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El drama de ser hispano y republicano con Trump
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Daniel Ureña

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El drama de ser hispano y republicano con Trump

El voto latino en lugares como Californa castiga desde hace tiempo al Partido Republicano. Los mensajes del magnate están llevando este alejamiento a cifras récord

Foto: Manifestación contra Donald Trump en Manhattan (Reuters)
Manifestación contra Donald Trump en Manhattan (Reuters)

El republicano Dick Mountjoy era un veterano miembro de la Asamblea Estatal de California que en 1994 impulsó una iniciativa para prohibir que los inmigrantes ilegales pudieran disfrutar de los servicios sociales públicos, incluyendo la sanidad y la educación. Además, en el texto se establecía que los agentes estatales y locales tendrían la obligación de denunciar a cualquier persona sospechosa de estar en situación ilegal. Después de una intensa campaña, el 8 de noviembre de 1994 los californianos acudieron a las urnas para pronunciarse sobre la proposición 187, también conocida como “Save Our State”. El 59% votó a favor frente al 41% que la rechazó: más de 5 millones frente a 3,5. Ese mismo día la ley entró en vigor, pero tres días más tarde fue anulada por un juez federal por considerar que traspasaba los límites de control de las instituciones. Aunque la ley sólo estuvo en vigor unos días, el daño para el Partido Republicano fue brutal, ya que abrió una brecha entre los hispanos y los republicanos que nunca terminaría de cerrarse y, que a la larga, supondría que toda una generación de hispanos no volvería a votar al partido del elefante en este estado.

California, que el próximo martes cierra el ciclo de las primarias republicanas, siempre ha sido un campo de batalla intenso para este partido. Vivió sus momentos de mayor gloria con Ronald Reagan, cuando el 45% de los hispanos de este estado votó por su reelección en 1984. Pero en las últimas elecciones presidenciales de 2012, sólo el 22% de los hispanos votó por el republicano Mitt Romney. Y de cara a 2016, con Donald Trump como candidato, esa brecha podría crecer todavía más.

Trump afronta las primarias de California de este martes eufórico, tras haber conseguido los 1.237 delegados que necesita para asegurarse la nominación y, especialmente, por haber recibido el apoyo de Paul Ryan, el portavoz republicano en el Congreso y, hasta hace pocas semanas, el nombre que muchos republicanos barajaban como posible alternativa anti-Trump de última hora.

En octubre de 2015 el think tank The Hispanic Council publicó un informe en el que analizaba la candidatura de Trump y afirmaba que “sus propuestas alejan a los hispanos del Partido Republicano”. Hoy esa predicción ya tiene datos concretos. Según una reciente encuesta de 'The Washington Post' y ABC News, el 84 por ciento de los hispanos de Estados Unidos tiene una visión negativa sobre Trump, unas cifras que destrozan los peores antecedentes. Además, esta semana también se ha conocido que Ruth Guerra, la principal portavoz hispana del Partido Republicano presentaba su dimisión, un gesto en el que muchos analistas han visto un síntoma de la difícil situación que los hispanos republicanos están afrontando con Trump como candidato.

La candidatura del magnate podría tener consecuencias dramáticas para el futuro del Partido Republicano, que parece no entender que el futuro del país estará marcado por el crecimiento de la comunidad hispana. Se estima que en 2025 uno de cada cuatro estadounidenses será hispano, una tendencia que no parará de crecer en las próximas décadas. Por ello, si el Partido Republicano se obstina en su enfrentamiento con los hispanos, las nuevas generaciones hispanas, al igual que sucedió en California a mediados de los noventa, serán las que construirán un muro que les aleje del Partido Republicano y, en la práctica, serán los republicanos los que pagarán las consecuencias, ya que estarán alejándose de buena parte de las sociedad y de la identidad de Estados Unidos.

El republicano Dick Mountjoy era un veterano miembro de la Asamblea Estatal de California que en 1994 impulsó una iniciativa para prohibir que los inmigrantes ilegales pudieran disfrutar de los servicios sociales públicos, incluyendo la sanidad y la educación. Además, en el texto se establecía que los agentes estatales y locales tendrían la obligación de denunciar a cualquier persona sospechosa de estar en situación ilegal. Después de una intensa campaña, el 8 de noviembre de 1994 los californianos acudieron a las urnas para pronunciarse sobre la proposición 187, también conocida como “Save Our State”. El 59% votó a favor frente al 41% que la rechazó: más de 5 millones frente a 3,5. Ese mismo día la ley entró en vigor, pero tres días más tarde fue anulada por un juez federal por considerar que traspasaba los límites de control de las instituciones. Aunque la ley sólo estuvo en vigor unos días, el daño para el Partido Republicano fue brutal, ya que abrió una brecha entre los hispanos y los republicanos que nunca terminaría de cerrarse y, que a la larga, supondría que toda una generación de hispanos no volvería a votar al partido del elefante en este estado.

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