo del Estado Islámico y el modelo tunecino”. La frase pertenece a Rachid Ghanuchi, quien visitó Nueva York la semana pasada. “No es entre el islam y el occidente. Es entre el ISIS y nosotros”. Ghannouchi es el líder intelectual de Ennahda, el partido islamista de Túnez que, a pesar de haber ganado las primeras elecciones libres del país, se comprometió con sus enemigos políticos, cedió poder y ayudó a que Túnez fuese el único éxito de la 'primavera árabe'. Ghanuchi me explicó por qué la historia del pequeño país es fundamental para la lucha contra el islam radical militante alrededor del mundo.

La única manera de vencer verdaderamente al ISIS es ofrecer de un producto mejor a los millones de jóvenes musulmanes en el mundo. Nosotros lo hemos hecho: la democracia musulmana”, dijo. “A los jóvenes no les agrada el ISIS, vemos como varios millones huyen del "Califato", pero tampoco aceptarán la vida bajo tiranos”. Ghanuchi añadió que un “mejor producto” necesitaba ser un sistema político genuinamente democrático y que respete a los derechos humanos, pero que también permita al islam y a sus valores un cierto espacio dentro del sistema político. “Estamos construyendo ese modelo alternativo en Túnez”, me dijo con orgullo.

Ghanuchi señaló que, en su opinión, los miles de jóvenes que viajan a Siria o Irak para unirse al Estado Islámico son comparables a los descontentos que se convirtieron en guerrilleros marxistas en las décadas de los 50 y 60. “Algunas personas buscan una ideología de protestas violentas contra el orden establecido. Eso no es extraño. Pero hoy en día ha tomado un cariz religioso”.

“¿Cómo hemos llegado a estos terroristas islámicos?”, me preguntó. “Por todo Oriente Medio, los dictadores reprimieron el islam durante décadas. En Túnez, cualquier tipo de educación islámica estaba prohibida. Estaba vedado que las mujeres usaran velo. Las personas eran perseguidas si demostraban algún interés por el islam. Estas políticas produjeron una reacción, la generación de terroristas islámicos que contemplamos hoy en día".

La historia de éxito de Túnez no es la versión de cuentos de hadas que es a veces escuchamos. Los islamistas presionaron para lograr una mayor influencia de la ley islámica. Además, eran reacios a comprometerse y dejaron el poder únicamente porque pensaron que el país explotaría si no lo hacían. Ha retornado la aplicación de elementos claves de la vieja guardia y la estabilidad del país permanece frágil, con la economía bajo una fuerte presión.

Sin embargo, la mayoría de las transiciones hacia la democracia están marcadas por luchas amargas. La democracia no llegó amistosamente a Corea del Sur, Taiwán o Chile. Los dictadores se resistieron ferozmente. Hubo disturbios, arrestos masivos y violencia callejera. Solo en retrospectiva uno puede mirar hacia atrás y hablar tranquilamente sobre transiciones democráticas pacíficas.

"La meta debe ser el consenso"

Túnez tiene algunas ventajas distintivas que le han ayudado. En una conversación con el jefe del Gobierno del país, Habib Essid, un tecnócrata, le pregunté si podía explicar el éxito del país. Primero señaló que Túnez ha existido como entidad política desde hace 3.000 años (desde los tiempos del Estado púnico). En segundo lugar, destacó que Túnez es casi enteramente sunita, así que no posee las diferencias sectarias y tribales que crean fisuras en otros países como Irak, Siria y Libia, que han sido estados-nación modernos desde hace menos de 100 años.

En tercer lugar, me explicó que, bajo su primer líder tras la independencia, Habib Bourguiba, Túnez construyó instituciones políticas y administrativas fuertes. Ghannouchi subrayó otra ventaja principal: Bourguiba aseguró que el servicio militar fuera restringido y no político. Con referencia al retorno de los militares egipcios al poder y la destrucción de la democracia, él dijo: “En Egipto, el ejército posee un país. En Túnez, el país posee un ejército”.

Además de todas estas ventajas estructurales e históricas, Túnez se ha beneficiado de dirigentes políticos inteligentes. Ghanuchi explica por qué su partido se comprometió. “La vieja guardia habrá perdido las elecciones pero era todavía muy poderosa. Era la élite del país. Así que teníamos que hacer negocios con ellos". Uno no puede ir hacia la victoria total, dijo, "la meta debe ser el consenso”. En una democracia estable, si uno gana las elecciones tal vez pueda hacer todo a su manera. Sin embargo, en una democracia joven necesitamos consenso y compromiso”.

Perdimos el poder” dijo Ghanuchi, “pero ganamos Túnez”.

Ghanuchi sigue siendo optimista respecto a la 'Primavera Árabe'. “Las personas no volverán a las antiguas formas de tiranía. Tal como la Revolución Francesa, la 'Primavera Árabe' ha producido desorden, violencia y reacciones, pero, eventualmente, transformará todas estas dictaduras y monarquías en el mundo musulmán”.

La dirección electrónica de Fareed Zakaria es comments@fareedzakaria.com.

© 2015, The Washington Post Writers Group

“En la actualidad la lucha más importante del mundo es entre el modelo del Estado Islámico y el modelo tunecino”. La frase pertenece a Rachid Ghanuchi, quien visitó Nueva York la semana pasada. “No es entre el islam y el occidente. Es entre el ISIS y nosotros”. Ghannouchi es el líder intelectual de Ennahda, el partido islamista de Túnez que, a pesar de haber ganado las primeras elecciones libres del país, se comprometió con sus enemigos políticos, cedió poder y ayudó a que Túnez fuese el único éxito de la 'primavera árabe'. Ghanuchi me explicó por qué la historia del pequeño país es fundamental para la lucha contra el islam radical militante alrededor del mundo.

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