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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez

El tuteo

Angela Merkel y François Hollande han decidido tutearse. Coincidiendo con la celebración de los cincuenta años de la firma en París del Tratado del Elíseo, los

Angela Merkel y François Hollande han decidido tutearse. Coincidiendo con la celebración de los cincuenta años de la firma en París del Tratado del Elíseo, los dos dirigentes han acordado dejar al lado la fórmula del “Sie” alemán y del “Vous” francés para hablarse como viejos amigos. Quien conozca las costumbres de las élites educadas en la República Federal y en Francia sabe que el pasar al “tú” tiene una significación muy diferente y más relevante que en nuestro país, y que la distancia que marca el “usted” es, al tiempo, reserva y respeto al otro. Pero todo apunta a que tanto Merkel y Hollande han llegado a la conclusión de que su relación -como se leía recientemente en Le Monde- es mediocre y de que hace falta más armonía y más proximidad entre ambos. Lo personal forma parte de ello.

Por supuesto, no habrá ni los abrazos forzados ni las alharacas de la época Sarkozy e, incluso, será mejor así, porque aquella falsa campechanía y la fusión total entre una Francia y una Alemania dirigidas por el centro derecha se demostró lesiva para Europa y, sobre todo, para los intereses franceses, que parecían absolutamente supeditados a lo que dictara Berlín. La experiencia ha demostrado suficientemente que el eje franco-alemán funciona mucho mejor cuando sus dirigentes son de distinto signo político, cuando hay disonancias que provocan dialéctica y búsqueda de consensos, y éste también podría ser el caso. Además, hay un cierto sentido de urgencia, porque ya han pasado ocho meses desde la llegada de Hollande al Elíseo y la eurocrisis sigue sin estar cerrada.

Los miedos franceses y las preocupaciones alemanas

En Francia, pero también en Alemania, los comentaristas políticos están dando ya las primeras voces de alarma acerca de la inestabilidad social que va a desencadenar un Sur de Europa en ruinasBerlín ve con preocupación la lentitud en el ritmo de reformas que está imponiendo el nuevo Gobierno francés. También observa cómo la economía francesa, antes al nivel de la alemana, va perdiendo fuerza, con un paro en alza y un  ligero retroceso en las exportaciones. Merkel añora tal vez en este aspecto la hiperactividad de Nicolas Sarkozy, pero Hollande no sólo es otro personaje, sino que tiene detrás a un partido socialista que está muy dividido sobre el ritmo y las características de las reformas a llevar a cabo. Son frecuentes las voces que afirman que no ven nada positivo en crear un nuevo mercado de trabajo en Francia con minijobs, menos protección social y una creciente brecha social entre ricos y pobres. Prueba de ello es que la reforma laboral que se ha pactado hace apenas dos semanas parece seguir más el modelo escandinavo de ‘flexiseguridad’ que el alemán de la Agenda 2010, promovida por Gerhard Schröder. Francia, según la politóloga Ulrike Guérot, ha visto siempre a la Unión Europea como una protección extra. Alemania, como un trampolín. Ahora, añade, los franceses ya no tienen muy claro si esa Europa les protege de verdad.

Pero Hollande, a pesar de la presión exterior, todavía parece querer siendo fiel a sus principios, a las enseñanzas de un líder socialista y europeo como ha sido Jacques Delors, sobre todo, a la palabra clave de su campaña electoral: “croissance”, crecimiento. Probablemente él, como representante de un país que pertenece al corazón de Europa pero también al Mediterráneo, ve mejor que nadie la necesidad de impulsar políticas europeas y con fondos europeos para sacar al Sur de esta recesión brutal que está viviendo como consecuencia de las políticas de austeridad alemanas. En Francia, pero también, lentamente, en Alemania, los comentaristas políticos están dando ya las primeras voces de alarma acerca de la inestabilidad social que va a desencadenar un sur de Europa en ruinas y sin futuro.

Si Angela Merkel quiere apostar en serio por reavivar el eje franco-alemán y la relación de verdad de tú a tú con Francia, iría bien encaminada si diera un giro más social a su discurso. El pasado domingo recibió una advertencia seria en Baja Sajonia: su partido, la CDU, ha perdido un 6% de votantes, es la cuarta elección regional en la que fracasa frente a socialdemócratas y ecologistas, y el concepto “Justicia social” va a cobrar un creciente protagonismo en la campaña electoral en la que los socialdemócratas no han tirado definitivamente la toalla.

Ayer, la canciller anunciaba junto con Hollande la elaboración, de aquí a la cumbre europea de junio, de una serie de propuestas conjuntas en la que se combine la potenciación de la competitividad con políticas de crecimiento y de preservación del modelo social europeo. El tiempo dirá si el credo Hollande ha hecho mella en la tozudez merkeliana y si las palabras se ven seguidas por los hechos. Y si el tuteo significa también reconocer al otro de igual a igual.

Angela Merkel y François Hollande han decidido tutearse. Coincidiendo con la celebración de los cincuenta años de la firma en París del Tratado del Elíseo, los dos dirigentes han acordado dejar al lado la fórmula del “Sie” alemán y del “Vous” francés para hablarse como viejos amigos. Quien conozca las costumbres de las élites educadas en la República Federal y en Francia sabe que el pasar al “tú” tiene una significación muy diferente y más relevante que en nuestro país, y que la distancia que marca el “usted” es, al tiempo, reserva y respeto al otro. Pero todo apunta a que tanto Merkel y Hollande han llegado a la conclusión de que su relación -como se leía recientemente en Le Monde- es mediocre y de que hace falta más armonía y más proximidad entre ambos. Lo personal forma parte de ello.