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Qué nos enseñan los Juegos Olímpicos sobre el estado del mundo

¿Por qué EEUU es el país que más medallas gana? ¿Por qué la India, a pesar de su enorme población y su importancia económica, logra resultados tan pobres? ¿Hay claves previsibles del éxito olímpico?

Foto: Semifinal del campeonato masculino de esgrima en Río de Janeiro, el 12 de agosto de 2016 (Reuters)
Semifinal del campeonato masculino de esgrima en Río de Janeiro, el 12 de agosto de 2016 (Reuters)

Los Juegos Olímpicos han terminado y hay un veredicto: América ha ganado. Los EEUU se fueron de río con la mayoría de medallas de oro, plata y bronce. La última vez que una única nación copó las tres categorías fue hace 40 años (exceptuando los juegos boicoteados de 1980 y 1984). La diferencia respecto al participante en segundo lugar fue de 51 medallas, la mayor en unos Juegos no boicoteados desde 1932. Si “América ya nunca gana”, alguien se olvidó de decírselo a sus atletas olímpicos.

Ganar en los Juegos Olímpicos no se traduce directamente en tener éxito en otras esferas, pero esto es lo que los Juegos Olímpicos pueden enseñarnos sobre el mundo.

A pesar de sus problemas, Estados Unidos está todavía por encima de sus competidores. Y sin embargo, viendo las cifras, podemos ver claramente el "auge de los demás”. Los EEUU se han llevado entre un 10 y un 20% de todas las medallas en la mayoría de los Juegos modernos. Pero en los últimos 30 años, el número ha caído a la base de dicho rango. Esto refleja la historia de la relativa fortaleza económica de Estados Unidos. Sigue siendo el nº 1, pero su cuota del Producto Interior Bruto mundial se ha hundido en las últimas décadas, a medida que otras naciones emergentes han visto crecer su parte del pastel global.

El mayor ejemplo de ello es, naturalmente, China. Su auge en los Juegos, como en la economía, es deslumbrante. En los 80, China empezó a participar en las competiciones olímpicas. En 1992, estaba cuarto, con 54 medallas. En 2000, el país quedó en tercer lugar. Hoy es el nº 2.

Así que, ¿cuál es la clave del éxito olímpico? Economistas y estadísticos han intentado construir modelos que puedan predecir los cómputos de medallas. El pronosticador más simple y confiable parece ser el tamaño de la población y, tal vez más importante, el PIB.

Pero ahí está el efecto soviético. Si una dictadura centralizada se enfoca de forma obsesiva en los deportes, puede aumentar sus resultados de forma significativa. La URSS a menudo estuvo a la cabeza del mundo en los Juegos Olímpicos durante la Guerra Fría, y Alemania Oriental era una gran potencia olímpica, a pesar de que ahora se cree que atletas de ambos países habrían sido dopados de forma masiva y sistemática. Hoy, China sin duda se beneficia de un objetivo, dirigido de forma centralizada y profusamente financiado, de ganar medallas, que es por lo que su menor cómputo este año probablemente llevará a que rueden algunas cabezas en Pekín.

El fracaso de la India

El participante fallido más persistente y sorprendente es la India, el segundo país más poblado del mundo y su séptima mayor economía. India ganó dos medallas en Río, o una por cada 650 millones de habitantes. En comparación, Azerbaiyán ganó 18, uno por cada 500.000 de sus habitantes, logrando un resultado 1.000 veces mejor.

¿Por qué? La explicación fácil es la pobreza. India es todavía un país muy pobre per cápita. Pero ¿por qué lo hace mucho peor que otras naciones empobrecidas? Para ponerlo en perspectiva, el PIB de India ahora es más o menos el que era el de China en 2.000. Ese año, China ganó 58 medallas (con 28 oros), unas 30 veces más que las que ha ganado India este verano.

Algunos indios lo atribuyen a la desorganizada democracia de su nación. Pero países democráticos en desarrollo como Kenia, Sudáfrica y Turquía lo hacen mucho mejor. Resulta que una buena política pública es clave, según Danyel Reiche, que ha escrito un libro intentando explicar los secretos del éxito olímpico. Se pregunta, por ejemplo, por qué Kenia logra 29 veces más medallas que Arabia Saudí, aunque es 17 veces más pobre. Su respuesta es una fórmula que abarca cuatro áreas: empoderar a las mujeres para desatar el potencial de la mitad de la población; construir instituciones deportivas fuertes en el país; especializarse en algunos deportes; y adoptar cuanto antes las técnicas y los deportes nuevos. A los países que adoptan algunas de estas estrategias les va bien: Nueva Zelanda, Dinamarca, Croacia y, aún más destacable, Jamaica.

La mala actuación de India en los Juegos Olímpicos puede ser otro reflejo de una característica duradera del paisaje indio: excelencia privada pero incompetencia pública. El Gobierno en la India funciona muy mal. Pero hay más que eso: India no tiene el fervor nacionalista unificado que China trae a estas competiciones globales. Tal vez eso se debe a la diversidad india, tal vez haya otras razones, pero es difícil imaginar al país uniéndose como hizo China para los Juegos de Pekín.

Y ahí tenemos a EEUU: descentralizado, carente de planificación, caótico, con un Gobierno al que todo el mundo adora detestar… y aún así es el campeón indisputado. En parte porque la política pública estadounidense realmente funciona bastante bien y ha promovido la excelencia en muchos deportes. Sobre todo es un reflejo del espíritu norteamericano, que celebra el individualismo, abraza la diversidad y presiona sin descanso hacia la excelencia. Y ese espíritu es aún más importante que ganar.

Los Juegos Olímpicos han terminado y hay un veredicto: América ha ganado. Los EEUU se fueron de río con la mayoría de medallas de oro, plata y bronce. La última vez que una única nación copó las tres categorías fue hace 40 años (exceptuando los juegos boicoteados de 1980 y 1984). La diferencia respecto al participante en segundo lugar fue de 51 medallas, la mayor en unos Juegos no boicoteados desde 1932. Si “América ya nunca gana”, alguien se olvidó de decírselo a sus atletas olímpicos.

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