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¿Obama contra la austeridad? Ni lo sueñen: Merkel ya ha ganado la partida
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¿Obama contra la austeridad? Ni lo sueñen: Merkel ya ha ganado la partida

Barack Obama ha tardado más de cuatro años en olvidar la afrenta de Merkel. Todavía como candidato a presidente y realizando una gira de presentación por

Barack Obama ha tardado más de cuatro años en olvidar la afrenta de Merkel. Todavía como candidato a presidente y realizando una gira de presentación por Europa, pidió permiso a la canciller para pronunciar un discurso ante la Puerta de Brandenburgo. Ella no se lo dio, porque entonces era sólo un aspirante a ocupar la Casa Blanca… y el senador Obama tuvo que pronunciar su discurso el 24 de julio de 2008 unos kilómetros más allá, en la Columna de la Victoria, ante una multitud entusiasta y totalmente entregada.

Ahora será distinto. Barak Obama pronunciará hoy a las tres de la tarde un discurso sobre las relaciones transatlánticas en esa misma Puerta de Brandenburgo, una intervención que, se supone, será especialmente simbólica y tal vez importante, porque se va a producir cuando están a punto de cumplirse los 50 años de otra visita histórica, la de John F. Kennedy a Berlín, ya entonces dividida en dos, el 26 de junio de 1963. Aquel “Ichbinein Berliner”, pronunciado en el Ayuntamiento de Schöneberg y no ante la Puerta, tomada ya por los comunistas, se convirtió en sinónimo de la libertad y el apoyo a los aliados del otro lado del Atlántico.

Hoy, Obama tendrá que explicar por qué sus servicios secretos han pasado años espiando. Y también qué espera EEUU de esta Europa machacada por la recesión, dividida más que nunca entre Norte y Sur y dirigida por una mujer que, a cien días de unas elecciones, no va a cambiar su rumboHoy, Obama tendrá que explicar a esos aliados por qué sus servicios secretos han pasado años espiando y controlando sus comunicaciones públicas y privadas. Y también qué espera Estados Unidos de esta Europa machacada por la recesión y el desconcierto, dividida más que nunca entre Norte y Sur y dirigida por una mujer que, a cien días de unos comicios generales -que va a ganar pero que no le aseguran repetir como canciller-, no va a cambiar su rumbo ni su velocidad de crucero por más que el presidente de los Estados Unidos la invite a ello.

No habrá enfrentamiento con Merkel por el crecimiento

Obama llega a Berlín en un momento político complicado: debilitado en casa, desacreditado en el exterior por los últimos escándalos de espionaje, sabedor de que Europa se ha convertido en un claro obstáculo para el crecimiento mundial, no puede ni quiere enfrentarse abiertamente con Angela Merkel ni abrir un nuevo frente diplomático. Las divergencias serán camufladas todo lo posible; se abordarán en la cumbre bilateral y en el almuerzo privado posterior y Barak Obama hará un guiño a los partidarios de aflojar el cerco de la austeridad reuniéndose con el candidato socialdemócrata Peer Steinbrück, a quien, de momento, le está fallando todo en su intento de mandar a Merkel a su casa a finales de septiembre. Hasta se ha quejado públicamente de falta de apoyo por parte de la dirección del SPD. Ni los suyos creen que es posible vencer a la Kanzlerin.

Estados Unidos y Europa se necesitan mutuamente, y necesitan avanzar juntos porque si no, tal vez muy pronto, las condiciones de vida en Occidente no las dictaremos nosotros, sino los mandatarios de PekínMerkel sabe que nadie la puede parar, y tampoco Obama. Por eso esta visita va a ser una nueva oportunidad para reforzar su imagen y su peso internacional y, sobre todo, para demostrar que es capaz de hallar puntos de encuentro y de consenso incluso con aquellos que se encuentran en las antípodas de su ideología. Es ya todo un símbolo que Obama venga a Berlín, y no a Bruselas, sede de la OTAN, para hablar de las relaciones transatlánticas y de un refuerzo del comercio bilateral con la Unión Europea. Todo son puntos positivos en estos momentos para esta mujer que llegó del Este y para quien los Estados Unidos, más que Europa, son el símbolo de la libertad y la competitividad.

Pero si para Merkel esta es una visita importante, para Obama será una visita más, de exactamente 25 horas y cinco minutos. Porque los intereses estratégicos de los Estados Unidos están más dirigidos hacia Asia y la región del Pacífico, y Europa le interesa en la medida en la que le pueda ayudar a conseguir sus objetivos. Europa, dicen en Washington, es “a mess”, un lío un tanto desastroso, y por eso conviene concentrarse en pararle los pies a China, Rusia e Irán, en asegurarse los suministros energéticos y en abrir al máximo las vías comerciales a uno y otro lado del Atlántico. Desde este punto de vista, Obama y Merkel, dos grandes pragmáticos, tienen muchas posibilidades de entenderse. Estados Unidos y Europa se necesitan mutuamente, y necesitan avanzar juntos porque, de lo contrario, tal vez muy pronto, las condiciones de vida en Occidente no las dictaremos nosotros, sino los mandatarios de Pekín.

Barack Obama ha tardado más de cuatro años en olvidar la afrenta de Merkel. Todavía como candidato a presidente y realizando una gira de presentación por Europa, pidió permiso a la canciller para pronunciar un discurso ante la Puerta de Brandenburgo. Ella no se lo dio, porque entonces era sólo un aspirante a ocupar la Casa Blanca… y el senador Obama tuvo que pronunciar su discurso el 24 de julio de 2008 unos kilómetros más allá, en la Columna de la Victoria, ante una multitud entusiasta y totalmente entregada.

Angela Merkel