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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez. Berlín

Algo no funciona en el Vaticano

El Vaticano va de por libre. No tiene una política informativa abierta, como cualquier estado democrático, ni da cuenta ni siquiera a los propios de algunas

El Vaticano va de por libre. No tiene una política informativa abierta, como cualquier estado democrático, ni da cuenta ni siquiera a los propios de algunas decisiones importantes que se adoptan. Y a veces ni el Papa parece enterarse de lo que hacen o dicen los suyos. O tal vez ha sido objeto de una mala jugada. La pregunta clave es: ¿Conocía el Papa antes de rehabilitar a los cuatro obispos rebeldes de Lefèvre las declaraciones de uno ellos, el británico Williamson, negando la existencia de las cámaras de gas? Si la respuesta es sí, malo, porque entonces el Papa ha decidido rehabilitar a un obispo revisionista y poner en peligro las relaciones del Vaticano con el mundo judío. Si la respuesta es no, entonces hay que indagar quién le ocultó al Pontífice ese detalle escabroso en la biografía reciente de Williamson.

 

El obispo británico Williamson concedió a la televisión sueca SVT1 una entrevista que se realizó el pasado mes de noviembre en Alemania, concretamente en un pueblo de Baviera. La pieza se emitió el 21 de enero en la televisión sueca. En ella, negaba que hubieran existido las cámaras de gas en los campos de concentración y afirmaba, en línea con otros revisionistas, que como mucho murieron en el Holocausto 200.000 o 300.000 judíos, pero no en cámaras de gas. El obispo pactó con los periodistas suecos que sus palabras no se emitirían en Alemania en ningún caso porque, en este país, negar el Holocausto es un delito grave castigado con pena de cárcel. Pero la revista alemana Der Spiegel se enteró de esas declaraciones y las publicó ya el 19 de enero. Cuatro días después, el fiscal de la ciudad de Regensburg abría un sumario contra el obispo revisionista por incitación al odio racial y negación del Holocausto.

En Roma, al parecer, nadie sabía de esas declaraciones, y nadie informó de ellas a la jerarquía del Vaticano, quien decidió rehabilitar a los cuatro ministros seguidores de Lefèvre, incluido Williamson. Y lo hizo, por cierto, rompiendo una tradición según la cual sólo se readmite en el seno de la Iglesia Católica a todos aquellos que han reconocido sus pecados o que sus teorías más o menos cismáticas han sido equivocadas. Los seguidores de la Fraternidad de San Pío X -los lefevrianos- siguen rechazando las conclusiones del Concilio Vaticano Segundo.

Un error colosal

Siendo el Papa Ratzinger alemán, en su país de origen se están oyendo voces al máximo nivel pidiendo explicaciones. La primera, la de la canciller Merkel, protestante y firme defensora de la separación entre Iglesia y Estado, quien hasta ahora no se ha entrometido en ningún asunto de tipo religioso. Pero esta vez, tratándose del Holocausto, es otra cosa. “Creo que es una cuestión fundamental -ha dicho- cuando se trata de aclarar cuál es la posición del Vaticano respecto a la negación del Holocausto y la relación con el mundo judío”.

Otros obispos alemanes han subrayado que se trata de un error colosal el que se ha cometido y aconsejan dar explicaciones convincentes cuanto antes. Se tiene la impresión de que el Vaticano ha fracasado en dos ámbitos: la gestión de una crisis con un colectivo tan especial como el mundo judío y la política de información interna y exterior. La primera víctima puede haber sido el propio Benedicto XVI. Se impone lo que aquí se llama schadensbegrenzung, la política de limitación de daños. Pero la verdad es que tiene mal arreglo.

El Vaticano va de por libre. No tiene una política informativa abierta, como cualquier estado democrático, ni da cuenta ni siquiera a los propios de algunas decisiones importantes que se adoptan. Y a veces ni el Papa parece enterarse de lo que hacen o dicen los suyos. O tal vez ha sido objeto de una mala jugada. La pregunta clave es: ¿Conocía el Papa antes de rehabilitar a los cuatro obispos rebeldes de Lefèvre las declaraciones de uno ellos, el británico Williamson, negando la existencia de las cámaras de gas? Si la respuesta es sí, malo, porque entonces el Papa ha decidido rehabilitar a un obispo revisionista y poner en peligro las relaciones del Vaticano con el mundo judío. Si la respuesta es no, entonces hay que indagar quién le ocultó al Pontífice ese detalle escabroso en la biografía reciente de Williamson.

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