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Trump podría seguir en el poder incluso si no gana (según la Constitución)

EEUU se enorgullece de ser la primera democracia del mundo. Sin embargo, puede pronto ser espejo de una república bananera más

Foto: Donald Trump. (Reuters)
Donald Trump. (Reuters)
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Al rechazar su compromiso a una transferencia de poder pacífica, el presidente Trump ha resucitado el miedo a que se niegue a abandonar la presidencia aunque pierda en las elecciones de noviembre. Y eso podría desencadenar una oleada de violencia. Además, hay una terrible realidad añadida: existen varios mecanismos tanto legales como constitucionales que podrían permitir a Trump quedarse en la Casa Blanca, aunque pierda.

El sistema de elección de un presidente es complicado porque no fue diseñado para ser directamente democrático. La Constitución les pide a los estados elegir a sus electores presidenciales, que se reúnen para designar al presidente. Conforme ha ido pasando el tiempo, estos estados han ido aprobando leyes que aseguraban que el voto popular de los estados para la presidencia sería el que determinaría dichos electores. Pero estamos hablando de leyes, no de obligaciones constitucionales.

Ahora, imagine este escenario durante la semana de las elecciones: Trump va ganando el 3 de noviembre, pero el candidato Demócrata Joe Biden le recorta terreno en los siguientes días. Los republicanos presentan objeciones legales a decenas de miles de votos por correo. Los demócratas tratan de contraatacar. Y para evitar la confusión, los legisladores deciden por su propia cuenta a los electores.

Foto: Donald Trump. (EFE)

Y aquí está el gran problema. De los nueve 'swing states', ocho tienen legisladores republicanos. Si uno o más decide que el voto por correo es caótico y lleno de irregularidades podría enviar lo que él considere legítimo. Por supuesto, sería republicano.

El plan de Trump para ganar perdiendo

Los demócratas pueden responder con demandas. En algunos de esos estados, los gobernadores demócratas o secretarios de estado podrían enviar sus propias hojas de electores a Washington. Eso añadiría aún más confusión, pero podría ser parte del plan republicano. Cuando el Congreso se reúna el 6 de enero para contar los votos electorales, habrá problemas de legitimidad de algunos elegidos. Eso provocaría que ningún candidato lograra los 270 votos electorales necesarios. Llegados a ese punto, la Constitución dice que es la Casa de los Representantes quien tiene que votar para determinar las elecciones presidenciales.

Pero lo haría de una forma en la que cada estado debería emitir un solo voto. Y si continúa la misma aritmética, habrá 26 delegaciones de estados republicanos y 23 demócratas. El resultado sería la reelección de Trump. El magnate no necesita más que aceptar este resultado, que es constitucional (me quito el sombrero con los trabajos de Tom Rogers y Tim Wirth sobre esto).

Él ha dicho esta semana que, sin votos por correo, no habrá problemas con la transferencia de poder, simplemente porque él seguirá al mando

Obviamente, Trump entiende muy bien el desenlace de estos acontecimientos. Ha estado sembrando de dudas los votos por correo durante meses, diciendo que los resultados no deben ser otros que los que se anuncien la noche electoral. Él ha dicho esta semana que, sin votos por correo, no habrá problemas con la transferencia de poder, simplemente porque él seguirá al mando. También ha dicho que se decidirá "en el Congreso" en algún momento.

Para que este escenario ocurra, el Partido Republicano debe poner todos sus esfuerzos en ganar en un escenario en que todas las voces sean escuchadas. Desafortunadamente, la historia reciente demuestra que no es seguro que esto ocurra.

La mayor parte de los partidos estatales republicanos han estado intentando de forma activa suprimir el voto. Varios ejemplos: en 2011, Texas aprobó una ley que requería una identificación gubernamental para votar, permitiendo licencias de armas pero no DNI de estudiantes de las universidades estatales. Supuestamente esto tenía como objetivo prevenir el fraude del voto, pese a que varios estudios han demostrado que es prácticamente inexistente. En 2017, Georgia aprobó una ley bloqueando el registro de votantes con sanciones menores, afectando sobre todo a los votantes negros. En Florida, el Gobernador Republicano y la legislación han conseguido aprobar una iniciativa estatal para evitar la restauración del derecho de voto a más de un millón de antiguos convictos. Por supuesto, la mayoría son negros.

Foto: Donald Trump, en una reunión de la OTAN en 2018. (Reuters)

La democracia estadounidense se está desmoronando porque el Partido Republicano cree que el camino para conseguir el poder no reside en lograr la mayoría de voto sino a través de otros medios. En 2018, gracias al 'gerrymandering' en Wisconsin, los Republicanos, habiendo ganado el 45% del voto, acabaron con el 65% de los escaños en la Asamblea estatal. Se han acostumbrado a este tipo de situación a nivel nacional. Desde 1992, el candidato presidencial republicano solo ha ganado una vez el voto popular. En 2004, después del peor ataque terrorista contra el país y con un sentimiento de guerra. Sin embargo, los Republicanos han logrado la Casa Blanca casi la mitad de las veces en esos 28 años.

EEUU se enorgullece de ser la primera democracia del mundo. Y, sin embargo, debido a un proceso constitucional vago y una polarización gigantesca, este noviembre podríamos ver una disfunción tan grande que podría competir con cualquier república bananera del resto del mundo.

Al rechazar su compromiso a una transferencia de poder pacífica, el presidente Trump ha resucitado el miedo a que se niegue a abandonar la presidencia aunque pierda en las elecciones de noviembre. Y eso podría desencadenar una oleada de violencia. Además, hay una terrible realidad añadida: existen varios mecanismos tanto legales como constitucionales que podrían permitir a Trump quedarse en la Casa Blanca, aunque pierda.

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