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Estados "estúpidos" vs. "inteligentes": por qué ha fallado la respuesta de EEUU al covid
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Estados "estúpidos" vs. "inteligentes": por qué ha fallado la respuesta de EEUU al covid

Sigue existiendo el "excepcionalismo estadounidense", pero ya no en el buen sentido del término

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump, con mascarilla. (Reuters)
El presidente de EEUU, Donald Trump, con mascarilla. (Reuters)
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Estados Unidos está en una posición única entre los países más avanzados. Lejos de haber aplanado la curva del covid-19, está viendo cómo sus casos se disparan en varios estados muy populosos, y el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, Anthony S. Fauci, está recomendando que estos lugares "se piensen seriamente la posibilidad de cerrar" de nuevo sus economías. Mientras tanto, en otros países ricos —tan diversos como Alemania, Corea del Sur o incluso España e Italia— el número de nuevos casos han descendido radicalmente desde hace meses y se han mantenido bajos. Estados Unidos es todavía excepcional, pero ya no en el buen sentido de la palabra.

Para entender por qué está pasando esto, empecemos examinando algo que EEUU hizo bien: los estímulos económicos. En marzo y abril, a pesar del clima político más polarizado desde después de la Guerra Civil, el Congreso facilitó 2,4 billones de euros en ayudas, y la Reserva Federal ofreció aún más. Esto hace hasta un 25% del PIB, uno de los mayores esfuerzos de gasto en el mundo. Esto puede quizá explicar por qué el mercado de valores apenas se ha percatado de que la economía sigue en su peor condición desde la Gran Depresión.

Foto: Coronavirus en Miami. (EFE)

Pero el tamaño del paquete de estímulos juega con una de las grandes fortalezas de EEUU: el puro peso. La economía de EEUU es enorme, y la capacidad de pedir préstamos de Estados Unidos es (aparentemente) ilimitada, el dólar (por ahora) es supremo. Es fácil escribir cheques (o al menos debería serlo… Hablaremos de eso más adelante).

En cualquier otro sentido, el gobierno de EEUU ha fallado. No ha sido solo el presidente Trump y la Casa Blanca, que han hecho un trabajo miserable en su misión de dar coherencia a las agencias federales y la coordinación con los estados. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, la Administración para Drogas y Alimentos, y otras ramas del Departamento de Salud y Servicios Humanos todos han fallado en sus particularidades, así como han hecho los funcionarios estatales.

Los estadounidenses han aceptado amplios confinamientos con mejor predisposición de la que muchos predijeron. Pero este periodo de sufrimiento estaba pensado para dar tiempo al gobierno y organizar sistemas de testeo, rastreo de contactos y aislamiento que, una vez finalizara el confinamiento, permitiera a la gente volver a algo parecido a una vida normal, con confianza en que su gobierno está controlando y listo para reaccionar a nuevos brotes. En realidad, han desaprovechado el tiempo. Aunque Trump declaró en mayo que "[EEUU] ha triunfado en el testeo", su meta de 5 millones de test diarios, con test disponibles en cada Walmart y CVS [una cadena de farmacias en el país], es todavía un sueño. La mayoría de los estados todavía no tienen sistemas de testeo o rastreo de manera amplia.

Sin músculo en el Gobierno

El gasto federal como porcentaje del PIB está al nivel que estaba hace 40 años, pero esa estadística oculta más de lo que revela. El gasto en programas de asistencia social —Seguridad Social, Medicare y Medicaid— han subido masivamente, conforme la población envejece y los gastos sanitarios se multiplican. Pero la mayoría de las agencias del gobierno federal han estado famélicas de recursos mientras se les iban dando más tareas y mandatos.

Incluso firmar los cheques se ha probado difícil en esta ocasión. Países como Canadá y Alemania han dispuesto sus fondos más rápidamente y de manera más directa que Estados Unidos, ofreciendo una ayuda rápida a sus ciudadanos, mientras que los estadounidenses han tenido que esperan ansiosamente, navegar en webs que no funcionan, y solicitar una y otra vez para obtener una respuesta.

El objetivo no es un "estado grande" o un "estado pequeño", sino un "estado inteligente". Por ahora, lo que tenemos es estúpido

El número de empleados federales per cápita es más pequeño que en 1950, pese al hecho de que el PIB real de EEUU es siete veces más grande. El Gobierno apenas contrata nuevos reclutas ya. Como un análisis de Brookings Institution apunta, "un tercio [del personal federal] será elegible para retirarse entre ahora y 2025, y solo un 6% de los empleados federales tienen menos de 30 años". Durante al menos 50 años, políticos en la derecha han buscado la estrategia de "matar de hambre a la bestia". El activista anti-impuestos Grover Norquist explicaba: "No quiero abolir el Gobierno. Simplemente quiero reducirlo a un tamaño en el que pueda arrastrarlo al baño y ahogarlo en la bañera". Stephen K. Bannon, el ideólogo de la revolución Trump, dejó claro que su objetivo central es la "deconstrucción del estado administrativo". ¿Saben qué? Ya estaba pasando.

Ganar la lucha contra el covid-19 no requiere un gran aparato burocrático. Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur tienen relativamente pequeños gobiernos, si los medimos por el gasto gubernamental en porcentaje del PIB. Por otro lado, Dinamarca, Noruega y Alemania también lo han hecho muy bien, y tienen relativamente grandes estados. Pero en todos esos casos, las burocracias gubernamentales están bien financiadas y no sufren el peso de excesivas normas y mandatos, y reclutan a gente inteligente que reciben respeto por trabajar en el sector público. En Estados Unidos, tenemos una cultura, impuesta por Ronald Reagan quien, como jefe de la burocracia federal, bromeó: "las nueve palabras más terroríficas en el idioma inglés son 'Soy del Gobierno y estoy aquí para ayudar'".

El covid-19 debería ser una llamada de atención. Estados Unidos necesita reconstruir sus capacidades gubernamentales. El objetivo no es un "estado grande" o un "estado pequeño", sino un "estado inteligente". Por ahora, lo que tenemos es estúpido.

Estados Unidos está en una posición única entre los países más avanzados. Lejos de haber aplanado la curva del covid-19, está viendo cómo sus casos se disparan en varios estados muy populosos, y el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, Anthony S. Fauci, está recomendando que estos lugares "se piensen seriamente la posibilidad de cerrar" de nuevo sus economías. Mientras tanto, en otros países ricos —tan diversos como Alemania, Corea del Sur o incluso España e Italia— el número de nuevos casos han descendido radicalmente desde hace meses y se han mantenido bajos. Estados Unidos es todavía excepcional, pero ya no en el buen sentido de la palabra.