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Rusia no solo ha 'hackeado' nuestros ordenadores. Ha 'hackeado' nuestras mentes
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Rusia no solo ha 'hackeado' nuestros ordenadores. Ha 'hackeado' nuestras mentes

El país liderado por Vladimir Putin ha expandido significativamente su guerra híbrida, utilizando nuevos métodos para extender el caos entre sus adversarios

Foto: El presidente de Rusia, Vladimir Putin. (EFE)
El presidente de Rusia, Vladimir Putin. (EFE)

Cuanto más descubrimos del reciente hackeo contra docenas de las redes informáticas más críticas de Estados Unidos —ampliamente atribuido a Rusia— más claro queda que es una brecha masiva y sin precedentes. Tom Bossert, que fue asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, escribe: "tardaremos años en saber seguro qué redes controlan los rusos y cuáles simplemente han ocupado" (sabemos que han penetrado con éxito en los sistemas del Departamento de Seguridad Nacional, así como del Tesoro, Comercio y otros). Alex Stamos, de Stanford, lo describe como "una de las campañas de hackeo más importantes en la historia". David E. Sanger, del 'New York Times', que ha escrito varios libros sobre ciberarmamento, copublicó un artículo denominando la brecha como "entre los mayores fallos de inteligencia de tiempos modernos".

La Rusia de Vladimir Putin ha expandido significativamente su guerra híbrida, utilizando nuevos métodos para extender el caos entre sus adversarios. Estados Unidos tendrá que fortificar su infraestructura digital y responder de manera más robusta ante los crecientes ciberataques del Kremlin. ¿Pero qué pasa con los quizá más insidiosos esfuerzos rusos en la desinformación, que han ayudado a reformar el entorno informativo alrededor del mundo?

En 2016, dos académicos de Rand Corp escribieron un artículo académico describiendo el "aspersor" del modelo propagandístico ruso. Muy distinto de la propaganda de la época de la Guerra Fría, el enfoque actual ruso trabaja con tecnologías imperantes y plataformas de medios sociales. Hay dos elementos clave: "gran número de canales y mensajes y un deseo sin vergüenza para diseminar verdades parciales o directamente totalmente ficción". No hay un esfuerzo de consistencia o credibilidad. El análisis cita a un analista: "la nueva propaganda rusa entretiene, confunde y abruma a la audiencia".

El enfoque actual ruso trabaja con tecnologías imperantes y plataformas de medios sociales

El método ruso recuerda mucho a la propia estrategia de propaganda de Trump, que emite una tormenta de mensajes utilizando cualquier medio que pueda encontrar. Es usualmente poco confiable, pero siempre entretenido. Nunca se preocupa por la consistencia, pidiendo solo que te acuerdes de sus últimos mensajes. Cuando estaba en la campaña de 2016, defendió que la tasa de desempleo era una farsa, que la Reserva Federal (Fed) estaba manteniendo las tasas de interés peligrosamente bajas y que el mercado de valores era una burbuja a punto de estallar. Una vez que entró en la Casa Blanca, pronto dijo todo lo opuesto. Si bombardeas a la gente en el presente, muy pocos tienen tiempo para fijarse en el pasado.

Queriendo o sin querer, Trump utiliza el modelo ruso, que se apoya en el principio de que la gente se convence cuando oye el mismo mensaje muchas veces desde una variedad de fuentes, no importa cuán parciales sean. Añade a esto su entendimiento intuitivo de cómo funcionan las redes sociales. Si dices algo que es verdaderamente indignante, atraerá atención y miradas a lo largo y ancho; y si te aseguras de que la gente lo escuche repetidamente, al final empezarán a creerlo. Una aburrida verdad muere en Twitter, mientras que una mentira sensacionalista se hace viral y (aún más inquietantemente) y se convierte en media verdad. Yo mismo experimenté esto recientemente. Un comentario mío fue editado, por lo que parecía que estaba diciendo algo totalmente opuesto a lo que yo realmente estaba diciendo, y fue ampliamente diseminado.

Si dices algo que es verdaderamente indignante, atraerá atención y miradas, y te asegurarás de que la gente lo escuche repetidamente

Trump ha marcado nuevos estándares porque simplemente no ve la verdad como una restricción. Un conservador con principios explicaría que los republicanos no tienen un reemplazo al 'Obamacare' porque no creen que el Gobierno federal deba garantizar el acceso a la sanidad como un derecho. El método de Trump es más fácil: simplemente sostiene que tienen un plan, incluso mejor que el 'Obamacare'. Trump ha anunciado que vetará la Ley de Adquisiciones de Defensa, aparentemente porque elimina nombres confederados de las bases y no revoca la Sección 230, una norma sobre las compañías de redes sociales. Pero decidió que sería más fácil afirmar que "EL MAYOR GANADOR DE LA NUEVA LEY DE DEFENSA ES CHINA". En ningún sentido concebible esto sería verdad. La ley en realidad creará una iniciativa formal de disuasión contra el expansionismo chino, pero Trump entiende que una mentira sensacional es mucho más efectiva que una verdad complicada.

Es posible que la pandemia haya acelerado estas tendencias hacia la desinformación. Aislados socialmente, apartados de la mayoría de sus comunidades, los estadounidenses parecen aún más susceptibles a las teorías que confirman sus creencias partidistas. El hecho más alarmante del 2020 no es que Trump haya intentado revertir los resultados electorales. Muchos de nosotros predijimos que lo intentaría. Lo realmente pasmoso es que, de acuerdo con las encuestas, 60 millones de estadounidenses creen sus acusaciones y la serie de mentiras que las sostienen. El problema no es simplemente que Rusia haya hackeado los sistemas informáticos estadounidenses: parece haber logrado hackear nuestras mentes.

Cuanto más descubrimos del reciente hackeo contra docenas de las redes informáticas más críticas de Estados Unidos —ampliamente atribuido a Rusia— más claro queda que es una brecha masiva y sin precedentes. Tom Bossert, que fue asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, escribe: "tardaremos años en saber seguro qué redes controlan los rusos y cuáles simplemente han ocupado" (sabemos que han penetrado con éxito en los sistemas del Departamento de Seguridad Nacional, así como del Tesoro, Comercio y otros). Alex Stamos, de Stanford, lo describe como "una de las campañas de hackeo más importantes en la historia". David E. Sanger, del 'New York Times', que ha escrito varios libros sobre ciberarmamento, copublicó un artículo denominando la brecha como "entre los mayores fallos de inteligencia de tiempos modernos".

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