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Se busca domicilio europeo para preso de Guantánamo. Referencia: la Casa Blanca
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Aurora Mínguez. Berlín

Se busca domicilio europeo para preso de Guantánamo. Referencia: la Casa Blanca

Todas las lunas de miel llegan a su fin. También con Obama. Y la primera razón se puede llamar Guantánamo. No porque los europeos no estén de

Todas las lunas de miel llegan a su fin. También con Obama. Y la primera razón se puede llamar Guantánamo. No porque los europeos no estén de acuerdo con que se cierren esas instalaciones odiosas, sino porque no están ni entusiasmados ni dispuestos en principio a acoger con los brazos abiertos a algunos de los 245 desgraciados que llevan allí encerrados entre cuatro y siete años. Estados Unidos deberá estudiar caso por caso las circunstancias de esos reclusos, valorar si aún constituyen un peligro y liberarles si procede. La cuestión es dónde irán estos parias -aquellos que se compruebe que no son terroristas temibles- a los que nadie quiere. Los ministros de asuntos exteriores de la Unión Europea se reúnen el lunes en Bruselas para tratar el tema, y veremos cuáles son los niveles de hipocresía política que se alcanzan.

Europa se encuentra ante la misma disyuntiva que planteaba Obama en su discurso inaugural: libertad frente a seguridad. Derechos humanos frente a protección antiterrorista. Los pueblos de Europa, al igual que los Estados Unidos, deben de ser conscientes de que hay que crecer políticamente y aceptar las contrapartidas del partenariado de tú a tú que ofrece ahora América. Lo dijo Obama aquí en Berlín en julio:”cooperación entre iguales”.Y los socios iguales entre sí se reparten las cargas y no sólo los bombones. Si se trata de cerrar Guantánamo, muchos países deberían admitir que no sólo no hicieron lo bastante para denunciar su existencia, sino que prestaron sus aeropuertos y sus instalaciones, entre ellos España, para transportar a los detenidos. No reclamaron información precisa a Washington del origen, contenido y destino de esos vuelos y, en algunos casos, tardaron mucho tiempo en reclamar a los reclusos de Guantánamo que tenían pasaportes europeos, como ha sido el caso en Gran Bretaña o Alemania.

Si Obama apela a los valores de los Padres Fundadores, también Europa debería recordar los suyos propios. Y, entre ellos, la solidaridad y la justicia. Entre esos 247 presos hay asesinos, y cómplices de los atentados contra las Torres Gemelas, pero también otros mucho menos peligrosos, algún inocente o sin pruebas acusatorias (unos 50) y varios muchachos, como el canadiense Omar Jader, quien cuando tenía 15 años mató a un soldado norteamericano en Afganistán tirándole una granada. Un caso claro de niño soldado resistiendo a un invasor. Hoy Omar Jade tiene 21 años y su juicio, que tenía ya fecha, este lunes 26 de enero, es de los que han quedado desde la madrugada de ayer en suspenso por decreto del nuevo presidente de los Estados Unidos.

La amistad con Obama no sale gratis

El ministro del interior alemán, el democristiano Wolfgang Schäuble, encabeza el frente de rechazo a la aceptación de presos de Guantánamo en Europa. No es el único. Pero también es verdad que muchos titulares del interior comunitarios se están viendo enfrentados con sus colegas de Justicia, defensores más decididos de la legalidad internacional, y que la última palabra la tienen los primeros ministros de la UE. Y nadie entre los líderes europeos va a enfrentarse directamente o a enemistarse con Barack Obama en esta etapa honeymoonesca. Guantánamo -ha dicho Javier Solana- es un problema americano, “pero si podemos contribuir a su fin, prestaremos nuestra ayuda”.

Se busca ahora una fórmula de consenso, que va a poner a prueba a quienes se han autodefinido como los grandes amigos de Obama. Si se les pone sobre la mesa los currículum de estos prisioneros de Guantánamo, sobre todo de aquellos que no suponen una amenaza seria y de aquellos que no pueden regresar a sus países de origen porque allí serían inmediatamente torturados o eliminados, ¿quién será el primer postor? ¿Quién abrirá las puertas de su casa para intentar no sólo ganar puntos ante Obama sino remediar una de las mayores vergüenzas de los últimos años? Hoy por hoy los líderes europeos se han limitado a aplaudir la suspensión de los juicios de Guantánamo. Nadie ha dado un paso al frente, consciente del impacto de una tal decisión en sus respectivas opiniones públicas.

Se dirán que hay tiempo, que Guantánamo no se va a cerrar de la mañana a la noche, que de momento lo único claro que hay es la suspensión durante tres meses de esos procesos militares que pusieron en marcha los halcones de Bush o, más bien, de Cheney. Pero tarde o temprano llegará la hora de la verdad, de retratarse ante la Casa Blanca, y lo mismo ocurrirá cuando los Estados Unidos pidan 20.000 soldados europeos más en Afganistán. Entonces Barack Obama podrá comprobar quiénes son, de verdad, sus amigos y aliados.

Todas las lunas de miel llegan a su fin. También con Obama. Y la primera razón se puede llamar Guantánamo. No porque los europeos no estén de acuerdo con que se cierren esas instalaciones odiosas, sino porque no están ni entusiasmados ni dispuestos en principio a acoger con los brazos abiertos a algunos de los 245 desgraciados que llevan allí encerrados entre cuatro y siete años. Estados Unidos deberá estudiar caso por caso las circunstancias de esos reclusos, valorar si aún constituyen un peligro y liberarles si procede. La cuestión es dónde irán estos parias -aquellos que se compruebe que no son terroristas temibles- a los que nadie quiere. Los ministros de asuntos exteriores de la Unión Europea se reúnen el lunes en Bruselas para tratar el tema, y veremos cuáles son los niveles de hipocresía política que se alcanzan.

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