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El gran error que hará que el mundo nunca derrote realmente al coronavirus

Todos podemos ver la silueta de un nuevo mundo pospandémico emergiendo en el horizonte gracias a las vacunas. Pero también puede ser que estemos ante un falso ocaso

Foto: Un voluntario en un ensayo clínico en Sudáfrica. (Reuters)
Un voluntario en un ensayo clínico en Sudáfrica. (Reuters)
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Todos podemos ver la silueta de un nuevo mundo pospandémico emergiendo en el horizonte. Con la vacunación aumentando el ritmo en Estados Unidos y Reino Unido, y con Israel y Emiratos Árabes Unidos a la carrera hacia la inmunidad de rebaño, es fácil imaginar el retorno a la normalidad más cerca que nunca. La única cuestión que queda pendiente parece ser: ¿cuánto tiempo nos llevará? Pero también puede ser que estemos ante un falso ocaso.

A pesar del increíble progreso que hemos hecho con las vacunas, la verdad es que nuestra trayectoria actual garantiza que nunca derrotaremos realmente al virus. Se mantendrá vivo y mutando, provocando brotes por todo el mundo. Pueden pasar años y los países podrían seguir enfrentándose a nuevos brotes que les fuercen a tomar duras decisiones entre nuevos confinamientos o nuevas oleadas de enfermedad y muerte.

El problema fundamental es cómo la vacuna está siendo distribuida globalmente. Esto es, no en base a quien más la necesita, sino a quien tiene más dinero. Los países ricos han pagado cientos de millones de dosis, en ocasiones muy por encima de sus necesidades. Canadá, por ejemplo, ha precomprado suficiente para cubrir a sus 38 millones de ciudadanos… ¡cinco veces! Mientras tanto, los 200 millones de nigerianos no recibirán ni una sola dosis de las vacunas.

Foto: El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, recibe una vacuna. (EFE)

Acaparar vacunas

Los países ricos suponen el 16% de la población mundial y sin embargo copan el 60% del suministro de vacunas. En un reciente artículo en Foreign Affairs, Thomas Bollyky y Chad Bown señalaban que Australia, Canadá y Japón, con menos del 1% de los casos mundiales de coronavirus, han asegurado más dosis que todos los países de América Latina y el Caribe juntos, que suman el 17% de los infectados. Aunque varios países africanos han sido utilizados para los ensayos clínicos de las vacunas, casi ningún país subsahariano ha recibido vacunas en cantidades significativas, mientras que ya se han aplicado 40 millones de dosis en los países ricos.

Investigadores de la Duke University aseguran que muchos países en desarrollo no lograrán una vacunación completa hasta 2024, lo que significa que el virus tendrá años para extenderse y mutar. En su carta anual, Bill y Melinda Gates recalcaron que los países de bajos y medianos ingresos solo serán capaces de vacunar a una de cada cinco personas en 2021. "Nos guste o no –escribían– estamos todos juntos en esto".

El problema va mucho más allá de la salud pública. La Cámara Internacional de Comercio ha publicado un estudio que muestra que esta laguna en la vacunación mundial causará pérdidas económicas globales de entre 1,5 y 9,2 billones de dólares, de los que la mitad saldrían de los países más desarrollados. Tras analizar datos de 35 industrias y 65 países, el estudio concluye que la economía mundial está tan conectada que tener amplias áreas de la misma sufriendo de covid-19 generará cuellos de botella, fricciones y pérdida de demanda que afectaría a todos, en todas partes. Otro estudio calcula que por cada dólar que los países ricos invierten en vacunas para países en vías de desarrollo, obtienen cinco dólares en compensación por producción económica.

Una nueva coalición global

A pesar de estas realidades, el nacionalismo de las vacunas está en auge. Los problemas de suministro y retrasos burocráticos han causado que los políticos exijan que se actúe rápidamente para inmunizar a sus poblaciones. Las naciones europeas están amenazando con restringir exportaciones de la vacuna de Pfizer y tomar medidas legales contra AstraZeneca por las sospechas de que han priorizado entregar la vacuna a Reino Unido antes que a la Unión Europea (algo que la compañía niega). Docenas de países también han restringido la exportación de suministros médicos, lo que dificultará los esfuerzos por erradicar el covid-19 en el mundo.

Es comprensible que los países ricos quieran vacunar a sus poblaciones primero. Pero hay una forma de actuar racional y sensible, sin acaparar vacunas y haciendo políticas que aseguren que la enfermedad es erradicada rápidamente en todos sitios.

Bollyky y Bown exponen un plan excelente en Foreign Affairs. Argumentan que Estados Unidos debería utilizar la lección de la Operación Warp Speed para incrementar la producción y distribución de vacunas en todo el mundo. Podría construir una coalición internacional como la que lideró contra el SIDA en África. Actualmente, hay una iniciativa de vacunación global para ayudar a los países en desarrollo –COVAS– con un poderoso margen de maniobra. El presidente Donald Trump rechazó unirse a esta iniciativa a pesar de que participan más de 180 países, una decisión revertida por el presidente Joe Biden. Podría ir más allá y utilizar esta plataforma para demostrar la capacidad única de EEUU de aunar voluntades en torno a un problema común y ayudar a levantar los recursos necesarios para resolver el problema más urgente que afronta hoy el mundo.

Todos podemos ver la silueta de un nuevo mundo pospandémico emergiendo en el horizonte. Con la vacunación aumentando el ritmo en Estados Unidos y Reino Unido, y con Israel y Emiratos Árabes Unidos a la carrera hacia la inmunidad de rebaño, es fácil imaginar el retorno a la normalidad más cerca que nunca. La única cuestión que queda pendiente parece ser: ¿cuánto tiempo nos llevará? Pero también puede ser que estemos ante un falso ocaso.

Vacunación Reino Unido