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¿Ha llevado Trump el Partido Republicano hasta su punto de ruptura?

Parte de los republicanos parecen estar más que dispuestos a abandonar a Trump, mientras que su base de apoyo continúa respaldándolo a ciegas

Foto: Los manifestantes huyen de una granada de gas lacrimógeno durante el asalto al Capitolio, el pasado 6 de enero. (Foto: Reuters)
Los manifestantes huyen de una granada de gas lacrimógeno durante el asalto al Capitolio, el pasado 6 de enero. (Foto: Reuters)

Lo más notable de las últimas y tumultuosas semanas en la política estadounidense no ha sido el comportamiento del presidente Trump, sino el del Partido Republicano.

Trump actuó exactamente como había dicho que lo haría: disputando el resultado de las elecciones, negándose a aceptar una transferencia pacífica del poder y alentando el extremismo e incluso la violencia. Pero incluso después del asalto al Capitolio, tan solo 10 republicanos de la Cámara Baja votaron a favor del juicio político contra Trump. Es importante recordar que, pocas horas después del ataque, la mayoría de los congresistas republicanos, incluido su líder, Kevin McCarthy, había votado en línea con las demandas de los manifestantes trumpistas, intentando, en esencia, anular una elección legítima y así derrocar a un gobierno electo. ¿Alienará a algunos republicanos este tipo de lealtad servil al querido líder? ¿Podría ser que Trump finalmente haya llevado al partido hasta su punto de ruptura?

La gente asume que los partidos políticos son inmortales, pero pueden morir y mueren. El Partido Federalista fue, en cierto sentido, el primer partido político de Estados Unidos, encabezado por Alexander Hamilton y John Adams. Pero el partido viró hacia el autoritarismo y perdió cualquier atisbo de coherencia o integridad ideológica. Finalmente, se marchitó después de su oposición a la guerra anglo-estadounidense de 1812 (la primera vez que el Capitolio fue asaltado), lo que fue considerado como una traición.

Foto: Asaltantes del Capitolio. (EFE) Opinión

El colapso del Partido Whig supone un paralelo histórico más cercano. Fundado en oposición al presidente Andrew Jackson, el Partido Whig incluía facciones tanto a favor como en contra de la esclavitud. En 1848, trató de disimular sus divisiones nominando a Zachary Taylor, un famoso general y esclavista que no había estado involucrado en la política y que, originalmente, fue rechazado por la mayoría del ‘establishment’ Whig. Aunque Taylor ganó las elecciones, su nominación llevó a los antiesclavistas del partido a abandonarlo. Éstos ayudaron a la fundación del Partido Republicano y, a finales de la década de 1850, el Partido Whig se había hundido en el olvido.

¿Tiene sentido trazar estos paralelos con la situación actual? El Partido Republicano moderno lleva mucho tiempo albergando a varias facciones que conviven de manera incómoda: libertarios, evangélicos, partidarios del poder estatal frente al federal y (seamos francos) racistas. La formación ha sido capaz de soportar estas divisiones durante décadas. Sin embargo, en los últimos años, dos factores han llevado al partido a la crisis. La primera es que la guerra de Irak y la crisis financiera de 2008 rompieron la espalda del ‘establishment’ republicano, abriendo el camino para Trump, quien hizo un llamamiento no a las desacreditadas élites del partido, sino a su base de apoyo mediante una cruda retórica cultural y racial.

Los líderes republicanos se han ido dando cuenta de que su partido, realmente, no cuenta con el respaldo de una mayoría de la población.

El segundo factor es que los líderes republicanos se han ido dando cuenta de que su partido, realmente, no cuenta con el respaldo de una mayoría de la población. En las últimas ocho elecciones presidenciales, el candidato republicano a la presidencia ha ganado el voto popular una sola vez, en 2004, a raíz de los atentados del 11 de septiembre y del inicio de la guerra de Irak, una tendencia sin precedentes en la historia de Estados Unidos.

No obstante, el colegio electoral y el Senado, junto con la manipulación y la supresión de millones de votantes, le han permitido al Partido Republicano continuar haciéndose con el poder a pesar de no contar con el respaldo popular. Eso lo ha hecho menos receptivo a las demandas de la mayoría de la población, las élites nacionales y los principales medios de comunicación. Ha encontrado una manera de prosperar cultivando su propio ecosistema, creando sus propios hechos, teorías y héroes.

Foto: Donald Trump. (Reuters) Opinión

Pero ese ecosistema se está fragmentando. Fox News, una plataforma fundamental para la capacidad del partido de adoctrinar su base con mitos, medias verdades y falsedades, está perdiendo cuota de pantalla. Dos canales recién llegados, Newsmax y One America News, están dispuestos a adentrarse en un mundo de fantasía que ni siquiera Fox News osa pisar. Quizás lo más importante es que la base republicana se está reduciendo, no a pasos agigantados pero sí de manera significativa. En parte, se trata de una cuestión demográfica a largo plazo; en parte, la culpa es de Trump. Las encuestas sugieren que el índice de aprobación de Trump ha descendido hasta el 30%, y aproximadamente el 50% de los independientes apoya su destitución. Los republicanos en distritos indecisos de todo el país pueden encontrarse en una situación imposible: no pueden resultar nominados a menos que acepten a Trump, pero no pueden ser elegidos si lo hacen.

Si estas tendencias persisten —algo en absoluto garantizado en un país donde las lealtades a los partidos continúan siendo muy fuertes—, una peligrosa dinámica podría comenzar. Algunos republicanos, tanto de la élite como de entre los votantes comunes, abandonarán el partido, rechazando el culto hacia la familia Trump. El Partido Republicano de Trump se convertirá en un partido minoritario en la mayor parte del país. Pero este partido estará dominado por personas que rechazan la democracia estadounidense y están enamoradas de las teorías de la conspiración, enfurecidas por su propia impotencia y cada vez más dispuestas a apoyar medios extremos, incluso violentos, para lograr sus fines. En otras palabras: los futuros republicanos que lleguen al Capitolio pueden parecerse mucho a la multitud que lo asaltó la semana pasada.

Lo más notable de las últimas y tumultuosas semanas en la política estadounidense no ha sido el comportamiento del presidente Trump, sino el del Partido Republicano.

Partido Republicano Irak