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'Presidentes' de EEUU que no creen en su economía

La energía que alimenta la campaña presidencial -a ambos lados del espectro político- parece ser una profunda desesperanza sobre la economía de EEUU

Foto: Votantes de Bernie Sanders reaccionan a los resultados de las primarias en Florida, Ohio e Illinois, el 15 de marzo de 2016 (Reuters).
Votantes de Bernie Sanders reaccionan a los resultados de las primarias en Florida, Ohio e Illinois, el 15 de marzo de 2016 (Reuters).

La energía que alimenta la campaña presidencial -a ambos lados del espectro político- parece ser una profunda desesperanza sobre la economía de EEUU. En este tema central, Bernie Sanders y Donald Trump tienen un mensaje sorprendentemente similar: la economía estadounidense ha fallado.

Pero ¿es correcto este análisis? La economía de EEUU ha creado 14 millones de empleos en el sector privado desde 2010. El desempleo ha caído por debajo del 5 por ciento, y el número de personas que alegan estar en paro alcanzó el año pasado su récord a la baja en 42 años. La media industrial del Dow Jones se ha más que duplicado con Barack Obama, entre los mejores resultados del mercado de valores bajo cualquier presidencia. Los mercados inmobiliarios y de la construcción están fuertes, las ventas de automóviles crecen, e incluso los salarios han empezado a subir.

El dilema central para EEUU es que los beneficios del crecimiento, la baja inflación y la productividad tecnológica se gastan ampliamente en todo el espectro de población. Todos nos beneficiamos de bienes a menor coste y de la tecnología extraordinaria. Pero los costes -la pérdida de empleos, los recortes salariales- se concentran en un grupo de población más pequeño. Son las voces de esas personas, comprensiblemente airadas, las que oímos en la campaña estos días.

Dos altos ejecutivos de Blackstone señalan que la evidencia desde Europa es ahora clara: los países que llevaron a cabo reformas estructurales, como Grecia y Portugal, no han sido recompensados con crecimiento

La recuperación actual ha sido mucho menos robusta que las anteriores. Pero muchos economistas predijeron esto desde el principio, indicando que las ralentizaciones provocadas por una crisis financiera sacuden la confianza de los consumidores y los negocios. La métrica más relevante sin duda es cómo los EEUU ha emergido de la recesión comparado con las otras principales economías del mundo. Y en esto, la evidencia es clara. La economía estadounidense crecerá mucho más rápido que la de la eurozona, y casi tres veces tan rápido como la de Japón este año. En los EEUU, la Reserva Federal ha empezado a subir las tasas de interés porque está preocupada por que el crecimiento produzca inflación, mientras casi todos los demás grandes bancos centrales del mundo están pensando en recortar las tasas para intentar desesperadamente darle un empujón a la economía.

En la senda de la campaña republicana, una de las denuncias rituales que uno oye es que la Administración Obama ha estrangulado la economía con nuevas regulaciones. La pieza central de este argumento es la ley Dodd-Frank, un vasto, complejo y poco manejable conjunto de regulaciones que ahora gobierna la industria financiera. Y aún así, tal y como publicó la pasada semana el 'Financial Times', los cinco principales bancos de inversión de EEUU han ingresado más del doble de dinero que sus equivalentes europeos, batiendo “a sus rivales europeos en casi cualquier ámbito financiero este año”. Sus beneficios acumulados antes de la deducción de impuestos fueron de 33.500 millones de dólares, ocho veces los de los bancos europeos. “Es el último ejemplo del creciente dominio global de los bancos de inversión estadounidenses”, concluyó el 'Financial Times'.

placeholder Votantes de Sanders durante un mitin de campaña del candidato demócrata en la Universidad Roosevelt, en Chicago (Reuters).
Votantes de Sanders durante un mitin de campaña del candidato demócrata en la Universidad Roosevelt, en Chicago (Reuters).

El argumento de que la economía crecería más rápido si hubiese grandes reformas impositivas y regulatorias es plausible en teoría. Pero Estados Unidos es en realidad una economía muy competitiva. Un reciente informe de UBS para el Foro Económico Mundial identificó los países más capaces de sacar ventaja de la “cuarta revolución industrial”, y EEUU se situó en quinto lugar.

Es sin duda cierto que Estados Unidos tiene problemas con los impuestos inmanejables y los sistemas regulatorios. En estadísticas publicadas recientemente por U.S. News & World Report, en la categoría de “abierto a los negocios”, los EEUU se coloca en un chocante puesto 23º. Pero hay un creciente consenso entre los ejecutivos financieros y los economistas de que las circunstancias actuales son inusuales, casi únicas, con la gente y las empresas acaparando sus ahorros, los salarios caídos, la inflación inexistente y un peligro real de deflación.

En un ensayo en 'Foreign Affairs', dos altos ejecutivos de Blackstone, J. Tomilson Hill e Ian Morris, señalan que la evidencia desde Europa es ahora clara: aquellos países que llevaron a cabo reformas estructurales sustanciales, como Grecia y Portugal, no han sido recompensados con un crecimiento económico. “Las reformas pro-mercado no se han correspondido con una recuperación económica fuerte”, escriben.

En el mismo número de Foreign Affairs, Lawrence Summers, ex presidente de la Universidad de Harvard y antiguo Secretario del Tesoro estadounidense, explica cuidadosamente por qué el problema fundamental en la economía es la falta de demanda (demasiado ahorro, demasiado poco gasto), y aboga por un importante incremento del gasto en infraestructura como solución única y central. Summers ha señalado en otro lugar que, como en una casa, un mantenimiento deficiente solamente te garantiza una factura mucho mayor cuando las cosas acaben por romperse. Mejor tomar prestado dinero a unas tasas históricamente bajas y utilizarlo ahora para impulsar el crecimiento y lanzar un virtuoso ciclo de demanda. “Las generaciones futuras estarán mejor debiendo mucho dinero en bonos a largo plazo a tipos bajos en una divisa que puedan imprimir de lo que estarían heredando una enorme carga de mantenimiento aplazado”, escribe.

De lo que han dicho repetidamente sobre infraestructuras en campaña, parece que Donald Trump y Bernie Sanders estarían de acuerdo con gran parte de esto. ¿Puede ser el principio de una agenda bipartidista pro-crecimiento para Estados Unidos?

La energía que alimenta la campaña presidencial -a ambos lados del espectro político- parece ser una profunda desesperanza sobre la economía de EEUU. En este tema central, Bernie Sanders y Donald Trump tienen un mensaje sorprendentemente similar: la economía estadounidense ha fallado.