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Las cloacas del Brexit: mentiras, ilegalidades y amenazas sexuales
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Celia Maza (La Isla)

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Las cloacas del Brexit: mentiras, ilegalidades y amenazas sexuales

Cuando a un atleta se le pilla con dopaje, el debate no es si ha consumido mucho o poco. Se le quita la medalla. Si permitimos que en democracia haya irregularidades, ¿qué es lo próximo?

Foto: Boris Johnson disfruta de un helado durante la campaña por el Brexit junto al célebre 'Vote leave bus'. 11 de mayo de 2016. (Reuters)
Boris Johnson disfruta de un helado durante la campaña por el Brexit junto al célebre 'Vote leave bus'. 11 de mayo de 2016. (Reuters)

Seguramente no hayan oído hablar de Shahmir Sanni. Permítanme que se lo presente. En junio de 2016, tan solo dos días antes del histórico referéndum que dio la victoria al Brexit, este estudiante de moda, que por aquel entonces tan solo tenía 23 años, recibió una donación de 625.000 libras.

Para entonces, la campaña oficial euroescéptica de Vote Leave (capitaneada por Boris Johnson y Michael Gove, ahora primer ministro y viceprimer ministro) estaba a punto de alcanzar su límite de gasto de siete millones de libras. Así que se les ocurrió la idea de utilizar a Sanni para crear a su nombre otro grupo independiente al que destinaron la gran suma de dinero, para pagar a una empresa de 'data' que trabajaba con Facebook.

Foto: Cola de camiones en el puerto de Dover este 21 de diciembre. (Reuters)

El joven jamás vio una libra. Los abogados de Vote Leave le guiaron en cada paso, diciéndole qué tenía que hacer y dónde firmar. La Comisión Electoral reconoció que se trató de la violación de la ley de financiación más importante de la historia del Reino Unido. Por cierto, la 'coordinación' entre campañas está también prohibida por ley, a menos que se declare conjuntamente el gasto, cosa que no ocurrió.

Cuando a un atleta se le pilla con dopaje, el debate no es si ha consumido mucho o poco de alguna sustancia. Se le quita la medalla y punto. Si permitimos que en democracia haya irregularidades, ¿qué es lo próximo?

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson. (EFE) Opinión
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Cuando se destapó todo aquello, Stephen Parkinson (uno de los cerebros de Vote Leave) estaba ya trabajando como director político de la entonces 'premier', Theresa May. Y publicó un comunicado oficial asegurando que él solo había dado algunos consejos “como pareja” a Sanni. Para ponerlo en contexto, un tipo que viola la ley y que luego pasa a trabajar en Downing Street emite una declaración oficial con el apoyo del Gobierno revelando (con toda intención) la orientación sexual de un joven de Pakistán, donde la pena de muerte está técnicamente permitida para los gais. “Nunca imaginé que él, con la ayuda del Número 10, decidiera decir al mundo que soy homosexual, en un último intento desesperado por asustarme”, manifestó el estudiante.

Pero, bueno, estamos en Navidad. ¿Qué hago yo hablando de leyes? Casi mejor contarles un cuento. Había una vez un millonario muy poderoso llamado Robert Mercer, que apenas sale en los medios, que invirtió grandes sumas de dinero para construir su propio laboratorio de ciencias experimentales. A su invento lo llama Cambridge Analytica. Millones de ciudadanos le dan gratis todo el 'data' que necesita para saber sus gustos a través de sus 'likes'. Y entonces coincide que los británicos votan por salir de la UE y los estadounidenses ponen a un hombre estrafalario en la Casa Blanca que, nada más ganar las elecciones, se reúne con un político con discurso antiinmigración que se demuestra tiene estrechos vínculos con Rusia. Durante las campañas, hay además tipos que cometen toda serie de irregularidades. Les pillan. Pero no les castigan. Les dan los puestos de máximo poder.

Foto: Foto: EC.
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Moraleja: “Violar la ley se ha convertido hoy en día en la estrategia más efectiva para ganar una campaña política porque no hay consecuencias. Los crímenes contra nuestra democracia no son considerados por la clase política como crímenes reales. Nuestro sistema está roto. Nuestras leyes no funcionan. Nuestros reguladores son débiles. Nuestra tecnología nos está usurpando nuestra democracia”.

Las últimas palabras no son mías. Son de Christopher Wylie, el extrabajador de Cambridge Analytica que destapó cómo esta empresa privada, donde trabajó Steve Bannon (exasesor de Trump, ocupado ahora en radicalizar a la derecha euroescéptica), utilizó la mayor filtración de la historia de datos personales de Facebook, sin el consentimiento de los usuarios, para fines políticos. Fue todo un escándalo. La compañía cerró, pero sus protagonistas siguen moviendo sus fichas en el tablero internacional.

Foto: Christopher Wylie. (Reuters)

Cuando le entrevisté el año pasado, me quedó el cuerpo con sensación extraña, la verdad. Era noviembre. Para entonces, la Comisión Electoral concluyó que incluso si el Brexit hubiera ganado gracias al uso ilegal de data o financiación ilegal, el resultado debía mantenerse.

Las autoridades también determinaron que Johnson, convertido en el 'rock star' de la campaña oficial por la salida del bloque, había mentido. Se paseó por todo el país con un gran autobús prometiendo que los 350 millones de libras que el Reino Unido mandaba supuestamente a la UE podrían destinarse al Sistema Nacional de Salud Pública. Se demostró que la cifra era errónea. El dinero nunca llegó a los sanitarios. Pero tan solo un mes más tarde, los británicos premiaron al excéntrico político con la mayor victoria del Partido Conservador desde los tiempos de Thatcher.

Por el multimillonario Mercer, tampoco se preocupen. Pasará las fiestas en su gran mansión de Nueva York. Por su parte, Nigel Farage (íntimo de Trump y con estrechos vínculos con Moscú) ha fundado un nuevo partido político en el Reino Unido. Y Stephen Parkinson, quien violó la ley y reveló su relación con Sanni, consciente de todos los problemas que eso creaba al joven, ha sido nombrado Lord por sus servicios al país.

Poco más puedo añadir.

Que tengan ustedes una Feliz Navidad.

Seguramente no hayan oído hablar de Shahmir Sanni. Permítanme que se lo presente. En junio de 2016, tan solo dos días antes del histórico referéndum que dio la victoria al Brexit, este estudiante de moda, que por aquel entonces tan solo tenía 23 años, recibió una donación de 625.000 libras.

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