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El oso ruso y el Presidente Bling-Bling
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez. Berlín

El oso ruso y el Presidente Bling-Bling

Pocas semanas tan llenas de aniversarios y de historia como ésta. Martes, 6 de mayo. Primer aniversario de Nicolas Sarkozy como Jefe del Estado francés. Miércoles,

Pocas semanas tan llenas de aniversarios y de historia como ésta. Martes, 6 de mayo. Primer aniversario de Nicolas Sarkozy como Jefe del Estado francés. Miércoles, 7 de mayo. Putin deja la presidencia de Rusia tras un mandato de ocho años y la traspasa a su designado sucesor, Dimitri Medvedev. Hoy, 8 de mayo, 63 años del final de la Segunda Guerra Mundial, y 60 años de la declaración de independencia del Estado de Israel. Mañana, 9 de mayo, Día de Europa, Día de la Victoria Soviética sobre los nazis y gran desfile militar en Moscú, que va a ser el despliegue militar más importante que ha hecho jamás el Kremlin desde el final de la Unión Soviética.

Parecen entre sí hechos aislados, pero no lo son tanto, todo lo contrario... El nacimiento de Israel y la creación de la Unión Europea -en su origen una unión de países productores de acero y carbón- son consecuencias directas del final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. También la aspiración permanente de los dirigentes del Kremlin a inmiscuirse y determinar lo más posible la marcha de Europa. Antes lo hacían con los misiles. Ahora, con el gas y el petróleo. Por eso se hace imprescindible vigilar muy de cerca el cambio de poder que se está produciendo en estos días en la presidencia de Rusia y observar cómo va a reaccionar la Unión Europea al respecto.

El viejo y el nuevo zar

Un típico refrán ruso dice: “dos osos no pueden vivir juntos en la misma cueva”. Esto es precisamente lo que está por ver en la convivencia futura entre el presidente Dimitri Medvedev -que tenía 24 años cuando cayó el Muro de Berlín y 26 cuando desapareció la URSS- y un primer ministro llamado Vladimir Putin. Las cancillerías europeas de momento prefieren no pronunciarse. Aquí en Berlín se habla de impulsar una nueva ostpolitik con un Medvedev que no debería gobernar de espaldas a Europa. Pero hoy por hoy, todo es una incógnita. Para empezar, al nuevo presidente ruso le toca mejorar el lío internacional que le deja Putin: medio enfadado con los europeos, permanentemente desafiante frente a los Estados Unidos y la OTAN, amenazador con algunas repúblicas vecinas, como Georgia o Ucrania..

Pero, además, Dimitri Medvedev tiene que luchar por su propia supervivencia. Putin basó su poder en los servicios secretos y el llamado clan de amiguetes de San Petersburgo... pero el asunto se le fue de las manos. Los hombres de la seguridad interna, los espías, los Silowiki, se han subdividido en familias que se hacen la guerra mutuamente y defienden sus prerrogativas económicas. Por eso el nuevo presidente tiene entre sus tareas prioritarias, de aquí al otoño, reorganizar los servicios secretos y convertirlos en una especie de FBI versión rusa. Otra cosa es que los afectados se dejen.

Sarkozy: ¿adiós a la frivolidad?

La labor de atraer de nuevo al Kremlin al redil europeo y de no permitirle que vuelva a dividir al Club de los 26, como antaño, va a recaer en un político en horas bajas. Nicolas Sarkozy, cuyo primer aniversario en el Elíseo ha sido definido por varios diarios franceses como “la gran decepción”. Ningún otro presidente francés ha conseguido en sólo un año y de manera tan eficaz reducir su enorme crédito político -un 53% de votos- a pura calderilla. Además, su amor por el lujo, sus salidas de tono un tanto macarras y la excesiva exposición de su vida privada le han valido el mote poco respetuoso de Presidente Bling-Bling.

Pero no hay tiempo para lamentos. Sarkozy y Francia asumen la presidencia de la Unión Europea el 1 de julio, en menos de dos meses. Un semestre clave porque en él se tienen que definir muchas cosas importantes. Para España serán de especial interés dos cuestiones: el diseño de una nueva política comunitaria para acabar con la inmigración ilegal vía expulsiones, y la puesta en marcha, con fecha 13 de julio, de una Unión del Mediterráneo que puede sustituir a un proyecto español, el Proceso de Barcelona, lanzado en 1993 como una plataforma de ayuda mutua entre los países ribereños del Mare Nostrum.

Pero, además, Sarkozy, un atlantista y un confeso amigo de Israel, tiene que redefinir líneas claras de actuación exterior en asuntos calientes como son las relaciones con Rusia, las ambiciones nucleares de Irán, el conflicto entre China y el Tibet o la contribución europea a la paz en Oriente Próximo. Por último, pero no menos importante, al término de la presidencia francesa, en diciembre, los jefes de estado y de gobierno deberán elegir a la persona que se convertirá el año que viene en el primer Presidente de Europa.

No es una banalidad este cargo, ni algo protocolario. Se busca a la persona capaz de hablar en nombre de casi 300 millones de personas y 26 países comunitarios en cualquier foro, crisis o evento internacional. Hoy por hoy, el mejor situado para el cargo es el actual primer ministro de Luxemburgo, Jean Claude Juncker. Por cierto, si los puestos del Presidente de Europa y el de la Comisión Europea van para conservadores (Juncker y Durao Barroso), el de jefe de la diplomacia comunitaria tendría que ir forzosamente a un socialista. Sin embargo, hoy por hoy, parece que en el Elíseo no se siente gran entusiasmo al evocar el nombre de Javier Solana.

Pocas semanas tan llenas de aniversarios y de historia como ésta. Martes, 6 de mayo. Primer aniversario de Nicolas Sarkozy como Jefe del Estado francés. Miércoles, 7 de mayo. Putin deja la presidencia de Rusia tras un mandato de ocho años y la traspasa a su designado sucesor, Dimitri Medvedev. Hoy, 8 de mayo, 63 años del final de la Segunda Guerra Mundial, y 60 años de la declaración de independencia del Estado de Israel. Mañana, 9 de mayo, Día de Europa, Día de la Victoria Soviética sobre los nazis y gran desfile militar en Moscú, que va a ser el despliegue militar más importante que ha hecho jamás el Kremlin desde el final de la Unión Soviética.