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Lo llaman "islam radical". ¿Y qué? ¿Sirve de algo?
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Lo llaman "islam radical". ¿Y qué? ¿Sirve de algo?

El enemigo es el islam radical, y la ideología que se ha extendido -por diversos motivos- durante cuatro décadas y que ahora infecta a jóvenes. Una lucha que solo pueden emprender los musulmanes

Foto: La Torre Eiffel con los colores de la bandera francesa tras los ataques de París, el 23 de noviembre de 2015. (Reuters)
La Torre Eiffel con los colores de la bandera francesa tras los ataques de París, el 23 de noviembre de 2015. (Reuters)

Terrorismo islamista radical. Aparentemente, la frase -si es usted capaz de pronunciarla- tiene poderes espirituales. En el debate republicano celebrado el pasado martes, los candidatos se esmeraron, otra vez, en dejar claro que ellos sí utilizarán las intimidatorias palabras que el presidente Obama y Hillary Clinton nunca pronunciarán. "Tenemos un presidente poco dispuesto a llamar a las cosas por su nombre", dijo Ted Cruz en su presentación.

Resulta que la primera vez que describí al enemigo como "islam radical" fue en una columna que redacté días después del 11-S. Utilicé la frase "terrorismo islamista radical" en otra columna semanas después. Así que, una vez mostradas mis credenciales, puedo decir honestamente que no sirve absolutamente para nada a la hora de responder a algunas cuestiones o de diseñar una estrategia para frenar los ataques terroristas.

No solo los republicanos han decidido que la negativa de Obama y Clinton a utilizar esta expresión es un síntoma de debilidad y de su incoherencia estratégica. Ahora ha surgido un sector nacional de analistas que presume a menudo de que es lo suficientemente valiente para definir al enemigo como se merece.

De hecho, Obama ha hablado en repetidas ocasiones de los problemas del extremismo en el islam. En 2014, durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el presidente centró su intervención en ese asunto, al decir que "hoy en día la violencia entre comunidades musulmanas se ha convertido en la causa de tanta miseria humana... es tiempo de que el mundo -especialmente los musulmanes- rechace de forma explícita y con contundencia la ideología de organizaciones como Al Qaeda y el ISIS".

En su discurso tras los ataques de San Bernardino, Obama utilizó alguno de estos términos, lo que llevó al cómico Seth Meyers a ironizar sobre el asunto: "Ha usado las palabras 'radical', 'islam' y 'terrorismo', solo que no en el orden correcto. Lo que hubiera supuesto un problema si se tratase de un conjuro y estuviésemos hablando de Harry Potter, pero ese no es el caso".

Obama y Clinton han elegido no definir al enemigo especifica y directamente como islam radical por deferencia a los países y líderes musulmanes que creen que ello otorga legitimidad a los terroristas. El expresidente George W. Bush fue igualmente cuidadoso en su retórica. Por esta razón, en todo Oriente Medio, al Estado Islámico se le llama Daesh, un acrónimo con una connotación negativa, que no hace ninguna gracia al grupo.

Los conservadores han descubierto un nuevo amor por Francia después de que su presidente declarase la guerra tras los ataques de París. Puede que no se hayan dado cuenta de que François Hollande no ha declarado la guerra al Estado Islámico, sino al Daesh. Su ministro de Exteriores, Laurent Fabius, explicó: "No recomiendo utilizar el término Estado Islámico porque hace borrosa la línea entre islam, musulmanes e islamistas. Los árabes le llaman Daesh y yo le llamaré 'los asesinos de Daesh".

La mejor prueba de que definir al islam radical por su nombre no aporta ninguna solución al problema fue el debate republicano del pasado martes. Después de todos los resoplidos, los más agresivos de ellos propusieron más bombardeos, zonas de exclusión aérea y armar a los kurdos. Esas son solo aportaciones modestas a la estrategia actual de Obama, y cada una de ellas oculta problemas. Es complejo lanzar más bombardeos porque hay muchos civiles inocentes en los bastiones del Estado Islámico. Las zonas de exclusión aérea requerirán de alrededor de 200 aviones estadounidenses, y no servirá para detener la violencia, que tiene lugar en tierra y vía helicópteros (si vuelan lo suficientemente bajo, no se verían afectados por la zona de exclusión). Armar a los kurdos directamente enfurecerá a Turquía e Irak, además de a muchas tribus suníes que tendrían que ocupar las aéreas que son liberadas. Sirva esto como una llamada a juicio; sus ideas no son pan comido.

Lo más importante, sin embargo: luchar contra este grupo terrorista no es lo mismo que luchar contra el islam radical. Extrañamente, después de que los candidatos republicanos definiesen claramente al enemigo como una ideología -algo mucho más robusto que un simple grupo-, hablaron casi todo el rato sobre luchar contra ese grupo en concreto. Incluso aunque el Estado Islámico fuese derrotado mañana, ¿su final detendría al próximo lobo solitario en Nueva York, París o Londres? Los asesinos de San Bernardino parecen haberse radicalizado cuando el ISIS todavía estaba en creación.

De hecho, el enemigo es el islam radical, y la ideología que se ha extendido -por diversos motivos- durante las últimas cuatro décadas y que ahora infecta a hombres y mujeres jóvenes alienados a lo largo del mundo musulmán. La lucha contra este fenómeno debe estar acompañada de la lucha contra esa misma ideología. Una lucha que solo pueden emprender los musulmanes -solo ellos pueden expulsar el extremismo de su fe-. Tras un comienzo lento, ahora se están desarrollando varios esfuerzos considerables, más de lo que la gente piensa. Occidente puede ayudar alentando estas fuerzas reformistas, aliándose con ellas, y siendo socio en sus esfuerzos para modernizar sus sociedades.

Terrorismo islamista radical. Aparentemente, la frase -si es usted capaz de pronunciarla- tiene poderes espirituales. En el debate republicano celebrado el pasado martes, los candidatos se esmeraron, otra vez, en dejar claro que ellos sí utilizarán las intimidatorias palabras que el presidente Obama y Hillary Clinton nunca pronunciarán. "Tenemos un presidente poco dispuesto a llamar a las cosas por su nombre", dijo Ted Cruz en su presentación.

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